Hay una frase que cada vez que la recuerda, se le revuelven las tripas al hombre que fue la última pareja sentimental de Sara Gómez. La escuchó el 2 de diciembre, antes de que una ambulancia se llevase a todo trapo a su novia desde la clínica de Cartagena donde se sometió a una lipoescultura hasta las urgencias del Hospital Santa Lucía. "Todas las veces que me crucé ese día con el cirujano dijo lo mismo: 'Tranquilo que todo va a salir bien'", tal y como relata el novio de Sara, un policía nacional cuyo testimonio será una pieza clave de la instrucción judicial que este martes arranca con la decaración del citado médico.
De hecho, este agente pone dos condiciones en su conversación con EL ESPAÑOL. No desvelar su identidad porque está destinado en una comisaría de la Región de Murcia y obviar una serie de situaciones ocurridas en la clínica de Cartagena que solo quiere relatar en un juzgado. "Hay muchos detalles que son relevantes a nivel judicial, pero que no voy a hacer públicos", advierte este policía, que en Año Nuevo vivió un trago terriblemente amargo cuando Sara murió tras 29 días luchando en la UCI.
"Es una realidad que no termino de asimilar". Este agente no encaja que el lunes asistió en Alcantarilla al funeral de la mujer alegre y deportista de la que se enamoró: un bellezón, con toda la vida por delante a sus 39 años, con dos hijos a los que adoraba, y con gran éxito como agente de casas de lujo por la turística costa levantina.
"Es una situación difícil y complicada", insiste con amargura. No para de darle vueltas en su cabeza a lo que acontenció aquel 2 de diciembre, cuando llegó, junto a Sara, a una clínica privada de Cartagena. Allí había sido citada su pareja, a las ocho en punto de la mañana, para someterse a una lipoescultura a manos del cirujano cardiovascular: J. A. M.
"Me tuvieron engañado porque lo que se me transmitió en todas las horas de espera que estuvo Sara en la clínica, es que había unas complicaciones leves, pero de saber esto, la primera vez que habló conmigo el cirujano le habría dicho que la derivasen inmediatamente al hospital", según reflexiona la pareja de la fallecida, a cuyo relato se le presume veracidad por dos motivos de peso: es miembro de las Fuerzas de Seguridad y estuvo en la clínica de Cartagena que puso el quirófano y al personal que asistió al cirujano durante la lipoescultura. Tal intervención centra ahora una denuncia por homicidio -presentada por la Asociación del Defensor del Paciente-.
"A las ocho y cuarto de la mañana se despidió de mí: me dio sus pertenencias y un beso", rememora sobre aquel 2 de diciembre, mientras la emoción embarga la voz de este curtido miembro del Cuerpo Nacional.
Esta agente inmobiliaria iba vestida con ropa cómoda: un chándal y zapatillas. El plan, a priori, era sencillo: entrar en el quirófano para someterse a una lipoescultura en la zona abdominal, flancos y espalda baja, para realizar posteriormente una lipotransferencia de grasa a los glúteos. Durante la intervención, el policía aguardaría en la habitación que le habían preparado a la paciente para el postoperatorio, con una cama articulada, en la primera planta de esta clínica privada de Cartagena.
"A mí me tiene allí engañado. La primera vez que hablé con este hombre [el cirujano] fue a las tres de la tarde: yo estuve todo el tiempo esperando en la habitación que le habían preparado a Sara", asegura este agente.
- ¿Qué hizo usted desde las ocho hasta que el cirujano le informó sobre el resultado de la operación a las tres de la tarde?
- A mí me pareció raro porque era una intervención que supuestamente debería haber terminado a la una del mediodía. De modo que salí dos veces al pasillo a preguntar a unos enfermeros vestidos de azul: '¿Más o menos qué tardan este tipo de operaciones?' Y me respondieron: 'No te podemos decir', 'no sabemos nada'. Les dejé mi teléfono en planta por si decidía irme a la cantina y no me pillaban en la habitación, pero al final bajé a admisión para preguntar por tercera vez por Sara. Me dijeron que no me preocupase que ya me avisarían y cuando regresé a la habitación me llamaron para decirme que bajase otra vez, que el médico iba a hablar conmigo.
- ¿El facultativo que le esperaba era el cirujano cardiovascular que ha sido denunciado por homicidio a raíz de la lipoescultura?
- Sí. Salió a hablar conmigo acompañado de la misma chica con la que llegó a la clínica por la mañana. Me dijo que la intervención había salido muy bien: 'Todo perfecto, tal y como Sara había pedido'. Pero me explicó que durante este tipo de intervenciones, a la misma vez que sacas grasa, el cuerpo pierde líquidos y sangre. Entonces me contó que mi pareja se había desestabilizado un poco: 'Estamos ahí, con ella, a ver si la estabilizamos, pero no te preocupes, en cuestión de poco tiempo subirá a planta'. Me transmitió que era una cosa leve: una complicación normal en este tipo de procesos.
- ¿Usted qué hizo después de recibir esa explicación?
- Yo no tengo conocimientos médicos, pero tal y como me lo explicó, con su semblante transmitiéndome tranquilidad en todo momento, pues consideré que era una leve complicación. En caso de haberle visto preocupado, algo alterado, o que me hubiese dicho otra cosa, yo le habría pedido que la trasladase a un hospital para poder estabilizarla. Considero que si la decisión de derivarla no se hubiera tomado a las seis de la tarde, sino antes, muy probablemente Sara no estaría ahora mismo donde está [en el cementerio]. Ella ha acabado así por todo el estrés que sufrió su cuerpo durante todo el tiempo que la tuvo allí desangrándose.
