La supuesta trama de espionaje dentro del PP que ha hecho saltar por los aires de forma definitiva la relación entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado ha puesto los focos en un personaje acostumbrado a moverse y actuar en la penumbra: Ángel Carromero Barrio. A él señalan todos los dedos como el responsable de haber contratado a detectives privados para que investigasen un presunto trato de favor al hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid en un contrato público dado por la propia Comunidad. Por esta razón, ha dimitido.
En la guerra intestina que el PP atraviesa desde hace más de medio año, Carromero ha sido el fontanero de un Pablo Casado inquieto por la popularidad que su presidenta en la región capitalina ha ido adquiriendo, según comentan fuentes internas del PP a este periódico desde hace meses. La amenaza de que Ayuso pudiese representar el más mínimo riesgo a su candidatura nacional es algo que Casado no tolera y decidió declararle la guerra. Para ello, utilizó a su fiel amigo y deudor, Ángel Carromero.
Lo destinó al lado de otro personaje que, al igual que Ayuso, en 2020 y en medio de los meses más aciagos del Covid, catapultó su fama por su gestión y carisma: el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Así, Carromero fue nombrado director general de la Coordinación de la Alcaldía, cargo que ha compaginado hasta su dimisión con la presidencia del comité electoral del PP de Madrid y la del distrito de Chamartín.
El esbirro de Casado -"su 'dóberman'", según apuntan las fuentes 'populares'- llegó a Cibeles en contra de la voluntad del propio Martínez Almeida para "controlarlo". "Nadie de su equipo lo traga, ha ejercido como portavoz de Almeida en contra del criterio de Almeida", continúan las mismas fuentes. El alcalde, sin embargo, no habría rechistado porque, desde Génova, le doran la píldora, con promesas como una futura cartera ministerial.
Así, desde la alcaldía de Madrid, Carromero podía enfrentar a las dos principales figuras del PP de la capital y, de esta forma, desgastar a Ayuso en beneficio de Casado. Es lo que se escenificó en noviembre pasado cuando esta guerra intestina trascendió de los pasillos a la opinión pública.
Amigo de Casado
Carromero conoce a Casado desde sus años universitarios. Ambos estudiaron en la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE) al tiempo que militaban en las Nuevas Generaciones (NNGG) del PP. En 2012, Carromero participó en un viaje a Cuba como hacen algunos cachorros del PP: una especie de viaje iniciático, un bautismo de fuego de riesgo controlado en el que los jóvenes del centroderecha español confraternizan con la oposición al castrismo, reparten biblias, dan donativos y establecen varios contactos.
Casado ya había hecho ese viaje previamente y envió a Carromero con un segundo objetivo: el de ganarse la confianza de la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para que lo colocase como presidente de NNGG en Madrid. Aguirre siempre desconfió de Carromero, a quien se refirió veladamente cuando atacó duramente a los "niñatos" y "chiquilicuatres" de Génova.
El viaje a Cuba terminó todo lo mal que podía terminar. Carromero sufrió un aparatoso accidente de tráfico mientras hacía de chófer para el líder opositor cubano Oswaldo Payá, que resultó con la muerte de este último. Las autoridades de la isla procesaron a Carromero como presunto homicida de Payá. Se enfrentaba a una condena que podía acabar con gran parte de su vida entre las rejas de una prisión cubana. El PP, entonces y, sobre todo, bajo el liderazgo de Casado en NNGG, movió cielo y tierra para lograr su extradición y evitar la condena. Lo consiguió.
Desde entonces, Carromero evitó una condena penal, pero se condenó políticamente. Aquella mancha en su historial le impediría para siempre ocupar cargos públicos o de responsabilidad dentro del partido. Serviría, por contra, para actuar en la sombra, como quien debe eternamente un favor, en este caso a Pablo Casado, quien le sacó de Cuba. "Carromero está, desde entonces, exclusivamente al servicio de los intereses de Pablo Casado", dicen las fuentes del PP consultadas por EL ESPAÑOL.
Control del partido
Por su parte, fuentes cercanas a la expresidenta 'popular' madrileña Cristina Cifuentes y conocedoras del funcionamiento de la junta de Chamberí que preside Carromero, definen al personaje como alguien "peligroso" por cómo actúa internamente. Relatan, por ejemplo, que él es quien quita y pone a todos los cargos de asesores en las juntas del partido en la capital: "Tiene que dar su visto bueno y, de hecho, tienen que ser sus amigos".
Otro ejemplo relacionado con lo anterior, según adelantan las fuentes del PP, es la utilización del ayuntamiento de Madrid por parte de Carromero “como agencia de colocación de miembros y personas afines de la actual Dirección Nacional de NNGG que formarían parte de su red de favores, como instrumento de control de la organización juvenil del partido popular”.
Al mismo tiempo, Carromero es quien ha configurado con sus afines, junto a la actual secretaria general del PP de Madrid, Ana Camins, las gestoras de los distritos de la capital para que, en caso de que hubiese un congreso del PP madrileño, Ayuso no saliese reelegida como presidenta.
Las actividades de Carromero en la sombra se extienden a las filtraciones que habitualmente da al portal digital Moncloa.com donde, de tanto en tanto, aparecen noticias que se deshacen en elogios al personaje. "Les dicta lo que tienen que publicar, y lo reproducen tal cual", aseguran las fuentes 'populares'.
Con la guerra -ahora sí- abierta y sin cuartel entre Díaz Ayuso y Casado, Carromero se ha escurrido en silencio hacia su hábitat tras el telón. Martínez Almeida ha negado conocer cualquier actividad de su hasta ahora no deseado portavoz relacionada con la trama de espionaje. Génova también lo ha negado. Con todo, en un giro de guion que confirmaría la sospecha, la dirección ha 'dimitido' a Carromero, al tiempo que ha expedientado a Díaz Ayuso y considera su expulsión.