¿En qué se parecen Ciudadanos y ERC? Aparentemente, en nada. Es más, los primeros surgieron para combatir de frente a los segundos. Sin embargo, hasta los enemigos más acérrimos pueden coincidir en algo: ambos partidos están a favor de la legalización del cannabis para uso recreativo.
El debate sobre el consumo lúdico de la marihuana ha vuelto esta semana a las esferas políticas con las propuestas de Más Madrid y Esquerra Republicana en el Congreso de los Diputados. De poco han servido, ya que PSOE, PP y Vox están en contra. Como mucho, los socialistas podrían abrirse a regular uso terapéutico de esta droga. Parece que la marihuana crea alianzas y enfrentamientos que en otros ámbitos políticos serían impensables.
Este mismo debate existe en la calle. ¿Es legítimo que una persona adulta y en sus plenas facultades se fume un porro a gusto o, por el contrario, es un hábito nocivo para la salud que debe seguir en la clandestinidad? Si uno plantea esta cuestión en la Ciudad Universitaria de Madrid piensa que lo único que va a cosechar son opiniones a favor del cannabis. Pero, de nuevo, la realidad supera a cualquier prejuicio.
“Problemillas en la cabeza”
Álvaro e Irene fuman —tabaco— a las puertas de la facultad de Biología cuando son abordados por este periódico. Él es de Madrid y estudia Filosofía; ella, de Málaga y cursa un máster en Patrimonio Audiovisual. Pese a la diferencia de sus formaciones y orígenes, coinciden en el tema planteado: ambos están a favor de que se despenalice el consumo recreativo del cannabis.
“Me parece bien mientras siga habiendo cannabis en el mercado negro también”, afirma Álvaro, para sorpresa del periodista. Y se explica: “Hay gente que vive de eso y estaría muy caro si no”.
—De todas maneras, tampoco es algo recomendable lo del cannabis.
—¿A qué te refieres?
—Se tiene muy blanqueado, pero luego eso luego te deja problemillas en la cabeza...
“La gente sigue consumiendo igualmente”, afirma Irene. “Es cierto que se puede masificar el consumo [si se legaliza] pero realmente es algo que siempre se ha hecho”. En eso, Álvaro discrepa: “No creo que aumentara mucho el consumo”. En sus círculos cercanos, fumar porros es algo generalizado, admiten.
Irene y Álvaro son votantes de izquierdas. Ella, de Adelante Andalucía —coalición de izquierda liderada por Teresa Rodríguez—; y él, de Unidas Podemos. El partido morado lleva desde su inicio la legalización del cannabis en su programa. Sin embargo, ni su llegada al Gobierno de coalición ha materializado esa propuesta. Errejón se ha adelantado a su expartido en este asunto, pero de poco le ha servido.
La otra cara de la moneda está a las puertas de la Facultad de Derecho. Allí, Marian y Marta, argumentan hacia el otro lado. No están a favor de que se despenalice. “A mí no me parece bien, la verdad”, considera Marian, de 20 años. “Yo creo que la gente abusaría bastante”, opina Marta, de 21.
“Hay un paso muy pequeño de las drogas blandas a las drogas duras. Hay mucha gente que conozco…”, y deja la frase colgando, pero se entiende por dónde van los tiros. Estas estudiantes de derecho, a diferencia de los anteriores entrevistados, votan a opciones de derecha y centro derecha. No especifican cuáles.
El cannabis, para Marian, “tiene aspectos positivos, como que se terminaría el mercado negro, pero a la vez tiene aspectos negativos para la salud de la gente. Creo que sería bastante negativo. Para la economía, bueno. Pero para la salud, malo”. Ella es de la opinión de que la marihuana y sus derivados deben usarse para “las cosas verdaderamente necesarias”, es decir, usos terapéuticos.
