31 de enero de 2020. El Centro Nacional de Microbiología, aquel día, confirma el primer caso de coronavirus en España. Concretamente, el de un alemán ingresado en el Hospital Virgen de Guadalupe de la Gomera. Entonces, la sanidad pública tuvo que hacerse cargo de una cuarentena de cinco alemanes. Nada comparado con lo que se le vendría encima. En marzo, fecha que cualquiera tiene grabada en su córtex cerebral, el mundo cambió.
Desde entonces, han disminuido las relaciones personales, las cuarentenas han pasado de ser tramas de distopías apocalípticas a realidades cotidianas y las mascarillas ya están tan asimiladas que, tras el breve periodo de tiempo en el que hubo escasez de ellas en España, ya es habitual encontrárselas, aunque arrugadas, hasta en los bolsillos de los vaqueros del fondo de armario.
Sin embargo, si algo ha cambiado durante estos dos últimos años la pandemia por la covid-19 es la percepción que tenemos de la Sanidad: ahora es habitual encontrarse a especialistas médicos hablando en tertulias televisivas en prime time, o ver cómo los periódicos dedican gran parte de sus recursos a informar sobre cifras como presión asistencial o incidencia acumulada –cuando, hasta hace no mucho, ni siquiera sabíamos qué significaban estos datos.
Pero ¿cómo ha cambiado la Sanidad en España? Aunque el modelo autonómico de nuestro país, descentralizado y dependiente de los gobiernos de cada comunidad, hace que cada región tenga su propio funcionamiento interno en materia de salud, como capacidad de contratar a más o menos profesionales según el criterio de su propia consejería, existe un órgano dependiente del Ministerio de Sanidad, el Observatorio del Sistema Nacional de Salud, que se encarga de vigilar los sistemas propios de cada región.
Como causa directa del inicio de la pandemia, la sanidad de nuestro país ha cambiado mucho, destinándose nuevas partidas de dinero para reforzar los contratos Covid, construir nuevos centros hospitalarios, contratar rastreadores o poner en marcha una campaña de vacunación masiva. Pero ¿cuáles son las cifras? ¿cómo ha cambiado realmente el Sistema Nacional de Salud desde que la covid-19 se instalara en España? ¿Lo ha hecho a peor o a mejor?
Mayor gasto sanitario
Para entender que hayan cambiado ciertos aspectos de la Sanidad, primero hay que ver las cifras de dinero que se dedican a cada ámbito. "No se puede reforzar la atención primaria, por ejemplo, si no hay un aumento en la partida de gasto. Los recursos físicos son como son: finitos", asegura Cristina Sánchez Quiles, responsable de la Secretaría de Atención Primaria de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, además de médico de familia y madre.
Observando las estadísticas que proporciona anualmente el Observatorio del Sistema Nacional de Salud, podemos encontrar que ha habido un aumento "considerable" del gasto público en Sanidad con respecto al año 2019, el último completo antes del inicio de la pandemia.
Mientras que en esta anualidad el Estado destinó 109.800 millones de euros públicos para el Sistema Nacional de Salud, repartidos entre las diferentes comunidades autónomas, en el año 2021 el presupuesto de gasto es de 115.400 millones de euros. El Estado ahora gasta un 5,5% más en Sanidad.
Este incremento de gasto, según apuntan todos los sindicatos médicos consultados, es "sustancial pero insuficiente". "No hay más que ver cómo está la Sanidad. Hacen falta más recursos", matiza en concreto Cristina, del CESM.
Sanitarios en plantilla
El número de profesionales sanitarios que trabajan o han trabajado en el SNS es uno de los datos más controvertidos y opacos de nuestro sistema.
Durante los meses de pandemia, las noticias de nuevos contratos Covid a profesionales de la salud han inundado los telediarios. Sin embargo, dada la descentralización del sistema, es imposible trazar una gráfica concreta del número exacto de profesionales.
De hecho, el Observatorio del SNS, órgano que debería recopilar y publicar esta información, no actualiza el dato del número de trabajadores médicos públicos desde el año 2019 (en el informe, publicado a principios de 2020, antes de la pandemia, se llega a la conclusión de que el Sistema cuenta con 158.121 médicos, 3,4 por cada mil habitantes).
El dato al que sí podemos acceder, gracias a las informaciones del Instituto Nacional de Estadística recopiladas de los colegios médicos, es el número total de médicos colegiados, ya formen parte del sistema público o del privado: en total, en el año 2020 se contabilizaron 276.191, frente a los 267.995 del año 2019. Esto supone un incremento de 8.195 profesionales (un 3,1%).
Este dato es complicado de extrapolar al sistema público, aun teniendo en cuenta los nuevos contratos covid que han hecho las comunidades autónomas. Según lleva denunciando un tiempo la AMYTS (Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid), muchos de estos contratos son engañosos, pues se ha renovado a personal temporal que ya estaba dentro del sistema sanitario bajo un contrato con otro nombre. "Es decir, la firma de nuevos contratos no significa la incorporación de nuevos profesionales al sistema", afirmaba la vicesecretaria de AMYTS, Ángela Hernández, en una entrevista.
