Juan del Val, polémico, irreverente... y nada políticamente correcto. A veces en El Homiguero; otras en La Roca. El escritor, guionista, presentador y productor de radio y televisión atiende a EL ESPAÑOL pocos minutos antes de que se emita el programa de Pablo Motos.
La última polémica que ha protagonizado el madrileño surgió de unos comentarios que hizo en El Hormiguero sobre los niños superdotados: “Nunca, en mi vida, he recibido tantos apoyos, es increíble. En redes sociales, que me parece una cosa impresionante, de 2.800 comentarios que tengo en mi último post, es muy difícil encontrar 100 malos, que son muchos, pero hay 2.700 que son buenos”, reconoce.
“También me lo han dado asociaciones, gente que me decía que esto carecía totalmente de sentido y, sobre todo, de un montón de padres de niños superdotados, que es lo que más me ha emocionado, diciendo ‘perdónanos por un grupo de gente que ha formado este lío’”, añade el colaborador de El Hormiguero.
-Pero, ¿se les ha ido de las manos la sección de ‘El polémico Juan del Val’?
-Esa sección es de humor y quien no la entienda tiene un problema, así de sencillo. Todo lo que aparece en ‘El polémico’ lo hago yo, hasta un punto en el que cuando Pablo me da paso en la tertulia no tiene ni idea de lo que voy a decir. Pero ni él ni nadie, solo yo, pero Motos delega porque confía y le sorprende.
No obstante, no es la primera vez que le sucede algo parecido con otros comentarios que ha realizado en el programa durante esta temporada y la anterior: “Por ejemplo, cuando dije que detestaba a las personas que comen queso de postre, me escribió un señor que fabricaba queso diciendo que me quería matar. Mi comentario formaba parte de algo de humor y, entre otras, mi mujer come queso de postre, no tiene más, pero siempre hay alguien que se ofende. Que se lo pase bien, que se lo pase mal, pero yo no le voy a dar funciones a alguien que se ofende porque yo digo una cosa, no me interesa”, señala.
“Lo interesante es que la gente entienda que esto es humor, no se puede bromear con todo y tengo mis límites, pero lo que puede hacer la gente es ofenderse por cualquier cosa. A partir de ahí, el tema del ofendido es que cree que tiene razón por el hecho de sentirse ofendido, y encima no le puedes hacer entrar en razón. Y pasa que, como se ha sentido ofendido, le tienes que pedir disculpas, y estoy en contra de hacerlo, porque si empiezas, comienzan a coger más terreno esas personas que, por el hecho de molestarse, piensan que tienen razón para decirte lo que puedes decir o no”, asegura Del Val.
El escritor justifica su opinión afirmando que “creo que todo debe de tener un razonamiento porque en algunas polémicas me niego a pedir disculpas, no es una cosa de soberbia. Soy una persona muy empática, vivo de la empatía cuando escribo novelas, por eso hago personajes con los que tanta gente se puede identificar. Pero una cosa es ser empático y otra condescendiente, y no lo voy a ser con una persona que diga que se siente ofendido cuando no tiene razón y disculparme para que se sienta más tranquilo, porque no lo pienso hacer. La condescendencia en general me parece una falta de respeto a la inteligencia, y viendo lo que ha pasado esta semana…”.
-¿Hay muchos ofendidos en redes sociales?
-Muchos, por supuesto. Puede que eso te importe o te afecte ya que la gente que comunicamos tenemos cierta responsabilidad, pero no hay que asustarse por eso, porque si te acaba venciendo pierdes la libertad, te autocensuras y se acabó.
La actualidad, su hábitat
Uno de los temas más comentados esta semana ha sido la aprobación de la reforma laboral en el Congreso, y Del Val no ha dudado en comentarlo con este periódico: “Creo que sería bueno que saliera ya que se ha logrado algo interesantísimo, el acuerdo entre la patronal y los sindicatos donde tiene apoyos de ideologías tan dispares como puede ser de Podemos, Ciudadanos o el PSOE, de la izquierda de los sindicatos y de la derecha de la patronal” -afirmación que hizo antes de que el dipuado Alberto Casero diera su voto a favor equivocadamente-.
“Sería significativo que se aprobara con el apoyo de otras fuerzas que no están entre los actuales del Gobierno. Precisamente me parece significativo que se apruebe con el voto en contra de Esquerra Republicana porque si hay partidos que no tienen una concepción de España como la tenemos el resto, si ellos votan que no a la reforma me parece interesante y bueno para el país, independientemente de lo ideológico. Se demuestra que puede haber otros apoyos que no son Esquerra y Bildu”, asegura el madrileño.
