Álex era un veinteañero con talento para dibujar. Le apasionaba el universo Marvel: coleccionaba muñecos y cuadros de superhérores, incluso se tatuó a Daredevil y Venom. Para Alejandro, la pareja sentimental de la madre del chico, eso eran cosas de friki. Álex cuidaba de su hermana y ayudaba en las tareas del hogar mientras se sacaba el carné de conducir para buscar curro. Para Alejandro era un mantenido. Álex tenía un trato frío con Alejandro porque su madre tuvo otra pareja que le pegaba. Alejandro quería que Álex le viese como una figura paterna. Este sábado, Alejandro le rebanó el cuello a Álex en Cartagena.
"Mi hijo se murió en mis brazos", subraya desconsolada Camelia, la madre de Álex. En un banco del Tanatorio Santa Lucía atiende a EL ESPAÑOL después de ser informada de que este martes podrá celebrar el velatorio de su hijo tras serle practicada la autopsia, que se incluirá en las diligencias de este truculento homicidio que investiga la Policía Nacional.
"No pude hacer nada por salvarle", se repite con sentimiento de culpa Camelia, a pesar de que esta madre sí trató de evitar la muerte de su hijo. De hecho, en su mano derecha lleva una férula porque su pareja le cortó un tendón cuando ella frustró la primera puñalada contra Álex, justo antes de que su novio le cortase la carótida con un cuchillo de sierra para el pan.
"Lo último que dijo mi pareja al ser detenido por la Policía Local fue: 'Nena se va a salvar, todo saldrá bien'. Menudo hijo de puta". Otro más en la turbulenta vida sentimental de esta mujer nacida hace 38 años en Constanza: una ciudad de Rumanía, a orillas del mar Negro. "Álex era un crío bueno, que no expresaba sus sentimientos porque ha pasado mucho en la vida".
A los 4 añitos tuvo que separarse de su madre porque voló a España a buscar un futuro para su hijo y un sustento para su familia en Rumanía. "Mis padres eran pobres y dejé a Álex con ellos para irme a Valencia junto a mi marido: él se marchó antes, encontró trabajo de albañil, y cuando se asentó, fui yo a trabajar en una cafetería".
Meses después se mudaron a Cartagena. En tierras murcianas, su esposo comenzó una nueva etapa laboral como pintor y ella de camarera en un bar. "Trabajábamos en negro porque no teníamos papeles". Tal precariedad no le impidió a Camy hacer lo que más deseaba en el mundo: "Me traje a Álex cuando tenía seis años". El chiquillo primero lo pasó mal por el cambio de país y luego por los malos tratos que su padre infligía a su madre. "Me pegaba, un día me cortó los dedos y al final me separé".
Otro maltratador
La violencia que sufrió en su matrimonio no hizo que esta mujer se cerrara al amor y tiempo después entabló otra relación sentimental. "Me quedé embarazada, pero en una ecografía detectaron que mi hija Ainhoa tenía el síndrome de Edwards y los médicos dijeron que moriría por ese problema genético". A los dos meses y medio de nacer la pequeña dejó de respirar. "Mi segunda pareja se quedó mal tras la muerte de Ainhoa y lo pagaba con nosotros". A pesar de ello, volvieron a probar suerte con la maternidad y nació Ángela.
La llegada al mundo de la pequeña no mejoró la convivencia familiar. "Un día, el padre de Ángela le pegó a Álex y me marché a Almería a casa de una amiga para que no nos volviese a poner la mano encima". Camy se deslomó como empaquetadora de una empresa de lechugas para sacar adelante a sus hijos porque su expareja no le pasaba la pensión por la niña. "Desde los 21 años he trabajado buscando el sueño español". Un sueño reducido a deslomarse tras la barra de un bar para que no le faltase de nada ni a sus hijos ni a sus padres en Rumanía.
Hace cuatro años Camelia se marchó de Almería para regresar a Cartagena, junto a sus críos: Álex y Ángela, a los que quería tanto y de los que se sentía tan orgullosa que hasta se tatuó sus nombres. Empezó una nueva vida lejos de los hombres, encontró empleo de camarera para una cafetería que pertenece a una cadena de locales de apuestas, y alquiló un piso en el Barrio de la Concepción -en los aledaños del Estadio Cartagonova-. Por allí, todos los vecinos la conocen con cariño como Camy.
