Son las 17:33 del miércoles 29 de septiembre. José Amedo (Lugo, 1946) llega puntual a su cita en Pozuelo de Alcorcón (Madrid). Le queda cerca de casa, así que llega a pie. A sus 75 años, y con muchos tiros dados, se mueve sin dificultad. Saluda con voz grave y rápidamente elige el bar donde sentarse a dar una entrevista. Lleva años sin conceder una. Ahora se dedica a negocios inmobiliarios, sobre todo en la Costa del Sol. Las reuniones le ocupan gran parte de su día: “No tengo tiempo para leer ni para ver series”.
Pepe, como lo conocen sus más cercanos, sigue fumando Ducados negros. Los acompaña con una boquilla transparente, de color gris. Hasta cinco llega a encender en la hora escasa que dura la entrevista. Los marida con un Beefeater con tónica en copa de balón, aunque los prefiere en vaso de tubo.
A Amedo lo reconocen por la calle. El mismo dueño del bar sabe quién es. “Los jóvenes menos. Ni siquiera saben quién fue Franco o dónde está Cuenca”, dice mientras recuerda un vídeo viral que una vez vio en la televisión.
Para quien no lo sepa, José Amedo fue subcomisario de Policía en la Unidad de Información en el País Vasco cuando ETA mataba casi a diario. Pero es más conocido por ser el “capataz” de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) de la Policía Nacional, un invento del gobierno socialista de la etapa de Felipe González para combatir a la banda terrorista con métodos ilegales y fuera de la ley. Secuestros, asesinatos y desapariciones fueron las formas de actuar que constituyeron el modus operandi de un equipo que, dependiendo del uniforme que llevase, pertenecía a un Cuerpo o a otro: la Policía, la Guardia Civil y el CESID, ahora CNI. También contrataban a mercenarios.
Y en medio de todo, dirigiendo, pagando con fondos reservados y eligiendo a los participantes, estaba Amedo. En 1991 fue condenado a 108 años de prisión y en 1998 a otros nueve y medio. De todos ellos cumplió 12. “Asumimos el marrón de todos, mi subordinado y yo (se refiere a Michel Domínguez, al que en la entrevista lo catalago de su “traductor de francés”). Les hacía falta una cabeza de turco para justificarse ante los franceses de que alguien era responsable de los GAL”.
A posteriori, fueron condenados el entonces Gobernador Civil de Vizcaya, Julián Sancristóbal, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera; y el ministro del Interior de la época, José Barrionuevo, por el secuestro de Segundo Marey, que nunca tuvo relación con ETA.
Amedo se ha mostrado arrepentido por todo el daño y dolor ocasionado entre 1983 y 1986, “cuando estuvieron activos los GAL”, aunque los asesinatos fuera de la ley desde la trinchera del Estado se produjeron hasta julio de 1987. Un ejemplo de su arrepentimiento está en que se ha visto varias veces con víctimas del aparato parapolicial que ayudó a organizar, como son la viuda de García Goena, Laura Martín o Pilar Zabala, hermana de José Ignacio Zabala, asesinado por los GAL junto a José Antonio Lasa y enterrados en cal viva.
La última vez que vio a Pili, como él la llama, fue el viernes 24 de este mes, en un local cerca de la parada del metro de Estrecho, en Madrid. Acudieron los dos a la presentación del podcast GAL: El triángulo producido por Podimo y conducido por el periodista de investigación Antonio Rubio. Ahí es donde se gesta esta entrevista.
¿Qué queda por saber del terorrismo de Estado? ¿Alguien lo organizó todo por encima de los nombres con responsabilidades políticas ya mencionados?
Por los despachos de La Moncloa del actual Gobierno de Pedro Sánchez corre un borrador de una nueva Ley de Secretos Oficiales que sustituiría a la vigente, que data del franquismo. El texto podría arrojar luz a partes clave de uno de los puntos más oscuros de la democracia española, aunque según se ha publicado el Ejecutivo trabaja con la idea de dejar fuera tanto los papeles de los GAL como los del 23-F.
“Esos papeles no se van a desclasificar. Por lo menos hasta que el que lo ordenó se muera. Eso me lo ha dicho un agente del CNI no hace mucho”, afirma tajante Amedo.
