En el capítulo que abre la nueva temporada de la popular serie de Netflix Sex Education, la pareja protagonista Maeve y Otis da consejos a Dex, un adolescente preocupado porque su novia no llega al orgasmo cuando hacen el amor: “Mira, a la mayoría de las mujeres les cuesta llegar al orgasmo solo con la penetración”, le explica Maeve. Y le da una última clave: “¿Has oído hablar del clítoris? Pues ha llegado el momento de familiarizarte con él”.
Esta escena resume la filosofía y el éxito de Platanomelón, la marca líder de juguetes eróticos en España: por un lado, ponen el foco en la educación sexual; por otro, se centran en la diversión y en desvincularse de la antigua mentalidad coitocentrista. Anna Boldú, CEO y cofundadora de la empresa, atiende a EL ESPAÑOL y cuenta que el proyecto nació en 2014 con el objetivo de “democratizar la felicidad y el bienestar de las personas”.
Precisamente fue a finales de 2014 cuando Michael Lenke lanzó el primer modelo de succionador de clítoris. Ya fuese casualidad o visión de negocio, esta reivindicación del clítoris produciría un cambio de mentalidad en la sociedad que iba a encontrar en Platanomelón la respuesta a los nuevos hábitos sexuales.
Las claves del éxito
Varios son los motivos que han propiciado este éxito. El mérito de la empresa dirigida por Boldú es innegable: “La inspiración nos viene un poco de observar el mercado. En 2014 había muchos referentes en los que no fijarte, mucho sex shop antiguo, oscuro, que iba dirigido a un público muy concreto, más nicho”, cuenta esta empresaria catalana. En efecto, Platanomelón huyó de ese aspecto de tienda estereotípica de film noir y presentó productos coloridos, agradables, que no generasen rechazo sino todo lo contrario: son juguetes sexuales, pero muchos podrían funcionar como elementos decorativos.
Otro acierto fue la decisión de establecerse como una tienda online. En esos momentos era una oportunidad de mercado, ya que “el público de entre 25 y 35 años, hombre o mujer, es muy digital, y eso unido a la confidencialidad del online…”, explica Boldú que, sin embargo, no descarta otros formatos. No en vano, Platanomelón está presente en la tienda física de El corte inglés.
Además, el nombre elegido –Platanomelón– también transmite la frescura y el tono juguetón que pretenden como valores de marca. Boldú no recuerda cuáles fueron los otros nombres que se barajaron en aquella reunión, pero a ella le gusta mucho Platanomelón porque es un nombre memorable y que la gente recuerda: “Hace referencia a que, cuando hay tabús, se trabaja con eufemismos, y la fruta ha sido uno de los grandes eufemismos de la sexualidad, implica diversión…”.
Pero más allá de todos estos aciertos empresariales, lo cierto es que España es un país ideal para este tipo de negocio. Los datos publicados por El economista en aquellos tiempos así lo atestiguan: al año siguiente de nacer Platanomelón, las cifras de facturación del mercado de juguetes eróticos rondaban los 500 millones de euros. Y, en 2016, España abarcaba ya el 20% de la cuota de mercado mundial, por delante de países como Italia o Reino Unido. Por tanto, si estos datos demuestran que se trataba de un sector en auge (“el número de aperturas de establecimientos eróticos se disparó un 120%"), también indican que Platanomelón ha conseguido imponerse a una competencia cada vez mayor.
Los inicios
“Empezamos como cualquier startup, a modo test para entender si realmente nuestra hipótesis tenía sentido y había una necesidad de mercado”, recuerda Anna Boldú. Ella había estudiado Administración de Empresas, venía de haber trabajado en el desarrollo de Martini para Bacardí y no tenía experiencia previa en el sector erótico. Sin embargo, tenía la intuición de que existía un porcentaje de la población, concretamente mujeres de entre 25 y 35 años, que no se veían atraídos por la clásica tienda de luces de neón y puertas espejo: “Muchas veces, ese juguete tan realista puede llegar a generar rechazo: cuanto más realista, más vergüenza puede llegar a dar que alguien sepa que lo tienes”.
Según su hipótesis, esa era la barrera entre las mujeres y el producto, y no el hecho de que no tuvieran inquietud por mejorar su vida íntima. Dicho así, podría pensarse que es simplemente un tema de crear la alternativa idónea, pero hay otro factor igualmente relevante: las tendencias de mercado. “En esa época había un gran boom con la serie Sexo en Nueva York, los libros de 50 sombras de Grey… Se estaba hablando mucho más abiertamente de la sexualidad femenina, pero la solución de mercado no correspondía”, explica Boldú, que rechaza la teoría de que exista un estudio de mercado mágico que revelase esto.
