Que la fábrica de cerebros española está en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), a medio camino entre la Facultad de Física y la de Matemáticas, no es ya ningún secreto. Allí, una treintena de alumnos empieza cada mes a septiembre a estudiar el doble grado que combina estas dos ciencias y cuya nota de corte es la más alta del todo el país, un 13,875 sobre 14. Prácticamente un sobresaliente.
Y es precisamente este requisito el que ha hecho que, desde hace más de diez años —el doble grado se ofertó por primera vez en 2011—, este centro universitario atraiga a las mentes más brillantes de todo el territorio nacional.
La cuestión, obviamente, no queda ahí. Y es que después de terminar esta carrera, para lo que según cuentan los universitarios que la cursan es necesaria la constancia y dedicar al estudio prácticamente todo el día, el mercado laboral espera con un sinfin de posibilidades a los treinta alumnos que cada año terminan estas dos carreras. Y es ahí dónde surgen los interrogantes. ¿Dónde trabajan los cerebros españoles? ¿Por qué se rifan a estos graduados? ¿Qué condiciones tienen en el trabajo?
El mejor ejemplo para averiguarlo es Ángel López Corps. Tiene 25 años y hace dos terminó el doble grado en Física y Matemáticas en la UCM. López Corps cuenta que, tras finalizar la carrera los universitarios, o bien eligen continuar formándose con un máster y después comienzan el doctorado, o bien eligen solo hacen primero y después aceptan alguna oferta del sector privado. En otras palabras, se debaten entre la carrera científica o trabajar en una empresa.
Estadística cuántica
Ángel escogió la primera opción. Estudió un máster de Física Teórica en 2020, pues se dio cuenta de que "le gustaba más utilizar las herramientas de las matemáticas para resolver problemas físicos". Y ahora está en su segundo año de doctorado en la Complutense. "La rama de la física que investigo es la estadística cuántica. Estudio cómo se comporta un estado cuántico cuando lo sacas del equilibrio y lo dejas evolucionar. Intento resolver cuestiones fundamentales que puedan tener una aplicación tecnológica inmediata", explica este doctorando, en conversación con EL ESPAÑOL.
¿Dónde le gustaría trabajar en un futuro? Con el tiempo, y tras algunas estancias posdoctorales que planea llevar a cabo, Ángel espera poder estabilizarse en algun centro de investigación o en la universidad. Parecido es el plan de Esther Cruz (25), compañera de su promoción y que, desde hace dos años, está afincada en Munich, Alemania.
"En cuarto curso, hice el erasmus en Munich y me gustó mucho el sistema que tenían allí. Así que volví a terminar el doble grado y me marché. Estudié un máster en física en la Ludwig-Maximiliam-Universität (Munich). Y en la actudalidad estoy haciendo el doctorado en el Instituto Max-Planck de Óptica Cuántica, en el grupo de teoría de Ignacio Cirac, también en Munich, sobre computación cuántica", cuenta Cruz.
Lo que investiga esta joven son los algoritmos cuánticos; un nuevo paradigma de computación en el que en vez de hacer cálculos con ordenadores, trata de hacerlos con electrones o átomos. No parece sencillo, pero tiene claro que es lo suyo y que, mientras pueda, seguirá dedicándose a dicha investigación en el país germánico.
Empresa privada
Esther y Ángel fueron ese 50 por ciento de su promoción, según cuentan, que escogieron la carrera científica. Pero, ¿y el resto? Eligieron la segunda opción. "La mayoría hizo un máster en Big Data o relacionado con la Ingeniería Matemática y enseguida encontró trabajo en la empresa privada", sostiene Ángel. Y es que si hay una elección segura de cara a un empleo seguro y bien remunerado en el área de las Matemáticas y la Física es en la empresa privada.
Es lo que sostiene Sara Álvarez, directora de Atracción de Talento en Adecco. "El perfil de estos graduados es muy transversal y por este motivo es demandado por multinacionales, empresas medianas, start-up... Son carreras muy atractivas porque a nivel formativo los graduados están enfocados hacia tendencias muy importantes como el mundo de los datos. Son matemáticos vinculados a la tecnología y tienen gran valor, por ejemplo, en areas de calidad, el sector farma...".
También en el sector de la consultoría, cuenta Ángel López. "Estas empresas buscan perfiles que sepan resolver problemas de tipo estadístico, de optimización de recursos... y todo ello de una manera creativa. Requisitos que adquirimos en este doble grado, tenemos mucho bagaje matemático", apunta.
Entre tanto, a esa gran oferta laboral también le acompañan buenas condiciones económicas. Un perfil junior comienza con un salalario neto de 21.000 euros anuales, pero con dos años de experiencia puede alcanzar ya los 30.000. Y a partir de los cinco, los 40.000.
Astronauta
Aunque estas son las salidas laborales más realistas para estos graduados, el abánico de posibilidades es muy grande y son muchos los estudiantes que tienen aspiraciones todavía mayores. Es el caso, por ejemplo, de Isamel Nogal Ayuso (20), de segundo curso. En una entrevista reciente con este periódico, contaba que desde pequeño siempre tuvo una cosa clara, un sueño: poder ser algún día astronauta.
Y lo cierto es que, por el momento, va en buena dirección. "Yo quiero ser astronauta y me metí aquí para poder potenciar mis habilidades. A día de hoy, sigo trabajando para ello. La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) sacó hace poco ofertas de trabajo. Se necesita un grado, un máster y un año de prácticas en el ámbito científico. Mi meta es eso, poder dedicarme a esto. Y si se me da la oportunidad, me iré hasta el infinito y más allá", contaba, entre risas, este universitario.
Sea como sea, lo que está claro es que acceder a este doble grado es sinónimo de éxito; y de conseguir, en algunos casos, un empleo con el que tal vez muy pocos pueden soñar. De ahí que sea tan acertado llamar a ambas facultades de la Complutense, la fabrica de cerebros española.