En el siglo XIX existía una curiosa atracción de feria: consistía en poner la cabeza dentro de una escafandra de cristal para experimentar una especie de mareo y una sensación de euforia que, en algunos casos, terminaba en carcajadas incontenibles o en una pérdida del conocimiento. La bola estaba llena de óxido nitroso, un gas que posteriormente se usó en la medicina como sedante. Siglos después, aquel pasatiempo ha evolucionado hasta estar presente en cualquier macrobotellón de los que se producen a lo largo y ancho de la geografía española todos los fines de semana.
El conocido como gas de la risa llegó a España hace décadas con los turistas ingleses en el Levante y Baleares. Se convirtió después en un icono de la noche ibicenca, y ahora es un elemento indispensable de los botellones post-Covid. Aparentemente inofensivo, los efectos para la salud pueden llegar a ser mortales.
“Te da un hormigueo en el cerebro y luego un poco de risa, aunque nada tan exagerado como se dice. Es parecido al ‘popper’. Me da algo de respeto, pero cada uno se mata como puede”, dice Esther (nombre ficticio). Esta joven de 28 años de Madrid reconoce haber inhalado gas de la risa en tres ocasiones. Lo hizo con amigas. Sandra (también nombre ficticio), de 24 años, relata lo siguiente: “Lo probé una vez para hacer la broma en medio de un botellón y estuve riendo durante 15 minutos sin parar”.
El gas de la risa no es propiamente una droga, pero la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) es clara al respecto: estima que su uso no médico representa un riesgo para la salud. Por ello, la posesión con fines de suministro o tráfico acarrea un delito contra la salud pública, aunque no de tráfico de drogas. La policía, ante el repunte de esta moda, no para de hacer incautaciones. La más reciente fue el 10 de octubre en Melilla, donde la Guardia Civil aprehendió 23.000 dosis y detuvo a 19 personas relacionadas con el negocio.
Fácil de conseguir
El óxido nitroso es un producto perfectamente legal con usos en la industria aeroespacial, la alimentaria o, en otros ámbitos, como gas propelente en aerosoles. También es el principio activo de varios medicamentos que se inhalan y que sirven principalmente como apoyo a anestésicos o analgésicos. Por todo esto, es muy fácil conseguirlo.
El caso de Esther es un ejemplo de ello: lo adquirió a través de internet, donde compró un paquete de 10 cápsulas de ocho gramos -es un tamaño estandarizado- por 8 euros. Lo mismo hacen quienes lo distribuyen en los macrobotellones, donde luego venderán cada inhalación a precios entre tres y cinco euros. A precios mayoristas, pueden llegar a comprar las cápsulas por 50 céntimos cada una. También lo adquieren en bombonas de grandes dimensiones de hasta 15 kilos, con las que se pueden llenar miles de globos. Es un negocio redondo.
Según explican fuentes de la Guardia Civil a este periódico, quienes se dedican a este negocio, además de en internet, también consiguen el gas de la risa en grandes superficies o tiendas de gastronomía especializada. (Las cápsulas se emplean en sifones para fabricar nata montada y otro tipo de cremas a presión.)
“El gas de estas cápsulas tiene una pureza total, lo que lo hace más peligroso para la salud, ya que el de uso médico se combina con oxígeno al 50% para evitar la hipoxia. La forma de extraer el gas de las bombonas es mediante el llamado ‘cracker’. Es un dispositivo que se acopla a un globo para extraer el gas de su interior. El ‘cracker’ está formado por dos piezas que se enroscan entre sí. La bombona va situada entre medias y se va enroscando el cracker hasta que éste acaba perforando la bombona y el gas pueda salir al interior del globo. Estas piezas pueden ser compradas en Internet sin problemas o en algunos ‘Grow Shops’ [tiendas de productos cannábicos]. Una vez que tenemos el globo lleno, lo único que hace falta es inhalar el gas hasta llenar los pulmones”, explican las fuentes policiales a EL ESPAÑOL.
Según las mismas fuentes, no hay bandas organizadas o un perfil definido entre quienes comercializan el gas y lo distribuyen en el ocio nocturno callejero. “Son de varias nacionalidades. Detuvimos a ciudadanos holandeses en Mijas (Málaga) con 87 bombonas en el interior de una furgoneta, ciudadanos británicos y africanos en Baleares....”, aseguran.
Potencialmente mortal
El pasado 11 de mayo en Marbella, un joven británico de 23 años residente en la ciudad fue hallado muerto en el interior de su casa. Alrededor del cadáver había centenares de cápsulas vacías de óxido nitroso y un sifón para consumirlas. La autopsia determinó que murió asfixiado al ingerir un trozo de papel, pero los investigadores aseguraron que el óxido nitroso fue determinante en el fatal desenlace.
En la misma localidad andaluza, en el intervalo de un mes, otros dos jóvenes fueron gravemente heridos después de arrojarse, una, desde un coche a la carretera, y otro, al vacío desde un tercer piso, bajo los efectos del gas de la risa. Desde el año 2006 se han contabilizado en España una veintena de muertos relacionados con el consumo de óxido nitroso de forma descontrolada.
La posibilidad de morir por inhalar el gas de la risa es mínima, pero tanto la policía como los expertos médicos insisten en que es potencialmente mortal. El doctor Javier García, presidente de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR) advierte: "La sustancia no es tóxica en sí misma, lo peligroso es que no contiene nada de oxígeno y llena los pulmones a presión, lo cual puede causar la hipoxia y, por consiguiente, la muerte por asfixia". La forma de consumirlo también puede provocar burbujas en los pulmones, alucinaciones e infartos.
El experto señala que, además, en los contextos en los que se inhala el gas de la risa, también hay presencia de alcohol y de otras drogas, lo cual multiplica el riesgo. "Todas las drogas psicotrópicas elevan los efectos nocivos de cualquier sustancia que se consuma", dice.
Junto al riesgo de hipoxia, el médico señala que el consumo reiterado del gas de la risa produce una disminución de la vitamina B12 disponible en el organismo y a la alteración de los procesos metabólicos que la necesitan. Esto puede derivar en una degeneración de la médula espinal.
"Se trata de un gas que ya ni siquiera se usa como anestésico de forma extendida. Ha quedado reducido a algunos casos en pediatría, ya que no huele ni se pincha, y es un primer sedante para aplicar otros gases anestésicos más fuertes", concluye García.
Problema crónico
Mientras en España el problema comienza a detectarse como una constante en las concentraciones de jóvenes en la calle, en el Reino Unido plantean prohibir el acceso a esta sustancia y penar a quien la posea sin justificación. En ese país, primer lugar donde surgió la moda de consumirlo, podría tipificarse como delito solo el hecho de estar en posesión de gas de la risa.
La ministra del Interior, Priti Patel, quiere que el Consejo Asesor sobre el Uso Indebido de Drogas (ACMD) revise el daño causado por el óxido nitroso y se ha mostrado firme en tomar medidas duras si fuera necesario. "El uso indebido de drogas puede tener un impacto devastador en las vidas y las comunidades. Estamos decididos a hacer todo lo posible para abordar este problema y proteger el futuro de nuestros niños y jóvenes". Se estima que en el Reino Unido ha causado 36 muertes entre 2001 y 2016, cifra de la que España aun se encuentra lejos.
Las fuentes policiales consultadas por este periódico confían en que, a medida que mengüen los botellones, se reduzca también su consumo o quede limitado a la temporada veraniega. "Si no paran los botellones, el gas de la risa amenaza en convertirse en un problema crónico y acabaremos teniendo, por probabilidad, más de un susto", asvierten.