"La reacción del mundo libre contra la ocupación rusa de Ucrania es una oportunidad para el pueblo saharaui. Nosotros vivimos bajo la ocupación ilegal de Marruecos y tenemos la esperanza de que ahora el resto del mundo no nos dé la espalda". Así de optimista se expresa Mohamed Elmoutaoikil, de 56 años, el único activista saharaui que reside en Casablanca, Marruecos.
Elmoutaoikil ha accedido a atender a EL ESPAÑOL en un café de la ciudad marroquí después de que las autoridades de ese país impidieran la entrada de este periódico al Sáhara Occidental en el aeropuerto de El Aaiún. "No quieren que los periodistas documentéis la brutal represión, humillación y silencio a los que Marruecos somete desde hace casi medio siglo al pueblo saharaui", dice Elmoutaoikil.
Se muestra esperanzado pese a que España ha decidido cambiar de rumbo y apoya ahora el plan de autonomía de 2007 de Marruecos para el Sáhara Occidental. Esto significa que España abandona su neutralidad y la propuesta de Naciones Unidas para que se celebre un referéndum y que los saharauis puedan decidir su futuro; si del lado de Marruecos, o como una nación independiente.
"No es ninguna sorpresa el cambio de postura de España. Nosotros rechazamos categóricamente esta nueva traición, que en realidad es muy vieja. España continúa en la vergonzosa actitud de pretender privar a nuestro pueblo de su derecho de existir y de elegir libremente su futuro. Lo que le pedimos al Gobierno es el rechazo categórico de la ocupación marroquí, de su propuesta y de sus maniobras. No hay solución posible que no sea conforme a la voz de la voluntad del pueblo saharaui", dice de forma tajante.
Por estas palabras, Elmoutaoikil se la juega. Vive en territorio marroquí, ni siquiera en el ocupado Sáhara Occidental. Si allí se perigue la disidencia política, en el corazón del Reino de Marruecos aún se tolera menos una voz saharaui. Pero Elmoutaoikil no tiene miedo. Poco más le puede pasar que lo que ya le ha sucedido a lo largo de su vida. Gran parte de ella la ha dedicado a la causa saharaui.
Vida de activismo
Nació en la ciudad de Assa, al sur de Marruecos, a apenas unos 100 kilómetros de territorio saharaui. Estudió Geología y más tarde se hizo funcionario. En Assa, trabajaba como secretario del Ayuntamiento. Ya en 1992 fue encarcelado un año por manifestarse en su ciudad natal a favor de la autodeterminación del Sáhara. Fue a partir de entonces cuando la policía marroquí le echó el ojo. En los próximos años le detuvo en varias ocasiones sin que hubiera cometido ningún delito.
En 2001, las autoridades marroquíes decidieron deportarle forzosamente a la ciudad de Casablanca. Lo hicieron con el objetivo -según dice- de alejarle de su familia y de la cercanía con el movimiento de liberación saharaui. Elmoutaoikil se trasladó con su familia a la ciudad -es padre de tres hijos-. En Casablanca pasó a ostentar el cargo de "Ingeniero en jefe" del ayuntamiento. Sin embargo, no trabaja, porque no le dejan.
"Me mandaron aquí para aislarme y romperme psicológicamente. No ejerzo ninguna función real en Casablanca. Llevo 20 años fichando todas las mañanas pero no puedo hacer nada más. No me encargan ninguna responsabilidad, no puedo tomar decisiones...", describe Elmoutaoikil en perfecto español mientras sorbe el café. La policía marroquí, además, no le deja salir de la ciudad, a no ser que sea con un permiso especial.
Esto, al contrario de desalentarle para que abandonase sus posiciones favorables a la autodeterminación del Sáhara, las ha reforzado aún más. En 2004 fue detenido nuevamente e interrogado por formar parte de la red del Frente Polisario en Marruecos, según las acusaciones de la policía.
Un año más tarde, en 2005, se convirtió en una de las principales voces de apoyo de una nueva intifada saharaui en El Aaiún, la capital administrativa del Sáhara Occidental. Elmoutaoikil dio aliento a las protestas pacíficas en aquella ciudad, siendo detenido en en julio de aquel mismo año. Después de ser interrogado en Casablanca por su postura sobre el conflicto, fue enviado a El Aaiún, donde fue interrogado nuevamente y después puesto entre rejas en una cárcel de la ciudad conocida como "La prisión negra".
