José tiene una larga trayectoria como anestesiólogo, es delegado de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, tiene plaza en un hospital del Servicio Murciano de Salud, trabaja en la Clínica Virgen de la Caridad de Cartagena y ha sido elegido pregonero de las fiestas de una ciudad de la provincia de Alicante. Ahora tiene ante sí un 'match ball' en su brillante currículo: deberá declarar, en calidad de investigado, por un homicidio por imprudencia profesional, en el caso de la lipoescultura mortal a Sara Gómez.
El 27 de junio está citado en los juzgados de Cartagena y su testimonio condicionará buena parte del proceso que se sigue contra el cirujano cardiovascular responsable de aquella intervención. El anestesista tendrá que posicionarse sobre el contenido de dos documentos que obran en la causa judicial, que contienen su firma, y que a la postre motivaron que la familia ampliase contra su persona las acciones legales que inicialmente solo iban dirigidas al cirujano.
Uno de esos documentos tiene el membrete de la Consejería de Salud y el otro, el de la Clínica Virgen de la Caridad, pero lo más importante es que difiere su contenido sobre lo sucedido en la mesa de operaciones donde estaba Sara Gómez, aquel trágico 2 de diciembre. El primer papel pone en la diana al cirujano cardiovascular, pero el segundo no. "Cuando el anestesista declare en el juzgado estará en juego su Juramento Hipocrático", tal y como subrayan fuentes ligadas a la causa.
Los familiares de la difunta agente inmobiliaria, de 39 años, tienen depositadas todas sus esperanzas en que el anestesiólogo ratifique -en sede judicial- el acta que firmó cuando declaró ante el Servicio de Inspección de los Servicios Sanitarios de Murcia. EL ESPAÑOL ha accedido en exclusiva a este documento, donde se recoge que el anestesista le dijo al cirujano que terminase la lipoescultura por supuestas complicaciones en las constantes vitales de la paciente Sara Gómez.
"Si acredita todo lo que pasó en el quirófano y que pidió que se parase la intervención, podría perder su condición de investigado, al haber cumplido con sus responsabilidades en la sala de operaciones", según sostienen las referidas fuentes, sobre la trascendencia que puede tener su versión, no solo para su suerte judicial, sino para apuntalar el delito que se pide contra el cirujano cardiovascular.
Esa acta de comparecencia tiene un enorme valor para la causa porque se produjo antes de que la familia emprendiese acciones legales, es decir, el anestesiólogo ofreció su versión de lo acontecido a los inspectores, cuando Sara sumaba doce días ingresada en una UCI y el caso no estaba judicializado. "Yo hice todo el proceso anestésico y de reanimación", tal y como confirma José, al jefe de Servicio de Inspección, antes de detallar lo ocurrido el 2 de diciembre, en el quirófano del Virgen de la Caridad.
"A las 11.43 horas se realiza una analítica de control [protocolaria] que refleja una hemoglobina 10,3, compatible con el procedimiento de una lipoescultura". Los problemas comenzaron supuestamente dos horas después. Así lo recoge la comparecencia del anestesista ante Sanidad: "A las 13.30, aproximadamente, la paciente sufre episodios de hipotensión que se controlan con bolos de efedrina de 6 miligramos y aumento de la fluidoterapia. Comentándole al cirujano la hipotensión que tiene y le aviso de cómo es el color hemático del tejido graso que se saca, así como que termine la intervención por las cifras tensionales".
Un médico con la especialidad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, analiza para EL ESPAÑOL este documento y explica de forma didáctica su contenido: "Ese día se estaba haciendo una lipotransferencia a la paciente, se le extraía grasa de la zona abdominal para inyectársela en los glúteos y aumentar las nalgas. La hipotensión es la tensión arterial baja, cuando uno la tiene muy baja, se muere, cuando te estás desangrando, la tensión arterial baja, y parece que el anestesista lo hizo bien, estaba enterado, fue cuidadoso. Es un mal síntoma la hipotensión en un paciente".
