Fue en 2018 cuando Álvaro González se planteó seriamente por primera vez acceder al Ejército. Tenía familia dentro y siempre le había llamado la atención la rama militar, pero aquel año ocurrió algo definitivo: la diabetes, enfermedad que padece, dejaba de ser incapacitante de cara a las pruebas de acceso. Así que 2021 iba a ser su año. Se lo había preparado y se lo había ganado. Sin embargo, todo se truncó en las pruebas médicas: le dijeron que no era apto por "enfermedad endocrinometabólica". "Fue un jarro de agua fría", dice.
Álvaro González es un joven extremeño de 26 años. Natural de Badajoz, estudió ingeniería química en la Universidad de Extremadura. Aún no sabe por qué le dijeron que no, por qué le dieron el no apto.
Este joven decidió presentarse a las pruebas del Ejército este verano. Lo haría por partida doble: en la escala de oficiales y en la básica. La segunda era por asegurar, porque por la edad era una de sus últimas oportunidades. Y fue la primera de ellas la que completó.
Realizó las pruebas físicas y los exámenes con éxito. Al tener una ingeniería podía acceder a la escala superior con facilidad. Además, las pruebas físicas no supusieron demasiado reto tampoco. Álvaro realizó unos entrenamientos exigentes en los que no sufrió ningún problema. La prueba de inglés también la supero sin problemas.
El resultado era claro: estaba dentro. Álvaro había obtenido el puesto número 29 de la promoción y había 38 plazas disponibles. Sólo le faltaba superar el tribunal médico. Y, con la normativa que se aplica desde 2018, no debería tener problemas. Álvaro ya estaba casi dentro de la escuela de oficiales.
Corrían los primeros días de agosto cuando se le realizaron las pruebas. Ni los análisis ni las exploraciones afloraron ningún problema. "Todo estaba bien", asegura el joven extremeño. Sin embargo, el traumatólogo se dio cuenta de que Álvaro portaba en el brazo una especie de parche circular y lo derivó al endocrino. En realidad, ese 'botón' es un aparato que le ayuda a medir en todo momento el azúcar que tiene en sangre a través de una conexión NFC con su móvil. Un aparato de medición continua, vaya. Su utilización es de gran ayuda para los diabéticos.
Según cuenta el joven extremeño, en ningún momento los resultados de sus pruebas mostraron algo que le incapacitase para acceder a las Fuerzas Armadas. Pero los médicos le derivaron a la "tanda de incidencias".
Al día siguiente, Álvaro tuvo que volver a pasar ante el médico. La calificación fue de 'No apto'. Así, sin porqués. "Nunca me dieron ningún motivo ni nada", cuenta el joven aspirante a EL ESPAÑOL.
Lo cierto es que en el informe no pone que haya sido excluido por la diabetes. Pone que le incapacita "una enfermedad endocrino-metabólica". Sin embargo, Álvaro González sabe que, de facto, eso significa que es por la diabetes.
No es que lo imagine, es que se lo han llegado a reconocer. Cuando reclamó, tuvo una conversación con uno de los integrantes del tribunal de apelación. Según Álvaro, le dijeron, o le explicaron, "que un diabético de tipo 1 nunca podría acceder al ejército. Uno de tipo 2, quizás".
La diferencia entre los diabéticos de Tipo 1 y Tipo 2 es sencilla. Álvaro comenta que su enfermedad necesita de un tratamiento continuo. Es decir, necesita pincharse insulina en cada comida y por las noches. Aquellos que padecen esta enfermedad de tipo 2 sólo están necesitados de una pastilla.
"Te tienes que ir ajustando a la situación. Si haces mucho ejercicio te pones, si haces menos no", ejemplifica. "Yo tardo unos 20 segundos en ponerme la insulina".
La respuesta del Ejército
Desde el Ejército aseguran que la diabetes no es una enfermedad incapacitante por sí sola. El periódico Hoy así lo publicó. Eso hizo reír a Álvaro. "Me ha hecho mucha gracia porque el endocrino tiene que hacer un informe y el que me han dado a mí dice enfermedad endocrinometabólica".
La diabetes dejó de ser una enfermedad incapacitante para acceder al Ejército en el año 2018. Aquel año también dejaron de serlo la celiaquía (la intolerancia al gluten) y el VIH.
A Álvaro lo que más le llama la atención de todo esto es que "no se atiende a cómo tengo yo la diabetes, ni tiene un diagnóstico". No entiende qué le ha incapacitado para formar parte del grupo de oficiales del Ejército.
Además, Álvaro quiere acceder a una rama de las fuerzas armadas dedicadas a la investigación. "Quizás no sea lo más conocido, pero yo lo sé de primera mano porque mi Facultad ayuda a estos centros de investigación del Ejército para la potabilización de agua", ejemplifica.
Y es que su intención es trabajar también en misiones humanitarias relacionadas con la "potabilización de agua o el diseño de instalaciones solares" en zonas desfavorecidas.
A pesar de todo, su caso parece no ser el único. "He hablado con otros compañeros en la misma situación y continúan con la reclamación", dice Álvaro, que ya está en manos de abogados y está en contacto con otros compañeros afectados. "Yo mantengo la esperanza. Como son varios procesos similares, creo que cuando a uno le admitan el recurso, el resto lo tendremos ganado", cuenta en conversación telefónica.
También cree Álvaro que estos casos tienen que ver con el tribunal médico que te toca, aunque él ha sido calificado apto en el acceso a oficiales y tropa. "En el proceso de tropa, el oficial médico es distinto al del Gómez Ulla. El que me atendió a mí era joven y él me estuvo diciendo y recordando que hasta hace poco era inhabilitante mi enfermedad. Me dijo: 'Yo creo que no vas a tener ningún problema'", cuenta. Pero en el Gómez Ulla le atendió un médico mayor. "Digamos que a las generaciones mayores les está costando adaptarse y las nuevas generaciones lo comprenden, creo".
El hecho de entrar al Ejército tras pleitear contra él, quizás no sea la forma mejor vista para las Fuerzas Armadas. Sin embargo, Álvaro va a luchar. "Lo he pensado. No es la forma en la que me gustaría entrar, pero yo me gané mi plaza. Es una situación un poco más peliaguda, pero si ellos no quieren que entres de la forma tradicional. Y si alguien tiene algún problema, yo se lo explico, que pasé todas las pruebas.
Va a pelear su plaza contra viento y marea. "Si nos hubieran dicho que era incapacitante no nos habríamos presentado", dice. Ahora sabe que tendrá que esperar para obtener el veredicto, pero no le importa. "Mínimo supongo que será 2022 o 2023". Mientras tanto, busca trabajo relacionado con la ingeniería industrial para poder mantenerse en Madrid y seguir peleando por entrar. No se va a rendir.