Dicen que las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno. Si uno se planta en la Ciudad Universitaria de Madrid y pregunta a una decena de universitarios qué opina de las novatadas encontrará a quien las aprueba, a quien las rechaza y un amplio abanico de términos medios. Pero esa regla se rompe cuando se pregunta sobre el ministro de universidades, Manuel Castells. “¿Quién?”, será la respuesta más común. Sobre él no hay opinión, pero sobre lo que planea hacer en la vida universitaria española, sí.
¿Quién no ha oído alguna vez una historia de una novatada? Que si el día en que Fulanita tuvo que estar en clase con guantes de fregar los platos; que sí a Menganito le hicieron beberse cinco chupitos y correr desnudo por la calle; que si Zutanito tuvo que arrancarse a cantar una saeta en medio de la cafetería… Esta tradición universitaria —regocijo de muchos, infierno en vida para otros— está en el ojo de mira de la nueva Ley de Convivencia Universitaria.
El texto llegará a las Cortes en verano y viene a sustituir al Reglamento de Disciplina Académica de los Centros Oficiales de Enseñanza Superior, vigente desde 1954, es decir, desde el franquismo. El borrador tiene como eje principal lo que se ha denominado “mecanismo de mediación”, que aboga por resolver los problemas de manera amistosa con la ayuda de las autoridades universitarias. Y dos puntos clave en los que pone énfasis son las novatadas y los plagios. Ambos van a ser más perseguidos que antes. Esto opinan los estudiantes.
Mar, María, Nerea y Marta disfrutan del buen tiempo que luce Madrid este jueves en la terraza del Colegio Mayor Mara. Todas tienen entre 18 y 20 años, estudian diferentes carreras y vienen de distintos puntos de España. Es decir, son una muestra típica del público de un colegio mayor. La pregunta de oro: ¿Aquí se hacen novatadas? “En todos los colegios se hacen. Otra cosa es lo que te digan…”, afirma María, la primera en responder tras unos segundos de silencio.
“Yo las he hecho y se pinta mucho peor de lo que realmente son”, salta Nerea. “Aquí no van a denigrar a las niñas. A mí me han ayudado un montón a conocer a las chicas y no las veo mal”. La estudiante narra lo que ha vivido, que más que novatadas, son juegos de interacción social. “Casi siempre nos íbamos a parques y quedábamos cada día con un colegio de chicos. Había un juego que hacíamos que era el pañuelo a caballito en la espalda de un chico. O te sentabas en un círculo y te tenías que aprender los datos del de al lado. Son juegos. Yo putadas, como tal, no he visto aquí”.
María matiza las palabras de su amiga y se inicia un diálogo entre ambas:
—Depende mucho del colegio mayor. En este no son para tanto.
—En los masculinos sí se suelen pasar más. Aquí te ayudan a conocer a gente y a hacer amigas.
—Sinceramente, por mucho que se persigan, es una cosa que nunca va a desaparecer. Se van a seguir haciendo. Aunque estén prohibidas por todas las direcciones, lo que hagas fuera de esa puerta no se sabe.
Marta interviene para narrar su experiencia. Ella no quiso hacer novatadas: “Yo estuve dos semanas y después me salí y no pasó nada. Pero hay colegios, sobre todo masculinos, en los que si no has hecho novatadas no se saben ni tu nombre. Pero aquí no”.
Ninguna de estas cuatro estudiantes sabe quién es el ministro Castells y, por tanto, no tienen una opinión de él. En cambio, todas se muestran a favor de que se persigan más los plagios. “Me parece mal que la gente se gane un título sin que sea por sus propios méritos”, Nerea.
Galletas de perro y yogur
La nueva ley del Ministerio de Universidades —que, recordemos, está separado del de Educación, por sorprendente que resulte— prevé una serie de medidas para aquellos que cometan infracciones. Las muy graves pueden costar dos meses a tres años de expulsión de la universidad o la anulación parcial de la matrícula. Para que una novatada sea considerada muy grave, debe menoscabar la integridad de la persona. De nuevo, el rango de interpretación del texto es amplio.
Por ejemplo, ¿hacer comer a un novato un yogur con galletas de perro menoscaba la integridad de la persona? María lo ha hecho y le da la risa al contarlo a este periódico. “Somos como esclavos de los veteranos. Te decían: ‘Novato, tráigame la bandeja’ o ‘novato, cómase esto’, y a lo mejor nos daban galletas de perro con yogur y ketchup. Y bueno, también nos hacían beber (risas). Al final, te lo pasabas muy bien”, afirma esta estudiante de musicología llegada desde Badajoz.
“Me parece que las novatadas son una buena manera de hacer amigos. Yo hice pocas y no son tan duras como se piensa. En otros colegios sí, pero aquí nos lo pasamos muy bien. Estás dos meses haciendo un rol. No hay que preocuparse. Y, de hecho, hay gente que no quiere hacerlas y se le deja en paz”.
Respecto al segundo tema que nos ocupa, el plagio, considera que está bien que se persiga. “Tienes que hacer las cosas tú y no coger lo que ves en internet”. De nuevo, ni idea de quién es Castells ni de lo que hace.
María se aloja en la residencia Galdós, igual que Paula, estudiante de Física, que atribuye que se hayan puesto duros con los plagios a los escándalos políticos vividos con los másteres de Cristina Cifuentes y Pablo Casado, y la cuestionada tesis doctoral de Pedro Sánchez. “Igual no ha venido de eso, pero sí que ha sido ya la propulsión para mirarlo un poco más y que también las universidades se renueven por dentro”.
Venga o no de estos sonados escándalos, a María le parece bien que haya mano dura contra el plagiador. “Deben ser más estrictos en eso”. Esta opinión, en cambio, no la tiene de las novatadas: “Más que perjudicar ayudan a que las personas se conozcan. Hay ciertos límites, claro. Pero he visto que sirve para conocerse”.
—¿Qué novatadas te han hecho?
—Te tiran vino por encima o te hacen beber o igual te tienes que comer un yogur con cosas raras… No veo que se pasen, al menos en mi residencia.
Justo por delante de la residencia de Paula pasan tres chavales cuyo mensaje es claro: “¡Arriba con las novatadas!”, grita uno que pide permanecer anónimo. “¡Que no me reconozca mi madre! Si me ve el director me echa de la uni. Es que es un hijo de puta, hermano”. El estudiante anónimo es residente en el Colegio Mayor Mendel, que prohibió las novatadas hace años, instigado por un reportaje del programa Equipo de investigación de La Sexta que mostraba testimonios de gente que había pasado un infierno por las novatadas.
“Que se prohíban no sirve absolutamente de nada. En mi colegio están prohibidas”, pero admite que se siguen haciendo. “Llegas aquí a Madrid y te muestran que eres un mierda más, un tío normal. Nadie te falta al respeto si hablas con la gente y le miras a la cara”, opina. “Yo estuve haciendo novatadas el mes de octubre y creo que fue el mejor mes aquí en Madrid. Con Covid y todo, yo he conocido a más chicas ahí”.
La única persona encontrada por este medio que se posiciona en contra de las novatadas es Álvaro, estudiante de ADE y márketing y residente tambiñen el denostado Mendel. “Me parece bien porque hay gente que no quiere estar perseguida o sentirse inferior a los demás. La gente viene a la universidad a estudiar y a hacer amigos”.