También abordó el tema de que todo apunta a que a partir de la semana que viene ya no será obligatorio el uso de mascarillas en exteriores. El escritor señala que su uso en la calle le parece “una estupidez, hay que tener sentido común, si estás en un sitio con mucha gente, te la pones, si vas solo, es absurdo llevarla. Es la pose de los políticos de ‘que se note que estamos haciendo algo’”.
-¿Cómo ha gestionado el Gobierno la pandemia?
-Ha sido muy difícil hacerlo en el sentido de que todo era una incertidumbre. Creo que la primera parte de la gestión de la pandemia fue lamentable, se tuvo que dar un sentido mucho mayor de lo que es un concepto del Estado. Han pasado casi dos años y se han hecho cosas bien y mal. Pero, por encima de la gestión, lo que me parece es que hay es una saturación alucinante, no podemos más y que esto que tiene que tender a ese verbo tan horrible que es ‘gripalizar’ la Covid.
Otra de las noticias que han ocupado muchos minutos de los informativos y artículos en los medios ha sido el audio que envió hace unos años el entrenador del Rayo Vallecano femenino, Carlos Santiso, a su cuerpo técnico: “Lo que él dice no merece mucha discusión porque es absolutamente impresentable, pero me parece un debate interesante desde el punto de vista de la privacidad, como se puede usar un chat privado como prueba”, señala.
“Creo mucho en la ley que tipifica los delitos de una forma bastante concreta, y condenar a gente por algo que no ha cometido me parece mal. Opino que Santiso no puede caer más bajo ni siquiera en una broma, pero a la vez sí que me genera dudas de que se tengan que tomar medidas contra una persona sobre algo que ha dicho en un chat privado. Jamás le habría contratado y lo que dice ese impresentable le define, el debate no está ahí, sino que está en un entorno privado. Lo que dice es tan atroz que no puede ser una broma”, asegura el escritor.
Pero su repaso a la actualidad lo ha querido acabar con un buen sabor de boca hablando del triunfo de Rafa Nadal en Australia: “Admiro profundamente a Nadal por todo lo que él transmite, pero no me gusta el tenis. Su tío ha dicho que Rafa es quien es porque eligió la excelencia, y eso cuesta muchísimo trabajo, tiene esos valores porque no se conforma, ha ganado todo y quiere más”.
“Rafa representa los valores que la sociedad necesita, las cosas cuestan un montón, mucho trabajo, nadie está donde está por una casualidad sino por mucho trabajo, no hay que educar tanto en la complacencia y si más en el trabajo. Y eso es Nadal. Pablo Motos también tiende a la excelencia porque el mundo se divide en dos tipos de personas, en los que hablan y los que hacen cosas, que son los que me interesan. De ahí el prestigio de El Hormiguero”.
Adolescente rebelde, madre ejemplar
Y enlazando con las personas que hacen cosas y no solo dicen que las hacen, Del Val habla con orgullo de la labor de su madre ayudando a expresidiarios: “Mi madre Ángeles, con 40 años y yo con 10, decide que va a ayudar a presos. Ella nació en un pueblo en la posguerra sin ningún tipo de recursos, no estudió y acabó teniendo una asociación donde ha salvado muchas vidas a gente sin ninguna oportunidad. Eso lo ha hecho a base de esfuerzo, trabajo y generosidad. Eso es una lección para mí porque es una mujer de una potencia tan enorme…”.
Echando la vista atrás, el colaborador de El Hormiguero recuerda que “fui un niño bueno, pero también problemático porque tenía cosas que estaban sin diagnosticar, era muy sensible. He suspendido en el colegio desde que tengo uso de razón ya que fui un estudiante lamentable, no solo por ser vago sino por otros problemas que tenía. Eso derivó que con 17 años me pusiera a trabajar en una obra”.
“La adolescencia la recuerdo como una tortura de sufrimiento y lo que me salvó fue el psicoanálisis durante seis años, dos veces a la semana. Así logré entender lo que me pasaba, que el victimismo en tu vida no entre”, añade.
-¿Cómo acaba Del Val de periodista en un periódico?
-Fue a través de mi afición a los toros y a escribir. En el año 1991 me fui de la obra, con 20 años y sin haber terminado 2º de BUP me compro todos los periódicos para llamarles por la página de toros. Me presentaba diciendo que estaba en 2º de Periodismo y que me encantaría hacer prácticas. Había cierta inocencia por su parte y empuje por la mía, y todos me atendieron muy bien. Ahora sería imposible hacer eso.
