Las pruebas analizadas por la Policía Judicial son claras: hay restos de ADN de dos de los acusados en el cuerpo de Samuel Luiz, el joven de 24 años asesinado el pasado 3 de julio de una brutal paliza en La Coruña al grito de "maricón de mierda". Concretamente, en la frente y el rostro del fallecido hay restos biológicos de Diego M. M., uno de los encausados por el fatal suceso.
También en los cristales recogidos por el paseo marítimo -el lugar de los hechos- hay restos de ADN que coinciden con el de Alejandro F. G. Estas pruebas se suman a las encontradas en un martillo y un objeto cortante que pudieron ser usados durante la paliza mortal, según las pesquisas de los investigadores. En la ropa que llevaba Samuel la noche que fue asesinado hay restos biológicos suyos (lógicamente) y de otros perfiles genéticos no concluyentes, pero que no solo pertenecen al fallecido.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han analizado el ADN de la víctima y de los seis principales sospechosos de su muerte: Diego M. M., Alejandro F. G., Kaio Amaral S. C., Catherine S. B. y los dos menores, de 17 años. Pero la investigación continúa abierta y no se descarta que puedan producirse más detenciones.
El 'mataleón'
Las primeras vistas del juicio por este crimen se celebraron el pasado 5 de agosto. Los cuatro imputados de mayor edad fueron citados a una comparecencia "en la que se les concretó la imputación, tal y como requiere el artículo 25 de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado".
Durante sus declaraciones ante el tribunal, varios testigos aseguraron que Diego M. aplicó a Samuel la técnica del mataleón para reducirlo y tirarlo al suelo. Esta técnica -habitual en las artes marciales mixtas y en algunos atracos callejeros- consiste en agarrar al sujeto por detrás rodeando su cuello con el brazo y ejerciendo presión. Esto hace que la víctima pierda riego sanguíneo a la cabeza y se asfixie por falta de aire. Aplicada durante un tiempo prolongado, el mataleón puede ser mortal.
Después llegaron las patadas, los puñetazos, botellazos y toda la lluvia de golpes que recibió el joven hasta morir al grito de “maricón de mierda”. La Fiscalía pide que los cuatro investigados investigados por este crimen -obviando a los menores de edad- sean acusados de asesinato.
El juicio por este caso se celebra con jurado popular. Si finalmente el jurado y la juez declaran culpables a los acusados, se les aplicaría la pena máxima, de 25 años de prisión. Y, si finalmente se le añade el agravante por delito de odio (en este caso, homofobia), implicaría cinco años más de cárcel, como máximo. Un delito de odio no es un tipo penal como tal. Una persona no puede ser condenada únicamente por ello. Se trata de un agravante en determinados delitos y está en manos del juez aplicarlo o no. También hay diferentes grados, según el delito cometido.