Para Mónica Branni, una de las cuatro sexólogas que trabajan para Platanomelón, la popularización de este tipo de juguetes y el mayor autoconocimiento de la mujer respecto a su propio placer son dos cuestiones que se retroalimentan: “Por un lado, tenemos a nivel social una reivindicación del clítoris; por otro, se trata de tecnologías realmente nuevas que dan pie a conversaciones acerca del placer que antes no se tenían”.
En un primer momento no desarrollaron productos propios, sino que se centraron en fomentar la credibilidad, la educación sexual y la forma en que se relacionaban con el público. Así, fueron evolucionando hasta que en septiembre de 2020, cuando lanzaron Mambo, ya eran la marca líder en España (con una comunidad de dos millones de seguidores). Pero este succionador de clítoris diseñado y fabricado por la propia empresa supuso el boom decisivo.
Mambo, el succionador definitivo
Hubo un tiempo en que las fantasías femeninas eran consideradas una terrible enfermedad que las ponía en riesgo tanto a ellas como al resto de la sociedad. Este tiempo es, básicamente, el de la historia de la humanidad. Así lo retrató el genial cineasta del mudo Benjamin Christensen en Häxan. Esta enfermedad era diagnosticada, finalmente, de modo arbitrario y desembocó en prácticas y tratamientos infernales para las mujeres. Así lo demuestra Didi-Huberman en La invención de la histeria, donde estudia la Salpêtrière, una clínica en la que internaban a estas pacientes a finales del siglo XIX. Más o menos, al mismo tiempo que en Inglaterra se inventa el primer vibrador.
Desde entonces y hasta hace relativamente poco tiempo, el placer femenino ha sido considerado indisociable del falo. Pero los succionadores de clítoris lo cambiaron todo. Al éxito del Satisfyer le ha seguido Mambo que, en palabras de Branni, “es un proyecto que nace con el propósito de crear un juguete erótico que sea innovador y que ofrezca sensaciones nuevas”. Para Boldú, el gran boom del succionador radica en que “fue uno de los primeros juguetes que se focalizaba al 100% en el clítoris, olvidándose de la penetración, que había sido el gran driver del mercado”.
La realidad es que la ciencia demuestra que las personas con más dificultades para llegar al orgasmo son las mujeres heterosexuales: “Un 40% no llega al orgasmo, mientras que en los hombres el porcentaje es del 10%”, explica Branni. Esta disparidad es multicausal: desde la falta de comunicación en la pareja a la falta de conocimiento del propio cuerpo. “Platanomelón intenta llegar adonde no lo hace la educación sexual actual”, insiste esta sexóloga.
En su caso, se ha encontrado a mujeres de mediana edad, ya con hijos, que se dan cuenta de que nunca han tenido un orgasmo. Por eso, en Platanomelón ya no ven Mambo como un producto para un público nicho, sino que se ha ampliado el target: “Cada vez tenemos más personas que descubren su placer con 40 años, incluso con 60. El placer no tiene edad, somos seres sexuados antes de nacer”, opina Branni.
“A nivel de ventas, Mambo está funcionando muy bien”, responde Boldú cuando se le pregunta qué producto tiene más aceptación, si Mambo o Satisfyer. Boldú presume de que se trata de un succionador fabricado con materiales de lujo pero a un precio asequible, algo que consiguen gracias a la integración vertical y la ausencia de intermediarios.
-Sobre la democratización de los precios, ¿hasta qué punto el placer es algo que depende de la situación económica de la persona?
-El placer no debería depender de la situación económica de la persona nunca. Por suerte, los juguetes eróticos son un extra, pero no te privan del placer. A nivel estrategia de marca, lo que hemos querido siempre es intentar ofrecer los mejores productos posibles, de la mejor calidad posible, al mejor precio posible.
Hombres vs succionadores
Pero este boom de los succionadores de clítoris no ha sido acogido igual de bien por todo el mundo. De hecho, se ha generado una cierta reacción por parte de algunos hombres que se ven amenazados por estos nuevos juguetes, con un razonamiento similar al de quienes protestan ante la llegada de inmigrantes porque, dicen, llegan para quitarles el trabajo.
