La Audiencia Provincial de Cádiz ha condenado a doce años de prisión a Francisco Javier B., el jardinero que en julio de 2019 mató a la dueña de la finca en la que trabajaba, en el municipio gaditano del Algar. La víctima era Lesley Pearson, británica de 74 años, pero afincada en la zona desde hacía varias décadas.
Tras el veredicto de culpabilidad emitido la semana pasada por un jurado popular, la Audiencia condena al acusado a doce años y medio de prisión por un delito de homicidio consumado con la agravante de abuso de superioridad y al pago de una multa de 1.080 euros por un delito leve de hurto, mientras que, en concepto de responsabilidad civil, deberá indemnizar con 24.000 euros al hermano de la víctima, que era viuda y no tenía hijos.
Tal y como recoge la sentencia, el jurado consideró probado que la fallecida y el acusado, de 45 años, discutieron sobre la cantidad que ella le debía por sus trabajos, tras lo que el condenado "la agarró, le apretó fuertemente por el cuello y la tiró al suelo", falleciendo la mujer en ese instante. Fue entonces cuando le introdujo un pañuelo dentro de la boca y trasladó el cadaver al piso superior de la vivienda donde lo tapó con un edredón.
Al día siguiente, por la mañana, Javier regresó al inmueble, cogió el cadáver, lo ató con unas cuerdas y lo transportó en una carretilla hasta unas cañas dentro de la finca. Allí excavó un pequeño hoyo donde enterró a Lesley tapándola con tierra, cal, una puerta y unas ramas "para que no fuese descubierto". Aunque finalmente lo fue, y pocas horas después de haber cometido el crimen.
"Casa Lele"
Todo cambió en la vida de Lesley Pearson cuando enviudó hace tres años. Según explicó el diario británico The Mirror, su marido perdió la vida en un accidente de tráfico cuando tenía 42 años. "Desde entonces se sentía muy sola. Intentó vivir en esa casa tan grande durante un tiempo pero la soledad pudo con ella", explicó una vecina a este periódico hace dos años. "Se fue a otra finca que tiene en Estepona. Allí hay más británicos y está más cerca de Gibraltar", añade. Sin embargo, iba y venía a "Casa Lele", donde se cometió el crimen, aproximadamente 2 veces al mes. La misma fuente confesó a este periódico que la víctima tenía pensado mudarse, pero aún no era oficial.
A lo largo de todos estos años a su vera estaba Francisco Javier Becerra, más conocido como Javi, un algareño de 45 años. Se podría decir que era su jardinero "fiel" ya que se encargaba del mantenimiento de su casa desde hacía muchos años. Era huérfano y "no muy sociable", según explicaba un camarero de la localidad. Vivía con su tío, enfermo de alzheimer, en el pueblo.
"Javi nos contó que Lele se había mudado y que le había dicho que vendiese todos sus muebles", sostiene la misma vecina. Y así hizo. Al parecer, el gaditano comenzó a vender algunos artículos de la británica por el pueblo. Sin embargo, las supuestas intenciones que tenía la británica de vender sus muebles eran mentira.
El pasado 11 de julio Lele alquiló un vehículo supuestamente para trasladar algunos enseres de la casa a la otra vivienda situada en la Costa del Sol malagueña. Las primeras sospechas comenzaron cuando la británica no devolvió el coche a las 24 horas acordadas. Un familiar suyo denunció la desaparición en la Guardia Civil en La Línea. Y poco después, los agentes hallaban su cuerpo semienterrado y con signos de violencia en las inmediaciones de su finca.
Tras las investigaciones pertinentes, los agentes situaron en el foco de la sospecha al jardinero de la fallecida, Javi. Su versión sobre el paradero de la pensionista británica, al parecer, era muy contradictoria. Tras reconstruir los hechos en la vivienda con el sospechoso, la Guardia Civil lo detuvo. Y Javier, poco después, confesó el crimen.