Erika Tavares tenía 37 años y acababa de salir de trabajar en el turno de noche de la Mercedes de Sansomendi, en Vitoria. Fue y volvió en el mismo coche acompañada de Oskar Macías, de 42, con quien compartía lugar de trabajo. Llevaban juntos desde la adolescencia. Hace pocas semanas firmaron los papeles de divorcio. Ella quería empezar una nueva vida. Él se iba a convertir en su verdugo.
A las 7.15 de la mañana acabó con su vida, degollándola con un cuchillo según los primeros avances de la investigación. Con el mismo arma, Oskar se rebanó el pescuezo pero no consiguió quitarse la vida. En un último intento, se lo clavó en el pecho, a la altura del corazón. Los agentes que llegaron a la vivienda, en el número 22 de la calle Antonio Machado, se encontraron con una carnicería.
Eran las 7.20 y las cercanías de la vivienda se llenaron de sirenas y luces de los coches patrulla. Los sanitarios intentaron salvar la vida de Oskar, pero no fue posible por la gran cantidad de sangre que había perdido. Los agentes de la Policía autonómica se pusieron a trabajar, a desenmarañar lo que había sucedido.
El cuerpo de Erika reposaba en el balcón. El de Oskar en la cocina. Fueron los hijos de ambos, de 17 y 13 años, los que llamaron a emergencias al oír un estruendoso ruido. Ninguno de los dos estaba al corriente de su reciente divorcio. Convivían los cuatro para facilitar el proceso de separación.
Cambio de turno
Oskar era difícil de tratar. Los que le conocen lo describen como dominante y posesivo. Nunca aceptó que quisiera terminar con la relación. No solían coincidir en el trabajo. Erika había pedido en varias ocasiones cambiar el turno de trabajo porque trabajaban en el montaje final de la fábrica aunque en líneas diferentes. El acoso había llegado a tal punto que no podía ni compartir horario. Este lunes coincidieron y él decidió que ella no viviese más.
Oskar no tenía antecedentes por violencia de género, pero sí constaban las broncas entre ambos, que eran habituales según ha recabado la Ertzaintza. Ella se había cansado de su comportamiento y quería empezar de cero.
Erika era “una mujer muy querida por todos, siempre tenía una sonrisa en la boca”, relatan algunos amigos y familiares a El Correo. Al conocerse el asesinato, se acercaron hasta el lugar de los hechos, casi incrédulos por lo sucedido.
Su padre había perdido a la menor de sus tres hijas. “¡Nos la ha quitado!”, lamentaba entre lágrimas, abatido. El dolor se apoderó de la ciudad. Aunque Erika tenía ascendencia portuguesa, toda su vida estaba enraizada en Vitoria.
El hijo menor, el de 13 años, iba al colegio Escolapias-Paula Montal, cerca del lugar del crimen. “Era una chica muy familiar y siempre estaba pendiente de sus hijos. El pequeño era muy cercano a ella”, relatan varias amistades al citado periódico.
Ese amor por su hijo menor se puede ver en sus perfiles de redes sociales, aunque no era muy activa. En Facebook, todavía activo, su foto de perfil es con él. También mostraba cariño por su mascota, un pequeño minino color beige.
Erika es la trigésimo sexta víctima de violencia machista en lo que va de año en España, la segunda asesinada en el País Vasco y la segunda vitoriana después de un caso similar en Murchante, Navarra. Desde que se registran las muertes a manos de hombres, en 2003, Erika es la número 1.114.
Condena del crimen
La sociedad vitoriana ha condenado "firmemente" el asesinato de Erika a manos presuntamente de su exmarido Oskar y ha reclamado mediante una concentración silenciosa este miércoles un compromiso claro para "erradicar" la violencia machista.
Más de un centenar de personas se han concentrado este mediodía en la plaza Nueva de Vitoria, convocadas por el Ayuntamiento de la ciudad, tras una pancarta con lema "Vitoria contra las agresiones machistas".
En la misma han participado representantes de todas las fuerzas políticas y cargos institucionales como la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal; el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran; el diputado general de Álava, Ramiro González; el presidente de las Juntas de Álava, Pedro Elosegi, y la directora de Emakunde, Izaskun Landaida.
La concentración se ha prolongado durante cinco minutos en el más absoluto silencio y total respeto hacia la mujer asesinada, sus familiares y allegados, y solo se ha roto por un aplauso de más de un minuto de duración que ha puesto fin al acto.
Erika tavares, de 37 años, es la trigésimo secta víctima de la violencia machista en España desde que comenzó el año. En 2021, también han sido asesinadas Mónica Marcos Piñeiro, de 52 años, Zuita Bouchira, de 38 años; María Pilar Berrio Jiménez, de 43; Carmen, de 60 años, Oxana, de 36; Luisa Amelia, de 76; una mujer en Sabadell, de 38; María, de 46; África, de 56, Consuelo Martínez, de 81; Alicia Rodríguez, de 36; Katherine, de 58; Rocío Caíz Pozo, de 17; Anna y Olivia Gimeno, de seis y uno; Katia Carolina A.B., de 35; Lucía Dotto Domingues, de 42; Alla Bukanocova, de 48; Nicoleta Clara, de 41; María Teresa Aladro, de 48; Warda, de 28, y su hijo Mohamed, de siete; Betty, de 52; Pilar, de 50; Maria Soledad M. P., de 60; Paula M., de 36; Jordina M.P., de 34; María Cruz, de 48, y su hija Isabel, de 11; María del Carmen M. V., de 46; Alicia P., de 52; Conchi G., de 56; Flora P., de 82. La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 53 mujeres asesinadas en 2017, 47 en 2018, 55 en 2019 y 43 en 2020.