A pocos metros de la calle Teruel, en Madrid, huele a pan de pueblo. Allí, Icíar, hija de Emilio Aragón, espera a EL ESPAÑOL. Pero metros antes, por el aroma, ya se adivina que cerca, muy cerca, hay una panadería. Pero no una del montón, sino 'Madreamiga'. "Lo que vosotros (en referencia a este periódico) habéis sentido es exactamente lo que queremos que sienta nuestro cliente, que nuestro pan te recuerde a la tradición de siempre", cuenta.
Atiende rápidamente una llamada de su padre, y ofrece a EL ESPAÑOL uno de los últimos manjares que le quedan a pocas horas del cierre -porque aquí todas las hornadas son diarias-, un croissant de pistacho y gianduja, "la Nutella buena", según Icíar.
Icíar es una de los cuatro socios que están al frente del negocio, entre ellos, su marido, Hugo Rodríguez de Prada (fundador de Grosso Napoletano), Javier Garay, y Begoña San Pedro, panadera desde los 19 años y auténtica coprotagonista de esta historia.
Icíar y su marido vivían cerca de 'La Miguiña’', la panadería que Begoña tenía precisamente en este local de la calle Teruel, y que visitaban asiduamente. Cuando la pandemia llega -y cierra-, Hugo crea la iniciativa 'Food 4 Heroes', mediante la que más de 200 restaurantes y negocios se unieron para cocinar y llevar comida a los hospitales. 'La Miguiña' fue uno de ellos, y con el buen hacer de Begoña y Hugo durante esos meses, ambos estrecharon lazos y en septiembre de 2020 dieron luz a 'Madreamiga by La Miguiña'.
"Sabíamos que con Bego se podía llegar mucho más lejos, para mi gusto, ella estaba haciendo de los mejores panes de Madrid. Queríamos darle al pan el valor que se merece, por eso lo tenemos así expuesto en esta barra, porque para nosotros es una joya", nos relata Icíar mientras posa para el fotógrafo en la barra de panes que preside el local.
Y es que en 'Madreamiga' hay donde elegir, y ese será el mayor de los problemas aquí, decantarse solo por una cosa, mientras todo huele tan solo, y precisamente, a pan. Encontramos todos los tipos: de espelta, aceitunas, semillas, nueces y pasas, brioche o focaccia –la favorita de Emilio Aragón, su padre-.
Son especialistas en este manjar, que elaboran diariamente en el obrador propio que tienen en la misma tienda y desde el que distribuyen a sus otros tres locales y a más de 90 negocios diferentes. También se pueden hacer pedidos online desde toda España, eso sí, con 48 horas de antelación.
El pan es ecológico, no tiene aditivos y se elabora con masa madre, que requiere de una fermentación de 48 horas y para cuya elaboración usan harinas de trigo y centeno. El precio: desde los 4€ a los 9€.
Pero más allá del pan, no hay que perder de vista el madrettone, -el favorito de la propia Icíar-, los croissants de todo tipo, las palmeras de chocolate y, por supuesto, el roscón de Reyes (31€), el niño mimado del obrador. Sí, has leído bien. Y es que posiblemente, 'Madreamiga'’ sea la única panadería de Madrid que vende este dulce durante casi todo el año: "Esta Navidad pasada vendimos 9.000 roscones, sin contar los que nos siguen comprando el resto del tiempo", añade orgullosa. ¿El motivo? "Es la especialidad de Begoña y le tiene cierto cariño".
Por ella siguen viniendo muchos clientes del barrio, que vieron cómo la panadería de siempre, que había sido Premio Miga de Oro en 2018, evolucionaba a un espacio mucho más amplio y de imagen renovada, pero manteniendo el mismo espíritu y tradición de siempre. De mantener esta esencia se encargan la propia Begoña junto con Icíar, que está dedicada al 100% a este proyecto desde sus inicios.
Su carrera
Icíar estudió publicidad y relaciones públicas en Madrid. Más tarde se iría a Estados Unidos a hacer dirección de fotografía, y finalmente montaría junto a su marido, y en el salón de su propia casa, 'Creeps&Texas’', una agencia de marketing y publicidad que duró 11 años. "Nos convertimos en la agencia de comunicación de las startups". De allí salió Grosso, y tras ser comprados por 'Making Science', a quien Icíar les dedicó dos años más, el proyecto se terminó para ellos.Comenzaron entonces unos meses 'raros' para la propia comunicadora, que nunca había estado sin trabajo. Anteriormente, también dejaba otro proyecto personal en el que participaba junto a la influencer María Pombo, por lo que se encontró con la pandemia y con unos meses de parón, dedicados casi por completo a la maternidad. "Fue una evolución coherente por cómo pasó todo, necesitaba parar. Pero claro, fue raro porque yo no había parado nunca", me cuenta mientras se toma un café.
Como ya adelantaba al comienzo de este reportaje, Ichi, como se hace llamar en redes sociales, no es una socia más. "Yo estoy más en la parte de comunicación, no hay cosa que más me guste que comunicar y contar las cosas. Bego sabe hacer el pan, es la que sabe realmente hacer el producto. Es natural que yo esté en esta parte del proyecto, a mi lo que se me da bien es contar historias, así que dije… ‘Pues voy a contar yo la historia de ‘Madreamiga'".