Para Anna Boldú, este problema solo puede solucionarse con mucha educación, ya que “un juguete nunca va a sustituir a un humano, sino que es un extra que suma a la relación”. Mónica Branni coincide en que falta educación sexual: “Venimos de una mentalidad coitocentrista donde se entiende que el placer lo tiene que proporcionar otra persona. Como todo cambio, implica reacciones y parte del colectivo masculino se siente amenazado, pues ven que ya no tienen ese rol de proporcionar el placer, sino que es responsabilidad de cada persona”.
De hecho, uno de los frentes de Platanomelón está en la educación sexual. No solo regalan un pequeño manual de instrucciones y consejos sexuales con cada Mambo, sino que llevan a cabo toda una cruzada por cambiar el estatus de la información sexual en la sociedad: “Luchamos para naturalizar el sexo como si de ir a cenar o al cine se tratara”.
Para ello, además de los posts que suben a su página web o el libro que lanzaron en 2020 (¡Entérate!: Todo lo que nunca te han contado sobre sexo y relaciones), cuentan con un equipo de comunicación donde destaca una figura muy relevante para la empresa: las embajadoras. Estas son, básicamente, influencers que colaboran con Platanomelón transmitiendo contenido elaborado por el equipo de expertos. Una de las embajadoras que lleva más tiempo trabajando con la empresa es Moderna de Pueblo. Esto dice Boldú, al profundizar en esta figura:
-¿Es un problema que mucha educación sexual venga de la mano de personas que no son profesionales de la materia?
-Nosotros siempre hemos trabajado con sexólogas, con ginecólogas, con neurocientíficos que generan el contenido y la credibilidad. Estamos hablando de temas muy importantes para la vida de la gente y no se puede tomar a la ligera. La profesionalidad en la información es esencial. Vemos a los influencers como a personas que nos ayudan a dar visibilidad a la causa, pero nunca es el influencer el que está generando el contenido educativo.
-¿Una mayor educación sexual implica un incremento en el uso de estos juguetes?
-Tiene mucha lógica. Nuestra batalla es la educación sexual, aportar nuestro granito de arena. Que haya una mayor educación sexual: en temas de géneros, de identidad, de la autoestima, de una conversación asertiva con la pareja, el saber decir no y respetarlo... Es necesario trabajar todos los ámbitos.
Más allá de las reacciones equivocadas ante fenómenos como Mambo o Satisfyer, Mónica Branni ve que la falta de educación sexual perjudica a los hombres: “El 60% de personas con pene afirma que no necesita utilizar juguetes sexuales, por lo que ya de inicio hay una distancia con respecto a los juguetes que no existe entre las personas con vulva”.
En su opinión, esto se debe a que “se les educa que con el pene que tienen ya es suficiente, y esto es limitante, ya que las personas que utilizan juguetes eróticos tienen más satisfacción sexual tanto solas como en pareja”. Por eso, ella opta por una educación sexual temprana, donde antes de hablar de juguetes se tengan conversaciones sobre el cuerpo, el placer o la menstruación. Al no tocarse estos temas en entornos de confianza se genera cierto tabú. “Es importante hablar de prevención, pero el sexo es, ante todo, placer. Nos falta hablar de placer”.
La mayor comunidad sexual
Platanomelón cuenta en la actualidad con la mayor comunidad sexual hispanohablante: más de tres millones de personas. El éxito en España los animó a cruzar el charco e instalarse en México, donde también son líderes. “Ojalá expandirnos pronto a tantos países y ámbitos como podamos”, desea su CEO Anna Boldú.
El equipo de Platanomelón, en la actualidad, está formado por casi un centenar de personas. Si bien durante muchos años estuvo compuesto por una amplia mayoría de mujeres, Boldú cuenta con orgullo que cada vez son más los hombres que se incorporan a Platanomelón: “La empresa no nace enfocada en la mujer, pero por la necesidad de mercado es la mujer la que requiere más información. Todo el movimiento de la sexualidad femenina y la liberación de esta ha estirado un poco más esta situación. Por suerte estamos viendo a muchos más hombres interesados en trabajar su autoestima sexual”.
Aunque Boldú prefiere no hacer públicas las cifras económicas, sí revela a EL ESPAÑOL el dato de que “estamos con crecimiento de triple cifra anual”. Números que no sorprenden si se tiene en cuenta que, aunque la información es bastante limitada, en España alrededor del 60% de la población utiliza juguetes sexuales. Y es que, como vaticinaba aquella canción de La casa azul, puede que estemos asistiendo a una nueva revolución sexual.