La noche del crimen, Jonathan era Jonathan. Un chico problemático desde la niñez, que en la adolescencia pedía a sus amigos que le llamasen 'Jonathan el Mafias'. Jonathan, de Fuerteventura. El que estaba obsesionado, según su familia, con su prima Vanessa. Se crió con ella, como un hermano. Y a pesar de que él alguna vez había dado muestras de lo violento que podía llegar a ser en el trato, Vanessa siempre le disculpaba: "Es Jonathan, ya sabemos cómo es. ¿Qué nos va a hacer?".
La noche en la que la mató a martillazos, Jonathan era Jonathan, un chico de 21 años que perseguía a las chicas, con las que le resultaba muy difícil establecer una relación. "Es una persona muy bajita, con mucho complejo. Por eso siempre se ha relacionado así con las mujeres, acosándolas. Sólo ver cómo las miraba resultaba bastanta repulsivo", revela ahora Nayara, prima de la asesinada Vanessa. Atiende a EL ESPAÑOL y deja clara una cosa: "Jonathan nunca dijo que quisiese ser mujer, ni que le gustasen los chicos. Eso es falso".
Porque ahora, Jonathan de Jesús Robaina Santana, está siendo juzgado por el asesinato de Vanessa y ha dicho que él no es Jonathan. Que no le llamen así. Que quiere que se dirijan a él como Lorena, porque él se siente mujer. Que así le han tratado en la cárcel hasta la fecha, permitiéndole incluso ducharse aparte del resto de presos. Y así lo ha pedido su abogado al juez. El letrado solicitó que durante todas las sesiones del juicio se dirijan al acusado empleando el nombre de Lorena, ya que así ha sido reconocido hasta por Instituciones Penitenciarias.
Jonathan o Lorena, la cuestión es que está en el banquillo de los acusados. Le piden 27 años de cárcel por el crimen de su prima Vanessa Santana. Sucedió el 4 de junio de 2018 en Betancuria (Fuerteventura). El acusado ha confesado haberse colado en la casa de su prima esa noche y haberle propinado 30 martillazos que acabaron con su vida. Defiende Jonathan (o Lorena) que fue un arrebato incontrolable, nada premeditado. Y que no consumó abusos sexuales porque él, como mujer, se siente atraída por los hombres. Esa es una de las claves de este caso.
"No la reconocí"
"A mi prima solamente la pudimos velar cuatro horas. Su rostro estaba tan desfigurado de los golpes, que cuando yo la ví no la reconocí. Lo primer que dije es que aquella no era Vanessa", recuerda Nayara, prima de la víctima por parte materna. Ella, como el resto de la familia, no se cree nada de lo que dice Jonathan.
"Claro que nadie se cree lo de que fue un arrebato. Jonathan se coló esa noche en casa de mi prima con unas llaves que habia robado previamente en casa de mi tía. Con guantes para no dejar huellas, con cuerdas, dos navajas y un martillo. Cuando acabó, le dio la vuelta al colchón ensangrentado para ocultar las manchas. La ropa con sangre la metió en una bolsa y la tiró en una casa deshabitada. Eso no es un arrebato".
Jonathan ha confesado que él fue el que la golpeó esa noche. Lo que está por probar es si el acusado cometió, después del crimen, abuso sexual. Porque según el fiscal, Jonathan procedió "haciendo uso de una extrema violencia" y apuntando en sus golpes a "zonas vitales", en especial la cabeza de la víctima, a la que no dejó de pegar ni cuando cayó al suelo herida de muerte, y que finalmente, excitado por lo sucedido, "le eyaculó encima".
La estrategia
Es esta parte la que el acusado no reconoce. Esgrime para ello su supuesta condición de transexual. Dice que, como mujer, su atracción sexual es hacia los hombres. Con esto, cree la familia de la víctima, pretende evitar ser acusado del delito sexual por el que le piden 15 años más de prisión. Su defensa pide que se le impute homicidio y no asesinato, porque sostiene que el crimen fue un arrebato y niega el acto sexual. Es ahí donde, piensa la familia, nace el repentino anhelo del cambio de sexo.