Pero desde que comenzó esta aventura, cada vez está más involucrada en lo que pasa en cocina. "Soy una pésima cocinera. En la primera Navidad que tuvimos aquí, con la primera temporada de roscones, me llama Bego y me dice: ‘Necesito que hagas confitura de naranja. Te quiero ver aquí a las ocho de la mañana’. Y yo le dije: ‘Pero si no sé ni freír un huevo, ¿cómo te voy a hacer eso?’. Finalmente me enseñó e hice toneladas y toneladas de confitura de naranja ese año, al final ya no podía ni olerla".
Desde entonces, quiere conocer más de cerca todo lo que pasa en el obrador, donde aprende constantemente de Begoña y de los más de 20 panaderos contratados, a la vez que entrena en casa haciendo panes que, según ella, no se le dan nada mal.
Su hermano Nacho también ha abierto recientemente 'Manosanta', una churrería, y 'Casa Neutrale', una cafetería en el barrio de Las Salesas, en la que -cómo no-, el pan que se sirve es de 'Madreamiga’'.
-¿Había tradición en casa por la repostería?
-En nuestra casa solo había tradición de comer. Somos muy gordos y nos encanta comer. Es cierto que mi madre es muy buena cocinera y mi abuelo siempre ha cocinado. Es decir, ha habido una cultura de cocina en casa, pero nosotros hemos sido más de comerlo que de hacerlo hasta que ha llegado este momento.
Por lo tanto, la herencia no está entre fogones, sino entre visiones empresariales, como las que ha tenido siempre su padre desde que lo conocemos. "¿Quién no pide consejo a su padre?", me devuelve la pregunta con ternura.
Además de Nacho, su hermana Macarena es diseñadora de moda y estilista, y también ha gestionado diferentes negocios. "Al final es algo que hemos mamado de casa, mi padre ha emprendido toda su vida, esa es la vena que tenemos los tres hermanos y él siempre nos ha apoyado en todas las aventuras. Aunque más que decir 'tenéis que emprender' lo primero que nos dijo fue que teníamos que estudiar una carrera, y luego ya que hiciéramos aquello que nos hiciera felices". Y lo cierto es que Ichi no concibe la vida de otra manera: "Es como un estilo de vida, la cabeza no para".
El mundo del espectáculo al que se ha dedicado toda su familia nunca fue apetecible para ninguno de los tres hijos de Aragón.
-¿Cuánto más lejos mejor?
-No ha sido tampoco así, cada uno ha ido yendo y hace lo que le gusta. No nos ha llamado la atención, a mi me pones una cámara delante y es que se me da fatal, puede ser un desastre.
Bueno, eso es lo que cree ella. Lo cierto es que en redes sociales tiene una cantera de casi 40.000 seguidores, una comunidad "muy sana" que gestiona ella misma y a la que cuida diariamente. "Yo lo veo como un sitio de intercambio, yo les doy consejos, y ellas a mí, algunos muy buenos".
En su Instagram relata cómo va 'Madreamiga', sus inicios con el yoga, o el día a día con sus tres hijos. Lejos de dar una imagen de familia ideal, Icíar se muestra natural y no es raro ver vídeos donde promociona marcas de lujo entre gritos lejanos de niños que no quieren marcharse a la cama.
"¿Qué si la conciliación es difícil? Sí, pero es que yo todo lo que hago es por y para mis hijos, y mi Instagram nace precisamente de eso. Entonces yo quería mostrar ese lado más humano y natural de la maternidad, que al final hay días maravillosos y otros días que te quieres tirar de los pelos porque estás agotada… No todo siempre es maravilloso y no pasa nada".
“Levántate ahora mismo del suelo” – le dice justo en ese momento a su hijo Martín, que la acompaña en esta entrevista.
En esa comunidad "de buena gente" también nota el cariño a su familia, que le mantiene lejos de los haters a los que estamos acostumbrados en estos canales de comunicación. "Me encanta ver la felicidad que han dado mis tíos, mi abuelo, y mi padre. Eso me llena de orgullo". Sus redes también son una pequeñísima ventana a la vida del propio Emilio Aragón y su mujer, Aruca Fernández Vega, por los que Icíar, tal y como demuestra en redes, siente profunda admiración.
Pronto vuelve la conversación al pan. Queda patente que, después de más de un año de trabajo, 'Madreamiga' sigue creciendo. ¿El futuro? "Queremos llevar buen pan a toda España y hacer evolucionar el concepto de toda la vida", afirma con decisión. Como parte de esta propuesta, están preparando merchandising: bolsas, gorras, cuchillos, camisetas, sudaderas o tablas de cortar pan.
-Mamá, ¿vais a hacer otro local? – pregunta Martín, acabando con maestría la entrevista.
- Pues espérate, hijo. Acabamos de abrir en octubre el de Montecarmelo, donde además de otro obrador, tenemos un horario ininterrumpido desde por la mañana y puedes desayunar, comer y merendar. En el Mercado de San Antón también abrimos hace un par de semanas.