¿Y qué le parece que no se desclasifique? “Me trae absolutamente sin cuidado. Si se desclasifican se vería la responsabilidad de cada uno y cómo nos hemos comido el marrón de todos”.
Vera, Sancristobal y Barrionuevo todavía están vivos, pero la idea de que alguien por encima de ellos fue quien dio luz verde al grupo que acabó con 28 vidas en cuatro años siempre ha estado ahí. “De Felipe González no voy a hablar nada porque no tengo ningún tipo de pruebas. Yo hablo de Julián Sancristobal, que es el que me daba a mí las órdenes”.
Contra el expresidente socialista nunca han aparecido evidencias que apunten a su autoría intelectual. De vez en cuando, se han publicado algunos documentos de la CIA que lo dejan caer. El más claro, uno de 1984 que dice textualemente “Gonzalez ha accedido a la formación de un grupo de mercenarios, controlado por el Ejército, para combatir a los terroristas fuera de la ley”. Amedo los rechaza: “Todos los papeles de la CIA son mentira, están hechos con recortes de prensa de la época. No tienen ningún fundamento”.
“Que yo sepa, los militares nunca controlaron al GAL. Lo que sí dijeron antes de llegar Felipe González al poder, es que se hiciese algo en el sur de Francia, porque aquello era un escándalo. Los militares dijeron que o se hacía algo con aquello o el siguiente golpe iba a ser de verdad”, recuerda.
En aquella época, ETA campaba a sus anchas en esa zona. Entrenaban, se organizaban, cobraban el impuesto revolucionario y se iban de copas. El país galo no colaboraba en la lucha antiterrorista con España y alli se sentían impunes.
“Los GAL lograron su objetivo, que no era acabar con ETA a balazos, sino que Francia colaborase”. Además, cree que, en su momento, la puesta en marcha de sus chicos “estaba justificada porque había muertos a destajo”.
Las operaciones ilegales de los grupos organizados por Amedo y sus superiores acababan en tiros casi siempre. Aquello ahuyentaba a los turistas de Biarritz, Baiona o San Juan de la Luz, españoles en su mayoría que iban a ver películas prohibidas como El último tango en París, a jugar a los casinos o a por ropa que no llegaba a las tiendas de España.
Aquello enfadó a las autoridades francesas, y con la llegada de Jacques Chirac al Eliseo comenzó la colaboración formal entre los dos estados. “Aunque antes los policías ya ayudaban, con el pago de fondos reservados de por medio que les daba yo”, afirma Amedo.
Amedo, encargado de los GAL
Criado en Bilbao desde los tres años, Amedo conocía a la perfección todas las aristas de la sociedad vasca de aquellos años. En muchos casos había estudiado con las personalidades que copaban los órganos de mando a uno y a otro lado del tablero. “Entonces no sabíamos dónde iba a ir cada uno. Muchos acabaron en ETA o eran simpatizantes, otros llegaron a ser empresarios o se metieron en partidos políticos. Me iba con ellos de guateques en su día”, relata.
Amedo conocía todo lo que pasaba en el País Vasco y más aún en la zona sur de Francia. Por eso, cuando Sancristóbal preguntó quién era el más indicado para dirigir los GAL, su jefes no lo dudaron: Pepe era su hombre. Lo mandaron al despacho del Gobernador civil: “Allí me dijo que estaba en peligro la Democracia, que era un tema confidencial, pero que se había decidido ir a Francia a por los etarras”. Había que trasladar el problema al país vecino para que empezasen a colaborar. “El gobierno francés hasta que no colaboró era cómplice, era cómplice de ETA”.
“Sancristobal sabía que yo era el que tenía más contactos en el entorno que trabaja con ETA y en la policía francesa. No había nadie que tuviera más. Yo pasaba a Francia como una persona más. Era el único que hacía informes y por eso vino el jefe del CESID para que trabajase también para ellos. Y entonces Sancristóbal fue el que me captó para que les pusiera a funcionar de acuerdo a las instrucciones que iban a dar para para la actividad de los GAL”, resume.
Pasar página
Los acuerdos a los que ha llegado de Gobierno de Pedro Sánchez con los herederos políticos de ETA, EH Bildu, han servido a la oposición para atacar al Ejecutivo día tras día. Pero Amedo cree que este “blanqueamiento” no viene de ahora, sino desde hace más de 30 años.