"Nunca, jamás dijo que quisiera ser mujer o nada por el estilo. Ni que le atrajesen los hombres; nunca tuvo relaciones con hombres. Siempre estuvo detrás de las mujeres y siempre se relacionó con ellas de una forma muy complicada, acosándolas", relata ahora Nayara, que se crió con ambos: "La madre de Jonathan murió en el parto. Él se crió con una tía biológica que le adoptó y le acabó dando sus apellidos. Se convirtió en su madre y siempre se lo pasó todo. Le advertíamos todos del comportamiento que tenía Jonathan, pero ella nunca hizo mucho caso".
Explica así, junto a sus complejos físicos, la relación tan complicada que tuvo siempre con las mujeres y en especial con su prima Vanessa: "Ella siempre le disculpaba. Alguna otra vez intentó también agredirla. Le habíamos avisado a Vanessa, pero ella siempre le quitaba importancia. Lo quería con locura", asevera, recordando que "un par de días antes de su muerte, ella se fue con él a dar una vuelta y le invitó a un bocadillo". Vanessa, de 21 años y dependienta en una tienda, se convirtió en la persona que comprensión le dio al conflictivo Jonathan, una persona con leves trastornos mentales.
No lo suficiente graves, cree el fiscal, como para pensar que se tratase de un arrebato como sostiene la defensa. Cree que en todo momento sabía lo que hacía y que así lo prueba que fuese tan preparado a casa de Vanessa la noche de autos. "Se coló con unas llaves que había robado previamente, que las estuvimos buscando todos por casa", recuerda Nayara. Se metió en la habitación de su prima y le asestó 30 martillazos. Luego trató de eliminar las pruebas incriminatorias.
En el velatorio
Jonathan volvió a su casa a dormir y actuó con normalidad las jornadas posteriores: "Cuatro días tardaron en devolvernos el cuerpo desfigurado de Vanessa, al que solamente lo pudimos acompañar cuatro horas. Cuatro días estuvimos velando, en casa, recibiendo las condolencias de la gente. Y él también, claro. Como parte de la familia que era. Recibiendo el pésame con toda la sangre fría", rememora Nayara, que insiste en que, en ese momento, "Jonathan seguía siendo Jonathan y no Lorena, ni había dado pistas de quere cambiar de sexo.".
Alaba la familia la labor de la Guardia Civil en la investigaciçon, que determinaron la autoría de Jonathan. Y tras su ingreso en prisión, la repentina conversión en Lorena con la que, cree la familia, pretende eludir parte de la pena. Desde la defensa argumentan que el cambio de sexo es oficial, porque así lo han reconocido incluso en prisión, donde se le ha otorgado un trato diferente desde que se declaró mujer, permitiéndole usar ropas femeninas en privado y ducharse aparte de los demás reclusos. La acusación rebate explicaando que ese cambio de género "no es competencia de Instituciones Penitenciarias, sino del Registro Civil".
La familia de Vanessa quiere dejar claro que "no tenemos nada contra la Ley Trans, como hemos leído por ahí. Al contrario, creemos que es muy necesaria en nuestra sociedad. Estamos a favor. De lo que estamos en contra es de que Jonathan la use para su propio beneficio, se está aprovechando de la problemática trans para no asumir sus responsabilidades".
Qué dice la ley
Al respecto, el artículo 14 del borrador de la Ley Trans indica expresamente que "la rectificación de la mención registral relativa al sexo y, en su caso, el cambio de nombre, no alterarán la titularidad de los derechos y obligaciones jurídicas que pudieran corresponder a la persona con anterioridad a la inscripción del cambio registral, en particular a efectos de lo establecido en la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género".
Desde la familia, sin embargo, apuntan a las consecuencias ante la posibilidad de que el cambio de género saliese adelante. Porque él no lo ha dicho de forma explícita en el juicio, pero "su cambio de sexo podría hacer que acabase en una cárcel de mujeres. Imagínate que sería eso para las presas, que son mujeres de verdad. Obligándolas a convivir con un asesino confeso de mujeres".