La primera diplomática en Kabul es española y no quiere irse: Paula nunca llevó velo en Afganistán
La mujer que ejerce la segunda jefatura de la embajada española en el país permanece en el aeropuerto junto al embajador, Gabriel Ferrán.
24 agosto, 2021 02:08Noticias relacionadas
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Paula Sánchez siempre quiso ser diplomática. En agosto de 2020 cumplió su objetivo: fue destinada a la segunda jefatura de la embajada española en Afganistán. Lo que seguramente no se esperaba es que los talibanes tomarían el país estando ella ahí, en su primer destino. Ahora Sánchez permanece en el aeropuerto que acapara todos los titulares, en la última vía de escape del terror. Igual que el embajador Gabriel Ferrán, Sánchez quiere quedarse hasta el final.
El último avión que ha llegado cargado de colaboradores afganos tocó tierra este lunes en la base aérea de Torrejón de Ardoz. Era un aparato comercial de la compañía Air Europa con 260 refugiados afganos, entre ellos, 14 bebés.
Una semana después de la caída de Kabul en manos de los talibanes, España es la principal puerta de entrada de refugiados afganos en la Unión Europea. Hasta el momento han llegado a Torrejón más de 700 evacuados. De ellos, ya han salido hacia sus respectivos países 42 europeos: 20 hacia Alemania, 15 a Dinamarca y 6 a Lituania.
"En un momento de necesidad, España ha demostrado su gran sentido de solidaridad. España es un ejemplo de lo que es el alma de Europa en su mejor expresión", dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el pasado sábado en su visita a la base aérea. Mientras tanto, los diplomáticos españoles siguen al pie del cañón para que nadie se quede atrás. La Oficina de Información Diplomática asegura a este periódico que Ferrán y Sánchez se encuentran bien en el aeródromo, pero no pueden ofrecer más detalles por cuestiones de seguridad.
"Es buena gente, muy joven pero simpática. No se moja mucho en nada pero siempre te contesta cuando le preguntas algo", explica una fuente que ha requerido de ella para hacer gestiones en este último año en Kabul. Sánchez siempre coge el teléfono y contesta al correo electrónico rápidamente.
Fue la primera mujer diplomática en pisar Kabul. “Había muchos elementos que me fascinaban del país”, dijo en una entrevista con el podcast Mujeres del mundo en mayo de este año. “Uno, el momento político, con las negociaciones de paz en curso. Y luego, el hecho de que es una misión de la OTAN donde España ha podido desempeñar una misión importante desde el principio”.
“Poder continuar en mi puesto hasta el final ya sería un logro. Hay una inestabilidad política que nunca sabes cómo va a ser el día de mañana”, dijo la segunda al mando de la embajada. Sus previsiones han terminado teniendo el peor pronóstico posible. Solo un año después de su llegada, el fundamentalismo islámico ha vuelto a tomar el país.
32 años, 5 idiomas
Sánchez nació en Madrid hace 32 años y estudió en un colegio británico de la capital. Posteriormente cursó Traducción e Interpretación en la Universidad Autónoma de Madrid. Habla cinco idiomas: español, inglés, francés, portugués y ruso. Cursó el máster en Diplomacia y Relaciones Internacionales en la Escuela Diplomática y en 2019 ingresó en la carrera diplomática. Fue la octava de los 32 diplomáticos que salieron de su promoción. Antes de su paso por Kabul, cursó unas prácticas en Rabat (Marruecos).
En la segunda jefatura de Kabul ha tenido mucho trabajo, ya que la delegación española en el país es pequeña en comparación con otros destinos. “El perfil de segunda jefatura cambia según el país de destino. Solo hay dos perfiles diplomáticos en la embajada de Kabul: el embajador y yo. Ser segunda jefatura aquí implica asumir muchas funciones. Concentra tres sombreros: me encargo de los asuntos políticos que no asume el embajador directamente, encargada de asuntos consulares y encargada de asuntos administrativos”.
Sánchez aseguró en el citado podcast haber sufrido un choque cultural muy notable: “Este país tiene muchas cosas que te cambian. Venir a un país en guerra te obliga a buscar la belleza en el día a día. Las personas son enormemente acogedoras”. Pese a la imagen que todos tenemos de Afganistán, no se cubría la cabeza con un velo en público. “Nunca se me ha exigido el velo, de ninguna manera”.
Solo en una ocasión aseguró ponérselo. Fue en un acto con una serie de líderes religiosos. Se lo puso para no desentonar, Concluido el acto entabló conversación con una mujer afgana que le confesó que ella se había sentido obligada a ponérselo también cuando vio que una occidental lo llevaba. "Se sintió culpable”, decía la diplomática. "Qué paradójico, la vida nos pone en contextos donde hay una inflación de expectativas, de lo propio y lo ajeno. Pensando que iba a respetar más al país, paradójicamente, estaba poniendo en un compromiso a mujeres que deseaban expresar su libertad de otra manera".
“La mujer afgana tiene muchas dificultades para integrarse en ciertas estructuras institucionales. Pero para los extranjeros tienen lo que llaman en tercer género. Es como si fuésemos una persona distinta, muy entrecomillas, del afgano o de la afgana en virtud del cual no se nos exige ceñirnos a los estándares afganos de ninguna manera. No he tenido ningún problema por ir sin velo en la calle. Ningún afgano ha tenido un gesto que me haga sentir menos por ser mujer”.
A bordo de un blindado
La razón por la que Sánchez aceptó este puesto es su situación personal. No tiene hijos ni se le conoce pareja sentimental. “Con mayores compromisos familiares es más difícil”, aseguraba. “Quiero ser madre. No sé si voy a poder serlo estando en Afganistán”. Además, el tema familiar es algo polémico dentro del mundo diplomático. “No dan ninguna facilidad a las familias”, se quejaba una fuente diplomática recientemente ante este periodista.
Pese a todo, Sánchez ha tenido la oprtunidad de vivir en primera persona algunos episodios cruciales en la geopolítica mundial, como las negociaciones de paz con los talibanes en Doha (Catar). “Había apenas cuatro mujeres en las negociaciones de paz en Doha. Una sola mujer pudo estar presente en Moscú, después de mucha negociación”.
“No puedo conocer el país tanto como me gustaría. Solo puedo salir en blindado con agentes de policía nacional. No puedo pasear por las calles y ver un mercado de cerca. Esa es la mayor lacra. Espero que el proceso de paz permita al mundo ver Afganistán de cerca”, dijo en mayo. No va a poder ser. Al menos, no próximamente.