“A veces nos levantamos torcidos. Creo que un enfado nunca está justificado, nunca es esto de ¡qué bien, me he enfadado! No. Siempre hay que pedir perdón y yo siempre pido mil perdones. Lo que tampoco entiendo es que la gente en Instagram desde el anonimato te diga verdaderas barbaridades”. Quien habla es Verónica Forqué. Lo hace con quien escribe estas líneas por teléfono a principios de octubre de este año. La conversación giraba entorno al centenario del nacimiento de Fernando Fernán Gómez, con quien había trabajado en la serie Ramón y Cajal (1982) y Moros y cristianos (1987) de Berlanga.
Desgraciadamente, el pasado 13 de diciembre decidió quitarse la vida en el baño de su casa. tras reconocer que había tenido problemas de salud metal. Tenía 66 años. Un par de horas antes de que el servicio de emergencias y la policía la encontraran muerta, su hija María (31) la había ido a visitar. Tras despedirse, la dejó con una amiga íntima. Al enterarse de lo ocurrido regresó y con gritos desgarradores exclamaba: “¡No quiero verla, no quiero verla!".
En exclusiva, EL ESPAÑOL desvela parte de esa conversación en la que surgieron otros temas, como el de su participación en MasterChef Celebrity, a punto de tener una auditoría aprobada por el consejo de administración de RTVE para comprobar si el reality cumple con las normas de protección necesaria a los concursantes. “A mí hoy me han dado una caña inmerecida porque yo ya hice el concurso y acabó, lo que se está viendo está grabado. Yo soy una buena persona, te lo juro, pero tengo mucho genio. Me tocó la prueba de capitana, estaba afónica, lesionada, con un equipo que ninguno teníamos ni idea. Ponte en mi lugar, perdí los papeles no, lo siguiente; grité y chillé, fatal… Estoy como muy sensible sobre este tema”.
MasterChef
"Las redes sociales son armas que a veces las carga el diablo. Nunca había tenido esa experiencia porque uso poquísimo Instagram, pero con esto del concurso pues mis jefas… El cuerpo te pide poner cosas y luego la gente lo ve, te escribe y quieras o no, pues un poco bicheas. Yo ya no voy a mirar más, pero a todos les he contestado con un corazoncito, incluso a los que me han puesto verde porque has de ser una persona psíquica y emocionalmente estable, sino te dicen verdaderas perrerías. Y claro, no es agradable. Que alguien anónimo se permita decir según qué cosas es de una vil cobardía", reconocía Verónica Forqué en conversación con EL ESPAÑOL sobre MasterChef.
Y seguía: "Claro, porque tú no los conoces, pero ellos tampoco a ti porque te hayan visto un día haciendo el ridículo en el programa. Bueno, no sé, todos hacemos el ridículo en nuestra vida con nuestra madre, nuestro hijo, con la familia, con el amigo… (interrumpe la conversación para toser, está acatarrada) hay mucho resentimiento. La gente en general está muy resentida, ¿no? Está muy frustrada y entonces, nosotros, los que salimos en la tele y tú a tu manera también porque eres del medio, podemos recibir toda clase de… Es que antes no era así. Antes te escribía el crítico de teatro y te podía poner verde, pero ya está. Pero claro, ahora es todo… Para mí es muy nuevo, estoy un poco en shock, la verdad. Mi jefa me llamó el lunes por la mañana y me dijo: 'Vero, hoy es cuando te vuelves loquita, te van a decir de todo, pero no te preocupes'. Ella tiene 50 años, es Macarena Reyes, la que ha traído Masterchef aquí.
Finalmente, RTVE no emitirá este lunes el programa póstumo en el que aparece Verónica Forqué en Masterchef junior, como tampoco lo hará con Maestros de la costura. Desde que el pasado julio acabaran las grabaciones de la sexta edición de MasterChef Celebrity, la actriz ‘aparentemente’ volvió a una normalidad (la suya) que fue haciendo mella en su yo interno. Se ha sabido que la protagonista de Kika (1993) ya había intentado suicidarse anteriormente. Los vecinos que la conocían y la trataban la veían por la calle bastante ensimismada, con cierta apatía “y de tanto en tanto se sentaba en uno de los bancos cercanos a un parque donde parecía que estaba como ausente”, afirma desde el anonimato uno de esos vecinos del distrito madrileño de Chamartín. Casi nadie quiere hablar. Están conmocionados.
“La veía en algunas de las tiendas de la calle donde vivía y te la podías encontrar sacando dinero del cajero. No vi nada anormal”, confiesa otro vecino. Algunos cuelgan el teléfono, otros salen por peteneras y la única persona que dice algo es la encargada de la peluquería Jovi’S, ubicada en el mismo número de la calle Víctor de la Serna donde vivía Forqué y de la que era clienta habitual: “Era maravillosa, estupenda, excepcional y una gran persona. Nos ha dejado a todos muy tristes. Nos está costando horrores… (las palabras se le entrecortan). No voy a decir nada más”. En el barrio era una más, no tenía aires de diva y cuando su trabajo se lo permitía era fácil verla relajada paseando a última de la tarde a su perro, un Spietz enano alemán.