- ¿Su pareja le informó del tiempo que duraría la 'lipo'?
- Ella siempre me dijo que podían ser unas tres horas.
Cuando esta madre de dos hijos ingresó en urgencias del Hospital Santa Lucía, diez horas después de su paso por la citada clínica privada de Cartagena, presentaba numerosas lesiones causadas supuestamente por la cánula de la lipoescultura: "Peritonitis fecaloidea y biliar. Necrosis isquémica de colon y de la pared abdominal. Múltiples perforaciones intestinales. Perforación duodenal (...)". En definitiva: un shock hipovolémico.
"Lo que el cirujano me expuso fue una situación dentro de la normalidad, así que lo que hice fue resignarme, bajé a comer a la cantina y seguí esperando hasta que tuve que firmar el consentimiento del traslado de mi pareja al hospital", subraya dolido, por el trágico final que ha corrido Sara: pagó 5.700 euros a una clínica de Murcia para mejorar su físico y ha terminado dentro de un maldito ataúd antes de cumplir los cuarenta.
- ¿Cuándo volvió a tener noticias de lo que pasaba en el quirófano?
- Casi a las seis de la tarde. La segunda vez que habló conmigo el cirujano también me transmitió confianza. Me dijo que la trasladaban al hospital, por prevención, porque en la clínica no había servicio de enfermería nocturna: 'No me fío de dejarla aquí, en el hospital hay UCI y la tienen más controlada'. Me pareció lógico por si surgía algún problema. Me dijo que esperase a firmar el consentimiento de traslado, pregunté si podía ver a Sara y dijeron que 'sí', pero cuando me acerqué a la rampa de la ambulancia, el chófer estaba loco esperando los papeles para marcharse con ella al Hospital Santa Lucía y no me dejó verla.
- ¿Pudo ver a Sara cuando ingresó en el Hospital Santa Lucía tras la lipoescultura?
- Pude entrar con su hermana, Nora, en la madrugada del 2 al 3 de diciembre. Sara estaba hinchada, irreconocible, por culpa del proceso de reanimación que sufrió durante todo el día. Ella estaba consciente y hablaba. Nos dijo: 'Lo voy a demandar, me ha destrozado, me ha tocado todos los órganos'. Yo intentaba transmitirle tranquilidad para que se preocupase de recuperarse. Tenía mucha sed, pero no podía beber nada, así que yo le mojaba los labios con una gasa que humedecía en un vaso con agua. Ella sufrió muchísimo a nivel psicológico y físico porque se dio cuenta de todo el proceso. Sara dijo: 'He visto la luz'. Ella tenía claro que quería demandar al cirujano porque fue como si vas a cortarte las uñas y te quitan un brazo.
Esa noche fue la primera de las 29 que Sara peleó sin cuartel por su vida en la Unidad de Cuidados Intensivos del Santa Lucía. Este policía nacional se emociona al recordar los últimos minutos que pudo hablar con su novia, antes de que su estado empeorase y fuese intubada y sedada. "La noche del 3 de diciembre, el médico se solidarizó conmigo, y me dejó quedarme con ella hasta que se durmió cogiéndome de la mano".
- ¿Qué fue lo último que habló con su pareja sentimental?
- No le pregunté nada sobre la intervención. Le gasté bromas sobre su gato. Solo traté de transmitirle tranquilidad hablándole de cosas del día a día, como que había llegado a casa el vestido que pidió con tanta ilusión para asistir en Nochevieja a una boda de unos amigos suyos y le dije que tenía que regresar pronto para probárselo.
Informe forense
Sara nunca regresó a su casa a probarse ese vestido porque el sábado 4 de diciembre fue declarada 'Códido Cero': paciente prioritaria para recibir un trasplante de hígado. Ese fue el inicio de la batalla que esta mujer prolongó hasta el 1 de enero, tratando, en vano, de superar las múltiples perforaciones intestinales de hasta 2 centímetros que supuestamente sufrió con la cánula empleada por el cirujano en la lipoescultura. De hecho, el informe de la autopsia refleja lo siguiente: 'Causa inicial de la muerte: Complicaciones derivadas de tratamiento quirúrgico estético. Causa inmediata de la muerte: Fallo multiorgánico irreversible'.
El médico tendrá que responder al contenido del informe este martes en los juzgados de Cartagena. De su relato dependerá que la juez acuerde alguna de las dos medidas cautelares solicitadas por la familia, a través de la denuncia por homicidio que ha presentado el letrado de la Asociación del Defensor del Paciente: Ignacio Martínez. De un lado, piden la inhabilitación profesional del cirujano para preservar la salud de los pacientes de las clínicas para las que trabaja, y de otro, reclaman que se le retire su pasaporte, debido a que tiene doble nacionalidad: chilena y española.
"Dadas las circunstancias, siempre he pensado que aquí se debían de haber puesto unas medidas cautelares desde el primer momento, la desgracia es que ha tenido que ocurrir la muerte de Sara para que se ponga en marcha el proceso judicial: creo que aquí hay que empezar a derivar responsabilidades cuanto antes", sentencia este policía nacional. "El cirujano banalizó mucho la situación y le dio una normalidad y un sosiego que no correspondía, pero él por dentro sabía lo que había hecho".