En su comparecencia, el anestesista prosigue detallando al inspector que Sara fue trasladada a la Unidad de Reanimación: "Realizo extubación de la paciente, sin incidencia, y pasa a la URPA. En la misma reanimación, se observan cifras tensionales que me hacen sospechar de anemia. Ante este hecho, solicito la transfusión de sangre cruzada e inicio perfusión de noradrenalina a dosis crecientes, llegando hasta 0,30 miligramos por minuto. Tras la transfusión de dos concentrados de hematíes y con la perfusión de noradrenalina, la paciente aparece consciente y orientada en presiones arteriales medias de alrededor de 75 mm Hg [milímetros de mercurio]".
"Se evidencia manchado hemático en la zona glútea donde se había perfundido tejido graso por el cirujano. Yo observo que hay un contenido hemático en la sábana y advierto al cirujano, que valora y descarta un sangrado activo. Ante la evaluación de la paciente que no remonta tensiones, a pesar de las transfusiones, y que necesita noradrenalina para el incremento de las mismas y vista la estabilización de la paciente, me pongo en contacto con el 061 para proceder a su traslado al Hospital Santa Lucía. Esta decisión fue adoptada conjuntamente con el cirujano".
A juicio de este reputado médico, tras analizar el acta, se pone de manifiesto que el anestesiólogo trató de mejorar las constantes vitales de Sara. "Le aplicó líquidos y sangre para aumentar la presión sanguínea: intentó remontarla. La grasa era más sangre que otra cosa por eso le dijo que acabase. Tras la intervención, con la perdida de sangre, la mujer estaba anémica, por eso le puso sangre, y la noradrenalina sirve para la tensión arterial. Todo lo que le puso era para aumentar la tensión. El anestesista vio que estaba saliendo sangre por las nalgas y encima había sangrado por el abdomen, con lo cual aumentaba la bajada de tensión y la anemia".
El 27 de junio están llamados a declarar el anestesista y el cirujano cardiovascular, en calidad de investigados, por un supuesto homicidio por imprudencia profesional. Otra vez se volverán a ver las caras y las dos acusaciones particulares, a buen seguro, interpelarán al anestesiólogo sobre este acta de comparecencia que firmó el 14 de diciembre con el membrete de la Consejería de Salud. Su contenido difiere del informe que cuatro días antes rubricó con el logotipo de la Clínica Virgen de la Caridad.
"La paciente, doña Sara Gómez Sánchez, fue intervenida el 2 de diciembre de 2021 de una lipoescultura, durante la intervención mantuvo tensiones arteriales aceptables, buena diuresis, y ausencia de complicaciones, siendo la duración de la operación 5 horas, se extubó sin incidencias pasando a reanimación", tal y como expone el documento del centro privado, donde solo cita al cirujano cardiovascular para afirmar que descartó la posibilidad de que Sara se estuviese desangrando.
De hecho, el informe concluye así: "Tras administrar tres concentrados de hematíes, previa realización de las pruebas cruzadas necesarias y al seguir necesitando dosis altas de drogas vasoactivas para mantener tensiones arteriales límites, pese al tratamiento intensivo pautado se decide traslado a hospital de tercer nivel. Cuando la situación clínica permitía dicho traslado, una vez estabilizada la paciente, se avisa al 112 y se traslada en UCI móvil, ante la presumible necesidad de monitorizadción avanzada y al haber agotado nuestras posibilidades terapéuticas".
De momento, en las declaraciones prestadas por personal de la Clínica Virgen de la Caridad se ha puesto de manifiesto que el 2 de diciembre, el anestesista, no se despegó de Sara tras la intervención: "Uno de los celadores declaró que salió del quirófano pegado a su camilla y estuvo con ella todo el rato". Dentro de dos meses tendrá que explicar con sus propias palabras lo que ocurrió en aquel dichoso quirófano y la familia de la fallecida espera que vuelva a marcar distancias con el cirujano cardiovascular, como hizo el 14 de diciembre, cuando zanjó su comparecencia ante los inspectores de Salud con la siguiente afirmación:
"Quiero hacer constar que no conocía a este cirujano y es la primera vez que trabajo con él. Al entrar al quirófano iba con la mascarilla y facialmente no le reconocería".