Petición de socorro
Tras enviarle el audio al doctor Darío Fernández, psicólogo especializado en depresión, autoestima, ansiedad e insomnio, este concluye que “a pesar de que la entrevista está centrada en Fernando Fernán Gómez, se deja ver algunos rasgos de la personalidad de Verónica Forqué: hipermotiva, logorreica (no para de hablar), se escucha a sí misma, habla para su ego. El periodista solo emite tres o cuatro frases. Afectación de las críticas de las redes a las que reacciona con mecanismo de defensa de negación y conversión en el contrario (mandar corazones)”.
Además, el especialista ha elaborado un esquema gráfico-textual sobre las emociones que emitía Verónica Forqué en MasterChef Celebrity, que tiene todas las miradas encima por haber provocado, supuestamente, un detonante fatal. “En la depresión hay un cúmulo de factores, pero cuando hay un mecanismo de reacción primaria se tiende a buscar el culpable para ver si nos sentimos a gusto. Esto no sirve para nada. En el programa está dando verdaderas señales de petición de socorro cuando se le oye decir que no puede más, que tiene que parar… Son auténticas llamadas de desesperación”.
Desde su consulta madrileña, el experto enfatiza que “en su situación habría sido necesario apartarla, haber revisado con su terapeuta la medicación y apartarla de un programa donde se está evaluando constantemente la autoestima, el éxito y la competitividad con respecto al otro, que es lo que hace más daño a las personas con depresión que tienen la autoestima bajísima. Y si encima, públicamente, unos jueces dicen que tu plato no vale para nada, se produce una distorsión cognitiva de generalización y personalización. Si mi plato no vale para nada, yo no valgo para nada y se hunde”.
El médico incide en que “el programa en esta persona estaba totalmente contraindicado. Reunía todas las condiciones para desestabilizar a este tipo de personas. A priori, Verónica estaba pasando por cuatro duelos, la separación de su marido, la muerte de su hermano, el abandono del hogar de su hija, el fallecimiento de su madre y quién sabe si había temas laborales u otras pérdidas que ella reinterpretaba a su manera”. Ahí empieza su depresión, el desencadenante de su trágico adiós esta semana. En España se suicidan diariamente 11 personas, una cifra tres veces superior a los muertos por accidente de coche y con el agravante de que en la seguridad social no te permiten estar más de un mes ingresado si padeces depresión.
Consciente de que falta una información científica adecuada, el doctor Fernández deja claro que con la depresión y el suicidio hay muchos mitos, tópicos y generalidades. “La gente reacciona de forma racional al decir ‘anímate’, ‘pon de tu parte’, pero no sirve de nada porque los problemas psicológicos pertenecen al mundo mágico-simbólico. Por eso, cuando a mi consulta llegan personas depresivas con intento de suicidio en la segunda sesión traigo a la familia para que aprendan a comunicarse sin hacerse daño”.
De MasterChef al suicidio
Verónica Forqué, desde el primer momento, demostró no estar anímicamente preparada para participar en MasterChef. Empezó con una aceptación de su problema involuntario, visible en su primer programa: "Estoy harta de los Goya... No puedo más con Verónica Forqué, no me gusta esta persona. Me gusto yo, Vero", reconoció. A partir de ahí, el pistoletazo de salida de un programa muy competitivo -a pesar de ser el Celebrity- donde sufrió con todos y por todos.
Sus compañeros, involuntariamente, dejándola aislada, prefiriendo tener uno menos en su equipo antes que soportar al torbellino Forqué. Tildando a la actriz de "insoportable", "peligrosa", "maleducada" o "desquiciada". Lo que desencadenó en su renuncia en el sexto programa. "No tengo buenas noticias. No me encuentro bien, estoy agotada. He luchado 10 semanas, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. ¡Dios mío! Qué bien lo estoy pasando y qué lástima siento de no poder estar a la altura, pero es que no puedo, el cuerpo no puede. No puedo con mi alma. Volveré cuando esté buena", reconoció la actriz.
Dejó el programa y descansó en varios retiros espirituales. pero no mejoró. La emisión del programa, varios meses después, añadió inestabilidad a su ya de por sí maltrecho estado. Se volvió a ver, tuvo que aguantar el arreón de los fans por las redes sociales y... del resto poco se sabe. Sólo que, antes de suicidarse, desfiló para Eduardo Navarrete. Fue su último acto público antes de la fatal noticia.