Atención primaria saturada
Según los mismos datos del Observatorio del SNS, en España hay 36.259 médicos dentro del equipo de Atención Primaria. Una Atención Primaria que, según continúa explicando Cristina Sánchez Quiles, está a punto de colapsar, "si es que no está ya colapsada".
"Durante toda la pandemia, hemos sido la primera línea. Al principio, no teníamos EPIs y nuestros profesionales se morían. Durante la primera ola, la Secretaría de Atención Primaria del CESM contabilizó un total de 121 fallecimientos. Eso son muchos profesionales fallecidos", continúa Cristina. "Ahora, lo que nos faltan son recursos humanos y materiales".
Para Cristina, el problema de que la Atención Primaria esté cada vez peor no es solo la falta de recursos, sino la propia evolución de la pandemia. "El virus ha terminado de destrozar un sistema de atención al paciente que ya estaba gravemente herido. Si no nos hubiese pillado el virus, hubiésemos sufrido igual. No hace falta más que ir a un centro de atención primaria para ver cómo están las cosas".
En este sentido, Cristina augura que la propia evolución de la pandemia irá acrecentando cada vez más la presión a su especialidad: "Ahora, con la disminución de casos graves por Covid, muchos pacientes no necesitan una asistencia de cuidados intensivos, sino de medicina familiar. Cada vez son más los pacientes con esta enfermedad que se acercan a los centros de salud. Por no hablar de la cantidad de PCRs que hemos tenido que hacer, sobre todo en Navidad".
Otro de los puntos críticos de la Sanidad, que además depende en gran medida del funcionamiento de la Atención Primaria, son las listas de espera. Según el Sistema de Información de las Listas de Espera del SNS, el tiempo medio de espera de un paciente para ser tratado en una especialidad quirúrgica es de 121 días en 2021: casi cuatro meses. Según este mismo informe, los datos se mantienen estables desde el 2019, año en el que, casualmente, los días de espera eran los mismos (durante el año 2020, sin embargo, subieron a 155).
A pesar de que la pandemia parece no haber hecho estragos en este sentido, el contraste con otros números aporta unos resultados diferentes: los pacientes en lista de espera para una especialidad quirúrgica durante el 2019 fueron 704.997, mientras que en 2021 los solicitantes fueron 661.662. Es decir, con más de 100.000 pacientes menos, el tiempo de espera medio fue el mismo.
Cristina también asegura que hay otros factores que están provocando el colapso de la atención primaria, como la falta de promoción de la salud, el excesivo volumen de trabajo que tienen que realizar los médicos que debería ser labor de los administrativos (como, por ejemplo, la tramitación de bajas laborales por covid) y la poca capacidad de autogestión de los centros.
Emergencias saturadas
Si la Atención Primaria es la primera línea de defensa sanitaria, los servicios de urgencia y emergencia son la válvula de escape del sistema de salud. "Somos una especialidad olvidada. Bueno, de hecho, no somos ni una especialidad", explica José Ramón Codesido, jefe del Servicio de Urgencias del Hospital El Bierzo de Ponferrada, además de presidente de Castilla y León del SEMES (Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias).
Según datos que maneja el propio SEMES (pues el Observatorio del SNS tampoco actualiza estos datos desde 2019), en España hay 20.000 médicos trabajando en los servicios de urgencia.
Estos profesionales, explica José Ramón, no solo han tendido que enfrentarse a un doble circuito de atención médica (los casos covid y los que no), sino que han visto cómo los usuarios de los servicios urgenciólogos han aumentado un 30% de media en España en 2021. "Hasta un 50% en algunas zonas", matiza.
Según el Dr. Tato Vázquez, presidente del SEMES, las Urgencias están al límite y "no hacen más que empeorar. Mientras que el número de casos covid continúa aumentando, los profesionales urgenciólogos también se dan de baja, lo que está derivando en una escasez de personal", ha comunicado.
"Si las Urgencias caen, el sistema sanitario también. Con la Atención Primaria desbordada, nos está tocando asumir muchas de sus funciones. Muchos pacientes lo están haciendo bien y saben diferenciar una urgencia de lo que no, pero la presión sigue en aumento", continúa relatando José Ramón.
Desde el SEMES reclaman también que se cree una especialidad de urgenciología, pues faltan médicos de Urgencias y, asegura, "muchos profesionales tienen que costearse ellos mismos cursos, como es mi caso, para poder ofrecer una atención correcta". A pesar de que el exministro de Sanidad, Salvador Illa, les prometió que se crearía, el Ejecutivo no ha mostrado ninguna intención de cumplir la promesa.
"Que el señor Pedro Sánchez no se olvide de nosotros", termina de decir José Ramón.
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