Los agentes aún recuerdan el día en que se acercaron por primera vez a la plantación. El hedor era insoportable, una nube de cannabis invisible que se extendía varios kilómetros por la carretera de Artajona (Navarra), y no se lo creían. Dentro del pueblo, los vecinos habían aprendido a convivir con el olor, sabían que el negocio era de uno de los suyos y que, defienden, “todo era legal y certificado”. Sin embargo, tres personas han sido arrestadas por delitos contra la salud pública y tráfico de drogas.
Los tres detenidos por la operación, en vez de empezar "poco a poco", para ir probando, quisieron montárselo a lo grande. En marzo de 2021 invirtieron 67 hectáreas para cosechar, plantar y secar más de 415.000 plantas de cáñamo industrial -cannabis sativa-, lo que la convertía en la mayor plantación de Europa antes de ser destruida por la Guardia Civil. Los mismos agentes que los arrestaron creen que el negocio “se les fue de las manos”. En total, la extensión del negocio ocupa lo equivalente a 59 estadios Santiago Bernabéu.
Todo empezó porque un policía foral fuera de servicio se encontró de bruces con los campos, guiado por el fuerte olor que ocupaba varios kilómetros a la redonda en los términos municipales de Olite, Artajona y Mendigorría. Llegado el mes de agosto, las plantas empezaron a madurar y bañaron toda la comarca. En septiembre el agente, que estaba de paso, reconoció la fragancia. “Qué olorico hacía. Artajona olía como Jamaica”, señala un vecino, “pero no había que ser muy listo para darse cuenta, que aquí lo sabíamos todos. Ahora dicen que era ilegal”, se sorprende.
El dueño de los terrenos de cáñamo era otro agricultor de Artajona, Juan Luis Y.J., un hombre “competitivo, inquieto y emprendedor” que defiende una versión muy distinta a la de las autoridades. Todas las fincas, enormes parcelas de cultivo, eran suyas, e incluso alquiló la antigua fábrica de zapatos al Ayuntamiento para secar el producto. Fueron los otros dos detenidos, uno de ellos su sobrino, quienes le incitaron a sumarse al negocio. "Le dijeron que sería legal y él entró, convencido de que estaba haciendo algo legal", explican fuentes de la investigación.
“Es que lo era. Esto no es marihuana”, replica Juan Luis en conversación con EL ESPAÑOL. “Todas las semillas y las fincas tenían la certificación de la Unión Europea y todo se hizo con transparencia total”, explica. Antes de ponerse a plantar en 2021, dice, presentó todos los documentos que eran necesarios a las estructuras agrarias, a la organización cultivos, a la Policía Foral y a la Guardia Civil. Todas dieron el visto bueno. “Lo sabían todo desde el principio, que era legal y que estaba permitido. Se han metido en un problema”, asegura.
“A lo bestia”
Fuentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de Guardia Civil cuentan a EL ESPAÑOL una versión distinta: que los arrestados quisieron abarcar demasiado. "Se les fue de las manos. No eran conscientes de la cantidad de plantas que tenían. Eso les producía muchos problemas, porque se les pudrían. Invertían las mañanas en recolectar y las tardes en colgar el producto a secar en una nave industrial que tenían a su disposición". En vez de empezar con poco para ir probando, quisieron hacerlo "a lo bestia".
Habían adquirido incluso una grúa cuyo uso en esta tarea les venía de perlas. Con ella colgaban del techo de la nave, de diez metros de altura, las tiras para el secado. En un principio, los agentes reconocen que Juan Luis había dado una “aparente legalidad” a las plantaciones y que había reconocido que estaba plantando cáñamo para uso industrial; sin embargo, a partir de verano empezaron a sospechar.
La inversión económica que había realizado -”una millonada”, dicen sus vecinos-, así como el destino final de esas plantas a países como Suiza o Italia, conocidos por el procesado de las plantas para la elaboración de productos derivados de CBD, una actividad prohibida en España, hizo sospechar a los investigadores. Por contra, Juan Luis responde que no tenía ningún trato firmado con ninguna empresa Suiza -”pero sí intenciones”- y que nunca llegó a fletar ningún camión a Italia.
“Salió un camión el día 2 de noviembre para que la procesaran allí, pero no llegó a recorrer 50 metros antes de que lo pillase la Guardia Civil”, comparte. El vehículo, hasta los topes del primer cargamento, pretendía ser la primera inyección de dinero para el trío de detenidos, pero se quedó en Artajona.
La organización
Uno ponía los terrenos y los otros dos se repartían la gestión. De estos, uno controlaba las plantaciones con los trabajadores dedicados al cuidado del cultivo. Cuando las plantas empezaron a oler y los chavales de los pueblos de alrededor empezaron a robarles cogollos, éste fue quien contrató la seguridad para mantenerlos fuera del producto. El tercer hombre en cuestión, el sobrino, era el que se encargaba de encontrar empresas por Europa a las que le pudiera interesar la venta. Todo se gestionaba a través de una empresa internacional, CannaMedical Broker, dedicada al comercio y transporte de cáñamo.
El negocio del trío, en este caso, se dividía en dos: cultivar las plantas y secarlas. Para ello, los detenidos habían preparado una gran nave industrial en la localidad de Artajona -alquilada al ayuntamiento- que se equipó con un sistema de ventilación y de temperatura. Cuando los agentes de la Guardia Civil accedieron al recinto, descubrieron más de 13.000 plantas de marihuana, algo más de 50 toneladas, listas para vender. No era, aseguran los investigadores, ni el 10% de todo lo que habían plantado.
A raíz de estos arrestos, y del descubrimiento de este cultivo, el más grande encontrado hasta la fecha, los agentes cruzaron datos con otras unidades del Ministerio del Interior y se percataron de que uno de los detenidos ya tenía experiencia en estas grandes parcelas repletas de marihuana, además de algún tipo de antecedente policial. "Está haciendo lo mismo en más provincias de España", aseguran fuentes de la operación, que también están investigando a dos vecinos de Bilbao.
La investigación
Desde que el policía de paisano se encontrara con la primera finca a mediados de septiembre, la polémica no ha abandonado Artajona. Los vecinos no entienden la radicalidad de las autoridades, “sobre todo porque lo sabían desde el principio”, ni que destruyeran tan rápido el producto de casi un año de trabajo e inversión que ya estaba listo para vender.
Más aún, el Juzgado de Instrucción número 1 de Tafalla ordenó también el corte y destrucción del resto de plantas que se encontraban aún sin recolectar y que sumaban unas 375.000 más. Pretendían vender la cosecha obtenida por un importe aproximado de 30 millones de euros a empresas situadas en el extranjero, donde se procesarían las plantas y cogollos para obtener CBD y otros derivados, cuyo valor en el mercado final rondaría los 100 millones de euros. Fuentes judiciales especifican que los tres detenidos están acusados de un delito contra la salud pública y otro de tráfico de drogas.
La investigación comenzó a mediados del año pasado. Ha sido comandada por agentes de la Policía Foral adscritos al Grupo de Delitos Contra la Salud, junto con la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil. Todo empezó cuando un agente descubrió una importante plantación de cáñamo de dudosa legalidad en ese municipio. En ese momento comenzaron las investigaciones entre ambos cuerpos policiales en las localidades de Artajona y Olite, donde encontraron 11 fincas de cultivo de cáñamo con unas 415.000 plantas y que ocupaban una extensión de 67 hectáreas.