Pretendiente por redes sociales
Esta nueva etapa no estuvo exenta de problemas en la vida familiar de esta madre coraje: "Álex sufrió acoso en el instituto, se metían con él porque era rumano". Camy había peleado demasiado por sacar adelante a sus hijos y no dudó en denunciar en el instituto lo que estaba sucediendo, pero le pasó factura anímicamente porque su hijo no terminó sus estudios de Educación Secundaria Obligatoria, incluso regresó a su país durante una temporada para poner tierra de por miedo con los acosadores.
"Estaba sola, pasando una mala racha, necesitaba consuelo, alguien que me escuchase y conocí a Alejandro". Un hombre divorciado, con tres hijos, y que frecuentaba la cafetería donde estaba empleada esta mujer maltratada en cada relación. "Un día, en mi trabajo, me escuchó decir que necesitaba un albañil porque tenía un problema con una tubería del baño de mi casa y se ofreció a arreglarlo".
Ella rechazó el ofrecimiento, sin embargo, Alejandro localizó en Facebook el perfil de Camy y comenzó a cortejarla enviándole mensajes. "Me pareció un buen muchacho, tranquilo, romántico y empezamos a quedar". A los tres meses de relación, y tras conocer a la familia de este "oficial de pintura" de un importante astillero de Cartagena, Alejandro se instaló en el piso que esta mujer alquiló con sus hijos en el Barrio de la Concepción.
Y a Camy otra vez se le torció una relación sentimental porque Alejandro, a veces, se alteraba más de la cuenta, chillaba, insultaba.... "Tuvo una mala racha porque se le acumulaban las deudas, la hipoteca de la casa, la pensión de sus hijos, un préstamo personal, multas de tráfico porque tras separarse fue una cabeza loca, le dio por beber y conducir con exceso de velocidad, pero no le di una patada porque cualquier persona puede tener una temporada difícil y decidí tirar para adelante".
Una relación fría
Alejandro comenzó a alternar su empleo en el astillero con 'chapuzas' que se buscaba en su tiempo libre para sanear sus cuentas. Y ahí estuvo Camelia para ayudarle de nuevo. Cuando acababa su turno en el salón de juegos, se iba a ayudar "en las reformas de pisos" que hacía su novio, de 41 años, hijo de un conocido cantante de Cartagena.
"Álex se ocupaba de cuidar a su hermana, lavaba los platos, tendía la ropa, cocinaba: era consciente de que trabajábamos mucho y ayudaba en casa", recuerda sobre la conducta "responsable" del veinteañero.
- ¿Era mala la relación entre su pareja, Alejandro, y su hijo, Álex?
- Como yo lo pasé mal con el padre de Álex y con el padre de Ángela, pues mi hijo, por esas experiencias, no quería implicarse en mi relación. Mi pareja, Alejandro, no entendía eso. Me machacaba la cabeza con ese tema. Me decía que mi hijo era muy frío con él y que era 'friki' porque le gustaban los superhéroes. Yo le decía que no le podía pedir a una criatura que había pasado por tanto, que tuviese todo el cariño del mundo con él. Yo me gané el cariño de sus tres hijos, pero él no hacía lo mismo con Álex. Llevábamos un año discutiendo por eso. Yo le decía que no podía ser el padre de mi hijo porque lo había criado yo y tampoco podía obligar a mi hijo a querer a una persona que no era de su sangre. Yo le decía a Alejandro que se tenía que ganar a Álex dándole cariño.
- ¿Esa frialdad repercutía en la convivencia?
- No. En los tres años que llevo saliendo con Alejandro solo dicutió una vez con Álex: fue hace dos semanas. Tuvieron un roce en una conversación porque los dos tenían un carácter fuerte. Alejandro le dijo a mi hijo que era un inútil, que con la edad que tenía todavía dependía de su madre, pero yo le recordé a mi pareja que Álex cuidaba a su hermana y eso era como un trabajo y que además estudiaba para encontrar empleo.