-El Independiente me encargó una entrevista a un torero y yo, que no me había puesto delante de un ordenador en mi vida y no sabía dónde estaban las letras, la hice. Se publica y me lo empiezo a currar muchísimo porque tenía muchas faltas de ortografía. Hice cosas de cierta habilidad y vergonzantes como irme a la Facultad de Periodismo y aprenderme las asignaturas y los nombres de los profesores por si alguien me preguntaba. También me compré libros de redacción periodística y de una forma autodidacta me coloqué ahí”
-El periódico cierra y tengo la suerte de que me llamen para un programa nuevo en Radio Nacional en el año 92 y ya me quedé ahí haciendo los boletines, etc. Nadie me preguntó nunca jamás por mi carrera. De ahí a la televisión, a escribir en la revista Man, que fue donde conocí a Nuria Roca al entrevistarla, y llevo haciendo entretenimiento desde el año 2000.
Escritor de éxito
Su última obra ha sido un éxito de ventas, situándose entre los libros más vendidos en 2021: “En las novelas, meterte en un grupo donde verdaderamente vendas, es algo muy difícil, el haber podido estar ahí con Delparaíso es algo emocionante”, confiesa. Pero tanto ha calado entre el público que varias plataformas se interesaron por el proyecto y una de ellas ya ha puesto en marcha la serie de televisión, algo que desespera un poco al escritor: “No soporto los plazos de la gente de ficción, es una reunión tras otra. No sé dónde va a ir ni cuando, pero seguro que se hará”.
“Para mí, escribir es lo más importante porque es donde verdaderamente soy. Intento ser honesto en todo lo que hago, pero donde de verdad estoy es en las novelas. Disfruto con la necesidad de contar cosas y tengo esa especie de suerte de que a la gente le gusta, es como la cuadratura del círculo. Hago Parece mentira y funciona muy bien; después con Candela me dan el Premio Primavera y va muchísimo mejor que la anterior; y escribo Delparaíso y es la leche”, comenta orgulloso Del Val.
“Es muy emocionante y lo que más magia tiene de todo, porque escribir es un ejercicio íntimo estás tú solo y estás sintiendo cosas, es que, de repente, unos meses después, en un sitio completamente distinto, una persona que no te conoce está sintiendo lo mismo leyendo lo que has escrito. Eso es tremendo”, asegura el escritor.
El secreto del éxito
Del Val ha pasado muchos años detrás de las cámaras en su labor como guionista, pero ahora los espectadores le tienen más localizado en su labor de tertuliano en El Hormiguero.
-¿Cómo llegó el madrileño al programa de Antena 3?
-Tengo una amistad con Pablo Motos desde hace muchos años a través de Nuria Roca. Hace 14 años trabajé en esta productora dirigiendo un programa que hicieron ellos para Telecinco, pero me marché para hacer otras cosas. En 2018, en la temporada 13, fue cuando Nuria entró de colaboradora, Pablo me llamó para que viniera con ella para hacer su sección. También iba a hacer otra, pero al final no salió. Al año siguiente, la persona que hacía los retos de Pilar Rubio se marchó y me quedé con esa sección. Pero el punto de inflexión han sido las tertulias.
-¿Qué tiene El Hormiguero para llevar 16 años de emisión en televisión?
-Me parece un programa perfecto en cuanto a su concepción, a su escaleta, otra cosa es que pueda haber contenidos que te puedan interesar menos o más. Es un sitio donde puede venir Manuel Alejandro, el doctor Cavadas o David Bisbal y todo cuadra absolutamente, por eso ha sido nominado en varias ocasiones a Mejor Programa del Mundo, porque hay veces que desde aquí no tenemos la perspectiva de lo que realmente es este espacio.
Otro de los secretos es que “la tensión es exactamente igual desde el primer día hasta hoy, del propio Pablo a todo el equipo. Su nivel de exigencia nos lo va transmitiendo a todos, y eso significa que todo el mundo está haciendo el programa, después de 16 años, como si empezáramos mañana. Esta es la clave: mucho trabajo y obsesión por hacer las cosas bien. Todo viene desde Pablo, que él mismo no se relaja ni un segundo”, explica.
Eso sí, ese liderazgo es ansiado por todas las cadenas: “Todo el mundo quiere acabar con El Hormiguero y me parece, hasta cierto punto, normal porque lleva siendo el líder de audiencia durante muchos años y el resto tienen la obligación de que esto no funcione, y lo han intentado de todas las maneras y no se ha logrado. Tenemos la exigencia de que nunca pase”, reconoce.