La han despedido el pasado 8 de julio. Trabajaba en el Servicio de Ayuda a Domicilio. Lo hacía en el pueblo donde más se reivindican los derechos de los trabajadores de España desde hace más de 40 años: en Marinaleda. Trabajaba para el Ayuntamiento cuyo alcalde, comunista y defensor a ultranza de la lucha obrera, no le ha concedido a Conchi Gómez vacaciones en 20 años.
Ella las reivindicó, y como no le hacían caso, tras mucha paciencia “por no sacar los trapos sucios” se afilió a la Confederación General de Trabajadores porque el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) miraba hacia otro lado, sostiene. Bajo el paraguas de la CGT se reunió con el Ayuntamiento, le dijeron que sí a las vacaciones, y a su vuelta le abrieron un expediente acusándola de faltar a su trabajo. Luego, la han despedido.
A sus 54 años, si esta historia se la hubieran contado sobre otra mujer, quizá habría creído hace unos años que el empresario que ha perpetrado el despido y que se negaba a dar vacaciones a sus empleadas podría ser un empresario explotador como sostiene el SAT que son Amancio Ortega o Juan Roig, el presidente de Mercadona a quien saquearon unos cuantos carros de comida. Quizá habría sido así porque la misma Conchi fue concejala de Cultura y Fiestas de Marinaleda entre 2003 y 2007, codo con codo con quien luego firmaría su despido: Juan Manuel Sánchez Gordillo, el Mesías rojo.
El servicio de la Ayuda a Domicilio lo gestiona directamente el Ayuntamiento del pueblo, es decir, es municipal. Marinaleda no lo tiene adjudicado como otros consistorios a una empresa externa. Tiene su bolsa de trabajo y efectúa las contrataciones de manera directa. De hecho, este servicio es la fuente de conflicto de Marinaleda en los últimos tiempos. También sacaron de la bolsa de empleo a la hija de Margarita Pradas, convertida este verano en el azote del alcalde por sus publicaciones en redes sociales, como ya contó EL ESPAÑOL.
"¿En el pueblo? ¿Que qué dicen en el pueblo? En el pueblo saben quién es cada uno ya. Y aquí hay muchas más personas afectadas. Lo que ocurre es que aquí tienen mucho miedo a perder el puesto de trabajo, y nadie se atreve a hablar".
Explica Conchi que ha sido militante toda la vida del SOC-SAT. "Participé también en mil luchas, en defensa de mil derechos... ocupamos cientos de instituciones, paramos el AVE, el aeropuerto de Sevilla, la ocupación del Humoso, cortamos la autovía de Despeñaperros... Toda la vida luchando por los derechos de los trabajadores”. Y ella, que lleva poco más de un mes en el desempleo, no puede creer que cuando ha defendido los suyos, la respuesta haya sido el despido.
En 2013 participó en la ocupación que el sindicato llevó a cabo en Las Turquillas, una finca de mil hectáreas en Osuna (Sevilla) propiedad del Ministerio de Defensa. ‘Tuquillas, para los trabajadores’ decía la pancarta. “En el macro juicio por la ocupación de esa finca fui una de las procesadas. Participé durante mis días de descanso del trabajo en ayuda a domicilio…”.
Paga el SEPE
Lo de los días de descanso es un eufemismo. Porque para poder descansar, el Ayuntamiento de Marinaleda echa a las trabajadoras a la calle, sostiene. Ese era su descanso: el paro. Conchi, a sus 54 años, afirma que lleva desde los 34 trabajando en en la Ayuda a Domicilio. Y nunca, jamás, las trabajadoras han tenido vacaciones. “Sánchez Gordillo nos decía que él no pagaba sueldos sin que se trabajase. Que las vacaciones eran de burgueses”. Así, lo que hacía era despedirlas, y luego las volvía a contratar. Las vacaciones no las pagaba el Ayuntamiento: las pagaba el Servicio Público de Empleo Estatal.
De la plantilla de la Ayuda a Domicilio, hay once trabajadoras fijas. De ellas, siete están afectadas por haberse afiliado al CGT, hartas de que el SAT no hiciera nada. Y muchas están de baja psicológica, explica Conchi “porque la presión es mucha”.
“Yo he sido despedida, por más que inventen otras cosas, porque después de muchos años intentando que el SAT mediara con el Ayuntamiento, y que siempre rehuyera haciendo la vista gorda, acudimos a CGT pidiendo ayuda como sindicato de clase, no vinculado a siglas políticas. Siempre quisimos resolver esto internamente, con negociación, pero la osadía que tuvimos de afiliarnos a otro sindicato y atrevernos a crear una sección sindical en el Ayuntamiento de Marinaleda fue considerado como una provocación tan grande que tenía que ser castigada”.
En su día, las trabajadoras también acudieron al Defensor del Pueblo Andaluz, quien se interesó por el caso y requirió al Ayuntamiento información al respecto. “Lo que sabemos es que el Ayuntamiento nunca le contestó”.
Lo de las vacaciones de Conchi viene porque, tras muchos años sin ellas, se encontró con que su hija, que vive fuera de España, estaba embarazada. Todo iba bien hasta que la avisaron de que tenía un embarazo de alto riesgo e iban a provocarle el parto. “Entonces me reuní con Sergio Gómez, el primer teniente de alcalde. Y exigí mis derechos”.
Solicitó sus vacaciones y unos días para asistir al parto “porque a esos días también tenía derecho”. A su vuelta, tras sus primeras vacaciones en 20 años, se encontró con que le habían abierto un expediente por ausentarse de su trabajo, y que lo acordado en esa reunión no valía para nada. “Pero yo la tengo grabada”, apuntala.
Sostiene que hasta hace dos años han estado cobrando por debajo del salario mínimo profesional. La subida del mismo, aprobado hace dos, “se ha comenzado a aplicar este año”. Conchi resume que “nuestros contratos están en fraude de ley. No contemplan la antigüedad ni se ha respetado el salario mínimo”. Ha presentado ya una demanda en los juzgados de lo Social de Sevilla, "por vulneración de mis derechos fundamentales".
Todo que alude el expediente que le ha costado el despido “es falso, y lo puedo acreditar”.También hace hincapié en que Sánchez Gordillo “está enfermo y no aparece por el Ayuntamiento. Por eso teníamos muchas esperanzas depositadas en el teniente de alcalde. Pero quien ha firmado mi despido ha sido Sánchez Gordillo, el alcalde”.