Cristian está vivo de milagro. Este militar de 27 años salió con sus compañeros de cuartel el pasado sábado 4 de septiembre por Huesca. Celebraban que a uno de ellos le concedían un traslado. La noche no terminó como esperaban. Debido a un golpe rastrero y gratuito, ahora Cristian no oye nada del oído izquierdo y muy poco del derecho. Esto ha terminado con su plan de entrar en la Guardia Civil.
“Cristian nunca salía. Entre semana estaba en Huesca y los fines de semana bajaba a Madrid. Esta semana coincidía que eran las maniobras Toro. Ese fin de semana tenía que estar a menos de 20 minutos del cuartel”, explica Paula, su novia, que está embarazada de seis meses. “Él, al principio no quería salir. Yo le dije: 'Cristian, hombre, sal. No vas a estar todo el finde encerrado en el cuartel'. Y salieron”. El cuartel en cuestión es el Sancho Ramírez de Huesca.
Eran las 1:40 horas cuando Cristian y sus compañeros estaban en la plaza Nuestra Señora de Salas. Les acompañaban dos chicas jóvenes: la novia de uno de ellos y una amiga. En un momento dado, ocho personas de etnia gitana comienzan a “acosar” a una de las chicas.
“El típico acoso que vivimos las mujeres cuando estamos de fiesta a esas horas de la noche. Empezaron a decirle cosas”, relata Paula. “El novio de una de ellas quiso responder ante ese abuso que estaban sufriendo las chicas”. Los ocho le rodearon con intención de agredirle. Cristian intercedió. Intentó calmar las aguas y que cada uno siguiera por su lado. “Pide a los ocho chicos que dejen en paz a la chica y que no les molesten”.
Cuando parecía que todo se calmaba, uno de los ocho le propinó un fuerte puñetazo a Cristian en la mandíbula de imprevisto. El soldado perdió en ese instante el conocimiento y cayó al suelo. Su cabeza rebotó entonces dos veces en la acera. Una, con la zona occipital, y otra, con la parte derecha del cráneo.
Agresión a los policías
Un coche de policía apareció a los pocos minutos para identificar a los agresores, pero estos, no contentos con el golpe a Cristian, también la tomaron con los agentes. Eran dos contra ocho, nada que hacer. Los jóvenes rodearon a los agentes, tal como consta el atestado publicado por El Periódico de Aragón.
Los agresores agarraron a los policías, les zarandearon y les lanzaron golpes para evitar que se acercaran al que tenía restos de sangre en su ropa. La agresión no llegó a más gracias a la aparición de un segundo coche patrulla. Los agresores se dispersaron y consiguieron huir.
Por su parte, Cristian fue llevado directamente en ambulancia al hospital universitario San Jorge de Huesca en estado crítico. Viendo el cuadro que presentaba fue de nuevo trasladado al hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza. Allí fue intervenido de urgencia de una fractura craneal.
“Nos dijeron que de esta no salía”, asegura Paula. Cristian pasó del quirófano a la UCI y, contra todo pronóstico, vive para contarlo. Ahora tiene una enorme cicatriz en la cabeza y ha perdido casi por completo la audición.
La investigación policial consiguió identificar a los tres principales responsables de esta agresión, gracias a una serie de detenciones y ruedas de reconocimiento. Los responsables tienen antecedentes, según asegura Paula. Quedaron en libertad el pasado jueves por decisión del Juzgado de Instrucción número 1 de Huesca.
“Es increíble. Casi matan a una persona. Nos dijeron que de esta no salía. En la UCI nos lo pintaron muy chungo. Y están en la calle con cargos. Siguen haciendo lo que les da la gana”, protesta Paula, impotente, al ver lo que le han hecho a su pareja y padre de su futuro hijo. Pese a su destino, este militar es natural de Valdemoro (Madrid) y pasará allí su recuperación. “Dentro de lo que estamos viviendo, estoy agradecidísima de poder tener a Cristian conmigo”.
—¿Cómo está de ánimo?
—Está muy bien de ánimo. Estamos haciendo ejercicios, estamos andando, trabajando todos los músculos que podemos. Él está animado y tiene ganas de recuperarse. Las malas noticias que le estamos dando se las está tomando con mucha filosofía.
La recuperación de Cristian se prevé muy larga y ya nunca podrá ejercer en el ejército o en la Guardia Civil más allá de tareas administrativas, algo que queda muy lejos de los planes de este joven soldado.