Este veinteañero fan de las historias de Marvel no terminó la ESO, pero estudió un máster de quiromasaje y también hizo cursos de comercial, de atención al cliente en inglés y de mozo de almacén. Además, acababa de aprobar el examen teórico para obtener el carné de conducir. "Le dije a Alejandro que yo no hablaba mal de sus hijos, le pregunté porqué no veía a mi hijo como una personal normal y le advertí de que me estaba cansando, pero nunca imaginé que le podría hacer algo tan malo a Álex", admite Camelia entre lágrimas.
- ¿Cómo acabó su pareja arrebatándole la vida a su hijo el sábado?
- El domingo teníamos decidido ir a Murcia a celebrar el cumpleaños de mi cuñada y mi hijo, el sábado, me preguntó si se podía quedar con su novia en casa. Le dije que sí y me encargó que le comprase preservativos. Estuve todo el sábado limpiando a fondo el piso y cuando salí a hacer la compra olvidé los preservativos. Mi hijo me preguntó por la noche y le mentí diciéndole que no había ido al supermercado para no descutir, pero Álex se enfadó. Yo le dije que era mayor, que no tenía que depender de mí, y me levantó la voz en la cocina más de lo normal. Entonces, mi pareja, Alejandro, vino del salón y le dijo a mi hijo: '¡Eres un sinvergüenza!' '¡A tu madre se le habla bien!' Mi hijo se levantó, tiró el plato de su cena contra la mesa y dijo: '¡Iros a la mierda!'
Cuando Álex trató de salir de la cocina comenzó una pelea que terminó bañada en sangre. "Alejandro le dió un puñetazo a mi hijo, comenzaron los dos a golpearse, luego se dieron un cabezazo, siguieron peleándose hacia la galería donde estaba la cría, yo me fui a arropar a Ángela y le dije que corriese hacia su habitación". La cría, de 6 años, se encerró en su cuarto, presa del pánico, ante la violenta escena que también presenció uno de los tres hijos de Alejandro. "El niño de 13 años fue testigo de todo lo que hizo su padre porque estaba pasando unos días con nosotros", tal y como precisa Camy a EL ESPAÑOL.
- ¿Qué pasó después?
- Agarré de la cintura a mi hijo y le dije que no se pelease más, que lo hiciese por mí y por su hermana. Después le grité a mi novio que se marchara. Alejandro le dijo a mi hijo: 'Vaya desgracia te vas a buscar'. Álex me miró diciéndome: 'No voy a permitir a este que me levante la mano porque no es mi padre'. Entonces, Alejandro corrió a por los cuchillos, se vino hacia nosotros y trató de meterle a mi hijo el cuchillo del pan en el ojo. Ahí fue cuando yo puse la mano para protegerle, me cortó, bajé el brazo y cuando levanté la cara, Álex tenía la puñalada en el cuello. Era como un agujero, traté de taponarle la herida, le senté en el suelo y le dije: 'Hijo mío hazlo por mí, aguanta, yo te quiero mucho'. Pero me contestó: 'Mamá, no puedo más'. Se murió en mis brazos sin poder hacer nada. Había sangre por toda la cocina.
Camelia no puede seguir hablando. Llora sin consuelo y se enciende un pitillo tras otro porque la tercera relación sentimental que ha mantenido con un hombre se ha saldado de forma violenta. "La historia se ha vuelto a repetir", reflexiona con un cabestrillo y una férula en su brazo derecho. "Espero que la Justicia sea dura con Alejandro, que esto no sea una condena de cinco años y luego quede en libertad como si nada".
Esta mujer está desesperada porque no puede trabajar y ha iniciado una colecta a contrarreloj para pagar el entierro de su hijo y el viaje desde Rumanía de los abuelos y de la tía de Álex para que puedan asistir al sepelio en Cartagena. "No sé si volveré a mi empleo de camarera porque me cortó los tendones y a lo mejor no puedo mover el brazo otra vez".
Algunos vecinos han comenzado a dar donativos a esta cuenta para ayudar a Camy: ES 0721002192810200557475. "No puedo regresar a esa casa porque me recuerda lo que pasó y a Álex: hace dos meses conoció a una chica, estaba muy enamorado, feliz y se quería independizar".