Sus antecedentes
Desde entonces, el mundo de la cultura ha estado de luto como hacía tiempo que no ocurría. La personalidad de Verónica Forqué ha dejado una huella tangible que ha marcado de por vida a todos esos profesionales que traspasan las pantallas y rompen la cuarta pared. Los pocos que han podido materializar en palabras el vacío que ha dejado la protagonista de Salsa rosa (1991) son unánimes. Era un ser extremadamente sensible. Mientras Silvia Marsó conduce su coche nos comenta que “me duele que los jóvenes que no la conocieron por su trayectoria tan larga e interesante lo han hecho a través de sus últimas apariciones en televisión que mostraban a un ser indefenso, que estaba pasando por una crisis personal y emocional muy profunda y que se veía incapaz de desenvolverse en un ambiente de competitividad y de exigencia que dieron de ella una imagen distorsionada”.
La intérprete está volcada en la producción de una nueva obra teatral de la que no puede decir el nombre pero promete sorprender porque será una obra inédita de Tennesse Williams, que ya es decir. Pero antes de despedirse añade: “Era una persona llena de luz y de ternura, siempre en constante evolución, siempre aprendiendo, intentando mejorar como ser humano, buscando la espiritualidad. Era un ser muy sensible y en sus interpretaciones se nota el nivel de sensibilidad por esa forma de transmitirlo que provocaba en el público mucha empatía y cariño. Lo único que deseo es que descanse en paz porque es lo que ella merecía por su manera de ser y por la gran y enorme luz que nos transmitía a todos a lo largo de su vida”.
Para una gran dama de las artes como María José Alfonso (81), con quien rodó la serie Platos rotos (1985), Verónica era “un ser angelical lleno de vida” y apostilla que “estuvimos trabajando mucho tiempo en la serie con Luis Sala y nos llevábamos tan estupendamente bien que como anécdota le diré que al estar arreglando los camerinos nos dieron uno para los tres. Cuando nos dijeron que nos fuéramos cada una al nuestro, exclamamos las tres a la vez: ‘No, no”. Teresa Gimpera (85) está paseando por las calles de Barcelona. La musa de la Gauche Divine trabajó con Verónica en una de sus primeras películas dirigida por Antonio Mercero, La guerra de papá (1977): “Era una tía estupenda, se adaptada a todo. Recuerdo aquel momento de forma muy positiva. Tenía que estar muy mal para hacer lo que hizo. A veces, las apariencias engañan”, enfatiza.
Era tal su generosidad que enseguida se entregaba al otro. No reparaba en derrochar emoción y empatía. En uno de los muchos estrenos teatrales a los que asistía se topó con Enrique del Pozo (64) con quien se puso a hablar de la profesión, el amor, la fidelidad… “Tras hablar, me dijo: ‘A partir de ahora eres mi amigo. Eres tan amigo mío que te pido, por favor, que hasta cuando llores por amor me llames’. Con el tiempo la llamé llorando por amor y poco después ella también lo hizo. Era auténtica y transparente”.
Aunque fue Laura quien realizó la mayor parte del trabajo, su hermano destaca que Verónica era una persona “encantadora, educadísima, muy colaboradora y sensible. Formó un tándem estupendo con José Luis Gil. Se da la paradoja de la vida que escribimos un guion en el que hablamos en sentido figurado sobre la estabilidad mental y la depresión. La llamamos el pajarraco negro. Eso me lo han recordado en redes”. En los últimos días, el tuit de Ana Milán (48) ha generado miles de reacciones positivas hacia cómo se trata el suicidio en un capitalismo lleno de trampas: “Es muy importante que empecemos a hablar sobre este tema, que no nos dé vergüenza, porque si además del dolor nos da vergüenza, apaga y vámonos. Se ha de acabar lo de sufrir en silencio”. En su cuenta oficial lo dejó muy claro: “En España hay más de 10 suicidios diarios. Hay que hablar de salud mental, hay que invertir, poder hablar de qué te sucede cuando duele el alma. Y también hay que empezar a ser más amables, más bondadosos, darle un giro a esta sociedad que claramente no funciona”.
Para uno de los reyes de la comedia, “Verónica deja un legado para muchísimas generaciones”. Habla Andrés Pajares (81), que solo trabajó con ella en Moros y cristianos (1987) dirigidos por Berlanga. “Cuando hizo ¡Ay, Casrmela! en el teatro con ese otro genial actor que es Manuel Galiana, bajé al camerino a darle un beso y le dije al oído qué envidia me daba por no haber estado encima del escenario con ella y mira por donde acabé rodando una joya de película con unos arreglos maravillosos de Azcona”. En la versión cinematográfica de Carlos Saura la protagonizó junto a Carmen Maura tres años después de la función, en 1990. El próximo 24 de diciembre, Netflix estrenará una de sus películas póstumas, A mil kilómetros de la navidad.
El destino a veces es caprichoso. Justamente, al día siguiente de su fallecimiento tenía que presentar los premios del Festival Internacional de Cine y Arquitectura (FICARQ), pero en el último momento, como bien reflejó Raúl Rodríguez en JALEOS del Corazón, las últimas palabras que dijo a uno de los organizadores fueron “no puedo”. Desde el domingo no cogía el teléfono. Descanse en paz.