Situado en pleno corazón de la capital, el restaurante Inclán Brutal Bar, inspirado en la obra Luces de bohemia de Ramón María Valle Inclán, ha despertado el paladar de miles de ciudadanos con su famosa burrata inyectada con emulsión de albahaca y 'Asian Mery'. Un clásico con toque único que hace de ella un imprescindible en la ciudad. De hecho, según cuentan, más de 400 personas la degustan cada día en el local.
Para comprobar este éxito, EL ESPAÑOL visita el establecimiento madrileño donde el chef, Joaquín Serrano y su equipo nos enseñaran cómo es la confección de este manjar y nos hablan de otros top del Inclán Brutal Bar como el bao panda o las zamburiñas a la brasa con kimchi. Platos de comida mediterránea en la que se fusiona lo tradicional con lo vanguardista.
Otro de los atractivos de este lugar, y posiblemente por el que le conocía hasta ahora, es la forma en la que envuelven sus platos o sus bebidas. Se pueden encontrar cócteles en la cabeza de un mono o en la del escritor que da nombre al bar... Nada convencional. No obstante, es innegable que lo que también les ha colocado en el foco ha sido su singular burrata.
El show gastrónomico comienza nada más cruzar la puerta. En la entrada, decenas de rosas recubren la galería del hecho del Inclán Brutal Bar, una muestra de adoración del jefe del restaurante hacia su mujer —también jefa—, una amante de este género espinoso y florido. Se trata de un espacio lleno de estímulos que hace despertar a los cinco sentidos.
Ellos son Rosi y Lucian, la pareja de emprendedores que fundó hace casi diez años el restaurante y también otro conocidísimo de la capital, Rosi la Loca. Desde que llegaron a Madrid en 2012, su objetivo común fue trasgredir y empezar la locura gastronómica por todo lo alto. Las plumas de oro colgadas del techo, los sofás de terciopelo y las rosas de la galería solo son una pequeña parte de un concepto aún sin definir. Y es que su gastronomía, su fusión de platos con otros sabores del mundo y su vajilla diseñada por José Piñero convierten al comensal directamente en un "Brutal Brand Lover", como describe el equipo del restaurante, un lugar mágico donde todo puede suceder.
La obra maestra
Uno de los culpables de que el restaurante esté a desbordar de comensales de todas las nacionalidades es Joaquín Serrano, el alma de los fogones, con su inigualable burrata, la más fotografiada, dicen, en redes sociales.
Se trata de una burrata fresca inyectada con emulsión de albahaca y Asian Mery, acompañada de dulces fresas encurtidas. Está hecha de forma artesanal con leche del norte de España. Para culminar su sabor, se decantaron por las fresas creando un encurtido clásico coreano que contrastase junto a los aceites. Lo mejor de todo es su precio: por tan solo 10 euros podrán disfrutar de esta explosión de sabores.
— ¿Algún secreto como chef?
—No. Creo que una de las cosas más importantes es estar todo el día innovando, no estancarse ni pensar que ya lo conoces todo, estar siempre a prueba y viendo cómo lo hacen el resto de compañeros.
Es una burrata histórica que lleva incorporada en la carta desde el inicio, un producto en continua evolución al que más de 400 comensales al día acuden a probar junto al resto de platos como el "Bao panda" o las "Zamburiñas a la brasa con Kimchi".
"Las burratas tienen un claro enemigo para poder apreciar sus matices y calidad: son la frescura, la cadena de frío y el transporte. Al elaborarlos y mandarlas el mismo día, llegan con menos de 24 horas al restaurante", dice Joaquín Serrano.
El chef
Pese a su corta edad, Joaquín Serrano, de 29 años, ya ha conseguido hacer historia en la gastronomía española, y esto es solo el principio de su carrera.
Desde los 17 años tenía clara su vocación y emprendió su andadura en la Escuela Superior de Gastronomía y Hostelería de Toledo, sumando experiencias junto a Carlos Oyarbide, Dani García, el Celler de Can Roca o el Grupo Álbora entre muchos otros. Fue nombrado Chef Revelación de Madrid Fusión 2019 y viajó por toda España y todo Madrid creando nuevos proyectos hasta que puso un pie en Inclán Brutal Bar.
— ¿Su objetivo es quedarse en Inclán Brutal Bar?
— Yo realmente soy asesor de restaurantes, aquí hago el trabajo de asesoría también. La verdad es que si, me gustaría que fuese uno de los proyectos de futuro, quiero seguir desarrollando aquí por mucho más tiempo. El hecho de poder tener esa libertad de evolución, de no quedarte estancado, es muy bueno para un chef.
De familia hostelera, trabaja también como asesor gastronómico de numerosos restaurantes y se ha convertido en un referente de la cocina creativa fusionando los cinco continentes.
Intentar actuar y soñar todo el tiempo es una de las metas de este espacio lleno de historia. "Que no sea solo que un plato llegue a la mesa", asegura Minerva Tapial, mánager del restaurante. Cada fin de semana, una performance que reconvierte el Inclán sorprende a los comensales repartiendo típicas frases del maestro, un Inclán del siglo XXI, un Inclán renovado, un Inclán "brutal".
Todo este conjunto de pequeños secretos consiguen que el restaurante se haya convertido en algo icónico de la cultura madrileña. A esto se suma la continua apuesta por la formación: reciben a los mejores ponentes cada mes para ofrecer de cara al público clases maestras únicas y gratuitas.