“Héroe político”
El 23 de diciembre de 2013 fue una fecha histórica para el cannabis. Fue aquel día cuando Uruguay se convertía en el primer país en legalizar su uso lúdico. “El verdadero problema no es la marihuana, sino el narcotráfico”, dijo el entonces presidente americano Pepe Mújica.
Gran parte del mundo occidental alabó esta decisión. Le valió comentarios de la BBC y la revista Time. Incluso la selecta publicación británica Monocle aplaudió la medida y calificó a Mújica como un “héroe político” de Sudamérica. También el Premio Nobel Mario Vargas Llosa calificó la medida como una “decisión valerosa”. Tras Uruguay, vinieron Canadá, México y algunos Estados de los Estados Unidos (actualmente es legal en Alaska, California, Colorado, Massachusetts, Maine, Michigan, Illinois, Oregón, Washington, Nevada y Vermont).
El uso terapéutico, por su parte, está presente en muchos otros rincones del mundo. España no está entre ellos. Si lo están Portugal, Alemania, Estados Unidos, Sudáfrica, Australia, Brasil… La lista es larga, si bien cada país tiene sus peculiaridades.
En España, la ley que regula el uso de la marihuana data de 1967, es decir, aprobada cuando Franco vivía y gobernaba. Esta misma semana ha sido el momento en que la marihuana ha estado más cerca de ser legal en nuestro país, y todavía le falta mucho recorrido.
Las propuestas de Más País y ERC tienen diferentes perspectivas respecto al cultivo, producción, consumo y funcionamiento de las asociaciones de consumidores. Los independentistas optan por poner el listón legal en seis plantas cultivadas en el interior de un domicilio y designan a las autonomías como responsables de los procedimientos administrativos.
El partido de Íñigo Errejón, por su parte, proponía que fueran 12 las plantas que se podían cultivar en exteriores y un máximo de 3,6 kilos en interiores. Asimismo, establecía la creación de una Agencia Estatal que se encargara de supervisar todo el proceso. Asimismo, Unidas Podemos también prevé presentar ante la Cámara Baja su propio proyecto de ley, del que todavía no se conocen detalles exactos.
“Más dinero para el Estado”
Como se ha planteado al arranque de este texto, legalizar la marihuana en España no es una medida exclusiva de la izquierda. Ciudadanos también lo propone, aunque nunca lo ha llevado al Congreso, pese a que lleva teniendo representación parlamentaria desde 2015. En la calle, pasa lo mismo. Ángela es un ejemplo de ello.
Esta joven de 20 años estudia Derecho y afirma ser de centro-derecha. Aunque no es una consumidora habitual, se decanta más por el sí que por el no. “Todos sabemos que el consumo está vigente así que si se legalizara yo entendería que hubiese un mayor control. Se sacaría mucho dinero para el Estado a través de los impuestos y no existiría ese vacío legal de las asociaciones [o clubs de fumadores]. Habría más control y habría más dinero para las arcas del Estado”, opina la joven, que prefiere no ser retratada.
“La gente lo va a seguir consumiendo sea legal o ilegal. Se van a buscar medios para consumir, se pueda o no. La gente que consume lo va a seguir haciendo”. Por eso, ella ve más pros que contras en despenalizar el consumo. “Estoy a favor de un control más regularizado”.
La misma opinión, pese a estar en el otro espectro político, comparten Diego y Pauline. “Creo que la gente fumaría igual, pero con más tranquilidad al ser legal”, opina esta estudiante mexicana de biología. “Creo que el consumo aumentaría pero tampoco muchísimo”, opina Diego, abulense y también estudiante de Biología.
Ninguno de los entrevistados para este reportaje considera la legalización de la marihuana una razón de peso para decantar su voto en favor de un partido u otro. Esa medida es, en el mejor de los casos, algo secundario. Asimismo, todos creen que la marihuana será algún día legal en España. Con polémica y con cientos de matices, pero los jóvenes creen que sí que llegará. “No creo que se legalice como estos estados de Estados Unidos que tienen máquinas expendedoras. Que se despenalice un poco, quizá. Pero poco”.