Y volvió a ocurrir. Parece que de nada han servido sus más de 30 detenciones, su paso por prisión y que su retrato haya sido publicado en numerosos medios de comunicación. Este domingo, Antonio Miguel Grimal Marco (más conocido como el rey del simpa), volvió a actuar. El local agraciado fue la hamburguesería Goiko Grill de la calle San Miguel, en Zaragoza.
El rey del simpa fue detenido el domingo pasado a las 17 horas después de negarse a pagar los 47,5 euros que costaba la comida, según relata el restaurante a este periódico. Antonio Miguel llegó en torno a las 16 horas, se sentó y pidió lo siguiente: una hamburguesa Kevin Bacon, una ensalada césar y tequeños.
De beber, una jarra grande de tinto de verano. “Me sorprendió que eligiera la jarra más grande para él solo", explica Marianela, la camarera que le atendió, en conversación telefónica. De postre, café con whisky y helado.
Al terminar de comer, comenzó a pedir tabaco a los otros clientes de manera desagradable. "Sospeché que quería salir a fumar y no iba a volver a pagar, así que aunque un compañero tenía un paquete, le dije que no le diera", asegura la camarera.
Llegó el momento de la cuenta y Antonio Miguel dijo, “tan tranquilo”, que se había dejado la cartera en casa. “Me quedé en shock, es la primera vez que me ha pasado algo así”, asegura Marianela.
30 detenciones
Antonio Miguel Grimal Marco, de 47 años, ha sido detenido una treintena de veces por irse sin pagar de restaurantes y bares tras cenar o comer en ellos, según la Policía Nacional de Zaragoza. El pasado domingo 13 de marzo, la Audiencia Provincial de Zaragoza decidió enviarlo a prisión tras acumular la friolera de nueve detenciones en marzo por irse sin abonar la factura de diferentes locales.
No han pasado ni dos semanas y ya ha vuelto a las andadas. Es más, este último episodio no es su primer golpe en esta calle maña. El rey del simpa ya hizo esto mismo en el restaurante Plaza Goya, contiguo al Goiko Grill, tal y como confirma el encargado a este periódico.
La anterior gran fechoría que se le conoce a Antonio Miguel fue en la plaza Emperador Carlos de Zaragoza. Era la hora de la cena del domingo 13 de marzo, cuando entró en un restaurante de la franquicia La Tagliatella.
“Parecía un señor normal. No había nada extraño en él”, asegura Beatriz, la encargada del negocio. Antonio entró en el local y se sentó en una mesa para uno. Cuando se vio cómodo, pidió para cenar dos de las especialidades del restaurante: pasta y risotto. “Ah, y una botella de vino. Y gaseosa. Y postre”.
Cuando Antonio terminó de cenar, la camarera que se encargaba de atenderlo fue a por la cuenta, momento que el susodicho aprovechó para salir por la puerta. Lo que él no sabía es que, fuera del restaurante, se encontraba otro de los encargados del local. “De hecho, no sabía que era compañero y le pidió un cigarro”.
Al darse cuenta de que era uno de los comensales del turno de la noche, le preguntó si había pagado, a lo que le respondió que no, que no tenía cartera, que se la había dejado en casa. “Mi compañero se quedó un poco descolocado, porque, claro, nadie sale a cenar sin cartera. Aun así, le puso facilidades para pagar”.
Ante la excusa de la cartera, el trabajador le dio varias opciones, entre ellas hacerle un Bizum a alguno de los miembros de La Tagliatella o, incluso, dejar su DNI en el local y acercarse a pagar en otro momento; pero eso no entraba en los planes de Antonio, quien, directo y conciso, aprovechó para soltarle la verdad al camarero: “Le dijo que no tenía dinero y que ni podía pagar ni quería hacerlo”.
Al llegar la policía al local, los agentes no se sorprendieron lo más mínimo. Al contrario, saludaron al rey del simpa como quien se encuentra con un viejo conocido: “¿Otra vez tú?”. Sí, era él.
La acumulación de simpas casi lleva a Antonio a pisar la cárcel en el año 2017, cuando fue absuelto in extremis de entrar en prisión por acumular hasta cinco estafas leves de hasta 140 euros cada una (esta cuenta vino de un hotel del que se fue sin pagar después de pegarse un homenaje junto a tres amigos).
La doctrina del Tribunal Supremo que impide a un acusado entrar en prisión por acumulación de delitos leves le salvó de la cárcel, saliendo de los juzgados con una sentencia en firme que le obligaba a abonar las cuentas adeudadas.
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