Han pasado 48 horas desde que Francisco Javier Almeida (55 años) raptara y matara, presuntamente, al pequeño Álex, de 9 años, en Lardero (La Rioja). El varón engañó al menor en el parque de Entre Ríos, un lugar al que ahora muchos acuden a dejar flores y a rezar por la muerte del niño. Los sentimientos más expuestos aquí, a pesar de todo, son la rabia y la indignación. Nadie entiende que Almeida estuviera en libertad condicional. "Si fuera la madre, haría rodar cabezas", dice una vecina.
Es sábado por la tarde en este lugar. No hay niños jugando en los columpios, que están inundados de flores, peluches y cartas a Álex. Los menores que se acercan a este lugar vienen, comúnmente, acompañados por adultos. Un grupo de jóvenes de unos 12 o 13 años sí se atreve a curiosear por aquí: miran las flores y luego marchan al bloque donde se produjo el asesinato.
Pero la mayoría de personas que acceden a este lugar son adultas. Unos posan las flores y se quedan mirando a la nada. Otros no soportan la rabia y rompen en llanto. Los hay que vienen solos, desde un lugar cercano; los hay que vienen acompañados desde otros barrios para ver de cerca la situación.
Cuanto más se sabe del caso, más aumenta la indignación en este lugar. Francisco Javier Almeida salió en libertad condicional en abril de 2020. No había terminado de cumplir su condena por el asesinato y la agresión sexual a una joven de 26 años en el denominado como el 'Crimen de la Inmobiliaria'. Anteriormente también había sido declarado culpable y privado de libertad por otra agresión sexual, en ese caso a una niña.
En el año 2019, la Junta de Tratamiento del penal de El Dueso, ubicado en Santoña (Cantabria) y donde cumplía condena Almeida, le denegó el tercer grado. Sin embargo, el letrado del reo interpuso un recurso por la vía administrativa y la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, lo estimó.
El recluso obtuvo así el tercer grado y, al poco tiempo, el juez de Vigilacia Penitenciaria le otorgó la libertad condicional. A esta medida no se opuso en ningún caso el Ministerio Fiscal.
En el tiempo en el que estuvo en prisión, Almeida obtuvo hasta 38 permisos, aunque en ninguno de ellos constó incidencia alguna.
Para más inri de los vecinos, cuando salió en libertad, Pachi, como también es conocido, se fue a vivir a un lugar residencial situado junto a un colegio y un parque infantil. Es decir, al número 5 de la calle Río Linares. No tenía vigilancia alguna a pesar de que ya había agredido sexualmente a una menor en 1989.
"Si saben que un tipo así está por aquí, qué menos que nos avisen", decía el pasado viernes a EL ESPAÑOL uno de los vecinos de Villa Patro. Esperaba junto a otros a que Almedia volviera por el barrio para la reconstrucción de los hechos mientras su indigación se hacía mayor por momentos.
La reconstrucción de los hechos se estaba llevando a cabo en ese momento, aunque ni periodistas ni vecinos eran por entonces conscientes de aquello. Almeida pasó en el segundo piso del número 5 de la calle Río Linares de las 16 horas hasta las 20 horas del viernes con la Guardia Civil.
Los vecinos no le vieron. Al menos una decena de personas aguardaba el viernes a la espera de que el detenido regresara al lugar del crimen para reconstruir lo ocurrido. La Benemérita tuvo muy en cuenta los ánimos caldeados del lugar y actuó con sigilo. Los agentes informaron del hecho una vez el detenido había vuelto a la Comandancia.
Las quejas vecinales
El sábado, la indignación no se había rebajado. Rebeca, vecina del barrio, coincidía con lo expuesto el día anterior por sus homólogos en el lugar. "No se nos había dicho nada. Vivíamos con un depredador sexual, con un asesino, y no se nos avisa. Y ya lo intentó con unas niñas hace dos semanas".
Esta madre de tres niños (de 9, 11 y 13 años) asegura que se podría haber evitado. "Lo dejan en libertad en un barrio residencia. Es una locura", cuenta a EL ESPAÑOL.
Espera que esto no quede así. Pide responsabilidades ("porque para algo pagamos nuestros impuestos") y no se explica cómo los niños del barrio ya lo sabían y los agentes no. "Esto no es normal", asegura.
La indignación y la rabia le hacen pronunciar palabras muy duras. "Me niego a pagar (impuestos) para que este tipo viva caliente y tenga un plato de comida. Con esas palabras digo suficiente", comenta Rebeca.
No para de expresar su incredulidad ane lo ocurrido. "Me pongo en el lugar de los padres y yo haría rodar cabezas. Le podía haber pasado a mi hija". Insiste en que "si nos hubieran avisado de que había un personaje así se podría haber evitado".
"Estoy muy indignada. Sin la colaboración ciudadana ese día no habríamos conseguido nada", expone una madre, que se queja de lo mucho que tardó la ambulancia en llegar al lugar ("más de 20 minutos seguro") para atender al menor. "Para eso sí pago mis impuestos. Para que haya más ambulancias o para que Policías y Guardias Civiles lleven un botiquín con el que atender estos casos".
Manuel y Pilar ya no tienen hijos pequeños, pero sí nietos. Acudieron este sábado al escenario de lo ocurrido y no podían explicárselo. "Estamos indignados. Las leyes no pueden permitir que haya tipos así en libertad", se quejaba esta pareja. Ninguno de los dos quería pasarse a pensar en lo duro que tiene que estar siendo para la familia.
También estaban indignados en el barrio Cristian y María, aunque estos jóvenes no tienen menores a su cargo. Ellos lo vivieron muy de cerca, porque a la hora a la que ocurrió todo estaban sacando a su perra.
Sobre la convivencia con Almeida, relatan que desconocían su pasado. "No sabíamos nada", dice ella. "No hay justificación a las leyes utilizadas para dejarlo en libertad", comenta él. "Debería haber estado en Prisión Permanente Revisable. No hay excusa para lo que le ha hecho a un niño".
Rubén sí empatiza con los padres de Álex. Tiene un niño de 7 años y asegura que es "mucha la indignación".
"Si lo dijo hasta él que no podía salir de la cárcel", comenta este vecino de Lardero, en alusión a lo ocurrido durante el juicio del 'Crimen de la Inmobiliaria', en el que Almeida mató a una joven de 26 años en 1998.
Piensa que no hay excusa. Él mismo ha trabajado en prisiones y cree que este caso se debería haber vigilado. Desde su punto de vista, en este tipo de situaciones deben priorizarse las opiniones de los expertos y no las leyes para otorgar la libertad a un reo.
Ellos son sólo algunos ejemplos de los múltiples indignados que pasean estos días por el barrio. Cualquiera que pasea por allí es consciente de la rabia que muestran los vecinos por un asunto que, piensan, se podría haber evitado con facilidad. Este domingo, a partir de las 12 horas, se llevará a cabo en el parque Entre Ríos de Lardero una concentración para alzar la voz por el asesinato de Álex. El mismo ha sido organizado por los vecinos.
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