Sábado por la noche. Estás en el bar de moda de la ciudad. Sales con tus amigos. Pides un vodka con limón, un gintonic y un whisky con agua, porque eres un cowboy. Pero no queda ni gota de tus bebidas alcohólicas favoritas. Adiós al Absolut Vodka, al Seagrams, al Beefeater, al Johnnie Walker...
Otra situación: llega la Navidad y las fiestas con clientes de tu trabajo. Quieres tener un detalle con esa persona que te ha estado cambiando los proyectos una y otra vez a lo largo del año. Te decantas por una botella de champán, pero no encuentras en ninguna tienda.
Sergio Ramírez atiende detrás de la barra de La Contenta, un bar situado en la madrileña Plaza de Chamberí. "Hoy (por el jueves) justo me ha dicho el distribuidor que no tiene nada de Seagram's. Y hace dos semanas fui al supermercado y ni rastro de Absolut", dice a EL ESPAÑOL.
Desde hace unas semanas, las distribuidoras de bebidas espirituosas están sin stock de varias marcas conocidas. Absolut, Beefeater, Jameson o Seagram's son las que más faltan. También los espumosos escasean. “Llevo 15 días de desabastecimiento”, clama resignada a este periódico Ana Villar, de Villar Distribuciones, afincada en Galicia.
Esas cuatro marcas se importan de Reino Unido. Lo más sencillo es pensar que es culpa del Brexit, de los procesos burocráticos establecidos desde la salida de las islas británicas de la Unión Europea y por la crisis desatada por la falta de suministros y camiones. Pero no, el problema va más allá.
“Está siendo una crisis mundial”, resume Villar, una conclusión compartida por todas las fuentes consultadas. Y es que el punto en cuestión no es que no haya líquido, que también. La problemática es que falta “vidrio, tapones de corcho y etiquetas” para poder embotellar. “No tengo nada”, resume Villar, a lo que añade que “ha sido todo de repente, sin previo aviso”.
Culpa de la Covid-19
Ese “de repente” es una de las causas de esta “crisis mundial”. Durante la pandemia de la Covid-19 las fábricas rebajaron su nivel de producción, cuando no la pararon. La gente no podía salir de sus casas, los bares estaban cerrados, la vida nocturna de clubes y garitos dejó de existir. Ahora, con el levantamiento de las restricciones, la demanda se ha disparado.
“No ha habido una buena previsión de que esto podía pasar”, explica Víctor Manuel Aragonés, de Reyes Grupo, una de las mayores distribuidoras de Madrid. “Arrancar una planta industrial requiere tiempo, por mucho que queramos las botellas no pueden hacerlas”. Muchos de estos envases se hacen en china. “Y ellos los están usando para su consumo propio”. Resultado: no hay para occidente.
“El problema no es que sea una marca concreta la que falta, sino que está fallando la cadena de producción. El Brexit es un condicionante más directo, pero el punto es que no ha habido previsión de producción para la demanda que hay ahora y la que habrá en los próximos meses”, dice.
La situación es más grave teniendo en cuenta que en dos meses empiezan las fiestas navideñas. “El champán está roto. No se va a poder regalar, a excepción de algunos clientes que tengan algún contrato ya. Pero es que no hay”, explica Aragonés.
Pero no sólo de China vienen las trabas. “Por ejemplo, no hay navieras para los pedidos de República Dominicana”, dice Aragonés. El país caribeño exporta ron, por lo que este tipo de bebidas también están en la cuerda floja para las próximas semanas. “Me han dicho que el transporte marítimo se ha encarecido un 350%, hay empresas que están prefiriendo fletar un avión a pagar un barco. Ha sido la tormenta perfecta”.
¿Se debe a una falta de producción también? “No, el problema es que la producción destinada a nosotros se ha vendido en el mercado norteamericano y en el asiático porque nosotros hemos tardado más en abrir”. Cuando España entera ve el final de la Covid-19 y sus consecuencias directas para la vida normal, la hostelería sigue pagando la pandemia.
Los bares lo notan
Ramón Mas es presidente de España de Noche, la Federación de Empresarios de Ocio Nocturno y Espectáculos. Desde la patronal todavía no han hecho un mapeo de cómo de grande es el asunto en todo el territorio nacional. El desabastecimiento empezó hace 15 días. Habla de los bares y locales de ocio nocturno en Cataluña, que es lo que conoce.
“Algunos locales sí lo están notando, sobre todo aquellos que viven de que se pidan algunas marcas en concreto”, afirma Mas. Otras, donde el nombre de la etiqueta no es un reclamo y en la barra da igual una que otra, lo llevan mejor: “Por ahora si falta algo se compra de otro. El problema vendrá cuando no haya de nada”.
Es el caso de Villar, la primera voz de este reportaje. Explica que en los últimos días están vendiendo más ginebras nacionales: “Sobre todo gallegas, que es nuestro territorio”. Todos coinciden en que en Navidad vendrá lo más duro, cuando se intenten regalar botellas y no haya.
La patronal explica que en las próximas semanas esperan reunirse con las distribuidoras para saber la magnitud del desabastecimiento. Hasta cuándo puede durar y sus consecuencias.
Sin fecha
La situación es delicada, aunque no nueva, a nivel mundial. Cuando Reino Unido abrió, también se quedaron sin reservas cerveceras, aunque en esa ocasión por la alta demanda, no porque faltasen productos.
¿Cuánto puede durar esto? Los expertos en el gremio no se atreven a dar una fecha. Les ha pillado todo de sopetón, sin previo aviso. Pero no parece que vaya a ser pronto: “Con mucha suerte se arreglará en febrero, pero ya veremos”, resume Aragonés.
Es el peor golpe en la peor situación. “Llevamos dos años deseando poder volver a vender y ahora no hay producto. Mejor no hacer cálculos ahora y esperar un poco”, afirman desde Reyes Grupo.
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