“Quiero resaltar que de esto se va a pasar página, de los GAL y de ETA. Pero no porque lo haga este Gobierno. Esto está pactado desde el año 88 en los acuerdos de Ajuria Enea”. Aquellos pactos, en los que participaron todas las fuerzas políticas, sentaron las bases para buscar una solución “política” a ETA y daba capacidad al Gobierno de turno para entablar conversaciones siempre que abandonasen la lucha armada. Según Amedo, el político vasco Julen Guimón pidió al histórico líder del PNV Xabier Arzalluz que no se hiciese público este extremo.
“Todos los estados que han tenido terrorismo, como Inglaterra con el IRA, han negociado políticamente. También ha pasado recientemente con las FARC en Colombia. Ningún Estado quiere que se hable constantemente de estos temas. Todos querían que se acabase ETA como fuese. Pero entonces, después y ahora y siempre. Todos los que han gobernado desde que empezó la democracia han querido quitarse el muerto, porque es lógico”.
Amedo no duda en afirmar que ETA sigue vigente aunque no mate: “Políticamente, nada más. ETA ha perdido la guerra. Pero claro, esa es la condición, para que se legalizase, como en Reino Unido”. Les otorga el haber ganado en el terreno político, en los parlamentos donde la izquierda abertzale tiene representación y en el Congreso de los Diputados, donde el PSOE los necesita para sacar adelante medidas de calado, como los Presupuestos Generales del Estado.
“Políticamente han ganado porque han conseguido su legalización. Guimón dijo, más o menos, que lo de Ajuria Enea era un mal que había que asumir para conseguir el fin de ETA, para conseguir un bien definitivo".
Dormir bien
Por los ojos de Amedo ha pasado todo lo imaginable. “Los policías de información estamos al tanto del mundo del hampa”. Asesinatos, tiroteos, prostitución, droga. Era el día a día en el norte en los años 80. Cada vez que veía a un amigo asesinado pensaba “cualquier día estoy aquí”. Pero a pesar de todo, duerme bien. Siempre lo ha hecho.
“Dormía bien entonces, cuando intentaron matarme hasta siete veces, cuando dormía con una granada de mano por si venía un comando para lanzarla primero y sacar el arma después. Cuando a Zabarte Arregui, el ‘Carnicero de Mondragón’, lo mandó el líder etarra Wilson a matarme. Si dormía bien entonces, imagina ahora”.
A pesar de su arrepentimiento, no titubea al confesar que llegó a sentir “placer” cuando se enteraba que los suyos se habían cargado a alguno de los otros. En su libro Cal viva (La esfera de los libros) narra lo siguiente sobre el asesinato de Tomasón, líder etarra: «Uno de los atentados que más placer me produjo, aunque suene duro, fue el que acabó con la vida del sanguinario Tomás Pérez Revilla, Tomasón. Tuvo la muerte que se merecía: tardó 43 días en fallecer, tiempo de sobra para recordar todas sus salvajadas».
“Ahora no pienso así, pero en aquel momento sí. ¿Que por qué? Porque, entre otras cosas, se cargó a dos compañeros míos. Dos novatos, andaluces creo que eran, que querían pasar al sur de Francia. Yo no estaba esos días y les dije que se esperasen a cuando volviese, que tenía los contactos para ir sin riesgo. Pero no me hicieron caso. El lunes cuando vuelvo y me entero de que no han regresado, monto un dispositivo para ir a por ellos, pero justo llegó un burofax de Fraga Iribarne, entonces ministro del Interior, prohibiendo a cualquier policía cruzar a Francia. Un año y pico más tarde, aparecieron esos dos en trocitos en un búnker de la playa de Biarrtiz. Los encontró un niño jugando en el arena.
Más razones para alegrarse de la muerte de Tomasón: “Tres gallegos cruzaron a Francia para ir a ver El último tango en París. Pararon en un bar y allí había un montón de etarras. Los gallegos no tuvieron otra cosa que hacer que cantar el Patria querida, y los otros pensaron que eran policías. Les golpearon con botellas en la cabeza y se lo llevaron. Nunca aparecieron. Años después, cuando el Lobo ya estaba infiltrado, paseando por la playa de Hendaya le dijeron «ahí enterramos a los tres gallegos que pensábamos que eran policías y no veas cómo chillaban cuando Tomasón le sacaban los ojos con un destornillador». Ese era Tomasón. Era un cabrón asqueroso. Era un sanguinario”.