En noviembre, Elmoutaoikil fue condenado oficialmente a 10 meses de prisión. La sentencia se dictó en un juicio en masa contra 14 activistas saharauis que habían participado o tenían relación con las protestas de la intifada de El Aaiún. Las ONGs Human Rights Watch y Amnistía Internacional denunciaron graves irregularidades en el proceso y consideraron a Elmoutaoikil un preso de conciencia.
Esto, sin embargo, no impidió que Elmoutaoikil cumpliese siete de los 10 meses de la condena. Quedó libre a través de un indulto real, después de una incansable presión de las dos organizaciones y otros grupos de derechos humanos. Su 'arresto domiciliario', sin embargo, continuó a su regreso a Casablanca.
"Por un momento, imaginen ustedes en España que un país extranjero ocupa su territorio, persiguen a sus amigos, y le castigan por reclamar lo que es justo. Imaginen, además, que países poderosos les abandonan porque tienen miedo de un país menos poderoso que ellos, pero que les chantajea... Eso es lo que nos pasa a nosotros, los saharauis", dice Elmoutaoikil, poco acostumbrado a recibir periodistas internacionales, los cuales solo pueden visitarle en Casablanca.
Aunque Elmoutaoikil no se muestra soprendido por la nueva postura del Gobierno español, sí que lo hace con la debilidad que proyecta el país. Los periódicos marroquíes llevan un año llenando páginas con caricaturas que muestran a una España sin músculo, atemorizada por los planes expansionistas de Marruecos hacia Ceuta y Melilla. Una España dispuesta a no interferir en los planes de la monarquía sobre el Sáhara para evitar un conflicto como el que el año pasado desembocó en en miles de menores marroquíes cruzando a Ceuta a nado.
"¿Cómo es posible que un país que está en la OTAN y en la Unión Europea tenga miedo de Marruecos? El problema de la inmigración con la que Marruecos presiona a España y amenaza a Ceuta y Melilla no es un peso con el que carga exclusivamente España, sino la UE entera. España se sabe débil por alguna razón, y es por ello que adopta esta postura de cesión ante Marruecos", continúa Elmoutaoikil.
Momento clave
A pesar de que España justifica su posición como la más realista para dar salida al encallado conflicto del Sáhara, activistas como Elmoutaoikil aseguran que "si existiese una voluntad real de resolverlo", no se adoptaría la vía de Marruecos. "La autonomía es una característica propia de una democracia, y Marruecos no es una democracia. Por lo tanto, pueden imaginarse la confianza que tenemos en un plan de autonomía como el que propone Marruecos, en el que pretenden arrebatarnos nuestra capacidad militar para defendernos y expoliar todos los recursos naturales", se queja el activista.
Insiste en que la única salida posible es el referéndum. Este debió producirse a los seis meses del establecimiento de la Misión de las Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO) en 1991. Pero las diferencias inciales entre Marruecos y el Frente Polisario sobre el censo que debía tener la votación, hizo que nunca se llevase a cabo. 31 años después, la MINURSO sigue en territorio saharaui sin haber cumplido su misión.
"No podemos confiar ni en las Naciones Unidas ni en el Gobierno español, pero estamos en un momento en el que se respira un espíritu militante avanzado", dice Elmoutaoikil. En el Sáhara hay varios ejemplos de este nuevo aire militante. Por ejemplo, en la casa de la activista Sultana Jaya en la localidad costera de Bojador. Jaya es miembro de la Instancia Saharaui Contra la Ocupación Marroquí (ISACOM), una nueva organización dentro del universo activista saharaui, de la cual Elmoutaoikil fue fundador en septiembre de 2020.
Jaya está en arresto domiciliario poco después de constituirse la nueva porganización, desde noviembre de 2020. Desde entonces, la gendarmería marroquí ha cometido todo tipo de vejaciones contra ella, desde torutras hasta violaciones. El pasado 16 de marzo, cuatro activistas estadounidenses burlaron el cerco policial y se intalaron en la casa junto a Jaya, que todos los días sale a su balcón a ondear la bandera saharaui.
"Espacios como estos están dando una nueva esperanza al pueblo saharaui. La gente no se cansa de luchar y ve ejemplos de sacrificio. Aún hoy, tras medio siglo de ocupación, estoy convencido de que el resultado de ese referéndum sería la independencia del Sáhara, y por eso es el único camino que contemplamos. Ojalá el mundo que ha despertado con Ucrania, despierte también con el Sáhara Occidental", concluye Elmoutaoikil.
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