En otro fragmento del mismo libro, Amedo, que ya va por el penúltimo cigarrillo y la copa no llega a la mitad, explica cómo abortó un atentado contra una manifestación abertzale. La idea era coger a un vagabundo e infiltrarlo en la marcha, en la cabecera a poder ser, que es donde se colocaban los jefes. Tenía que llevar un maletín del que creería era un sistema de grabación para un periódico, pero en realidad llevaría explosivos. “Eso era una locura hombre. Hubiesen muerto policías, gente que no tiene nada que ver con ETA… Estaban zumbaos entonces”.
¿Y de quién fue la idea de plantear semejante hecho? “Pues de Julián Sancristobal. Su lema era siempre «quiero sangre», pero hasta en las detenciones rutinarias”. Fue el propio Pepe el que los convenció de no llevar a cabo el plan.
— ¿Tiene el mismo peso moral un asesinato de los GAL que de ETA?
— Ninguno de los dos se tenía que haber producido. Ninguno de los dos. Es difícil de precisar, pero en cualquier caso creo que por temas ideológicos, o por cualquier tema, la violencia siempre es rechazable. La violencia está tan mal en un bando como en el otro.
Amedo nunca llegó a apretar el gatillo. “Sólo apretaba el gatillo contra dianas que se movian muy rápido, que siempre he sido un gran tirador”.
En su afán por redimirse y pedir perdón, Amedo se ha reunido con víctimas de los GAL. Pero tampoco tendría problema en verse, a día de hoy con terroristas. “Con arrepentidos sin problema. Incluso con Zabarte Arregui -el carnicero de Mondragón-, que intentó matarme en una ocasión”. Cree que eso podría ayudar a cerrar heridas que todavía queden abiertas. “Pero son fanáticos, ellos no lo van a hacer. Si dijesen ‘oye, yo he estado en esto, yo ya he causado daño y punto'. Ver una muestra de arrepentimiento, porque saben que no han conseguido nada”.
Atentados sin resolver
El 24 de julio de 1987, Juan Carlos García Goena, sale de su casa directo a su coche, un Citröen Dyane 6. Mete la llave del contacto, la gira y salta por los aires. Es el último atentado de los GAL. Su mujer, Laura Martín, lo ve todo desde su ventana y sale en su auxilio, a trompicones por la escalera, sin que pueda hacer nada.
“Yo fui el primer sorprendido de aquello. Nuestras operaciones se habían acabado en febrero del 86”, explica Amedo. Asegura que no sabe quién puso la bomba en los bajos del coche, pero sí tiene claro que no iban a por Goena. “A por Goena no iban porque no ten´´ia nada que ver con ETA. Más tarde apareció en un zulo un comunicado en francés con el sello de los GAL con la misma fecha que ese atentado. Pero reivindicaba la muerte de un tal Argote, que era un polimili -así se conocían a los líderes de ETA político-militar-. Debieron confundirse de coche”.
Años antes de que se creara el GAL, el 20 de enero de 1980, una bomba de 6 kilos de ‘goma dos’ reventó el bar Aldana, en Alonsotegi. Mató a cuatro personas e hirió a otras diez. El local era un punto de encuentro de nacionalistas de la época.
Aquella investigación la llevó a cabo José Amedo. “He leído en los periódicos que la hice yo, pero no lo recuerdo. Pero seguramente así fuera porque cuando había algo de terrorismo siempre me mandaban a mí”. Preguntado por si recuerda que el atentado sucediese, no duda al responder que sí.
Hace unos años, el diputado del PNV Aitor Esteban reclamó al Ministerio del Interior toda la documentación policial sobre lo sucedido. En concreto, "los datos que constan en el expediente policial abierto", los "pasos que dio la Policía para esclarecer el atentado" y "copia del expediente policial y todos los datos existentes". El departamento que entonces dirigía Jorge Fernandez Díaz respondió que no sabía nada: "Una vez consultados los archivos policiales no existe informe que aporte datos relativos al esclarecimiento de los hechos".
¿Quién lo hizo? “Eso sí lo sé, pero no lo puedo demostrar y por eso no respondo. Digamos que había un tipo en aquella época que se dedicaba a esos temas. Pero digamos que era eso, del Batallón Vasco Español. Y punto”.
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