Hay un lugar común para todos los alumnos que terminan con éxito bachillerato y Selectividad, sea cual sea su nota: el momento de elegir carrera. Son muchos los factores que influyen en esta decisión y, en realidad, el camino hace tiempo que se viene haciendo al andar. Sin embargo, hasta los más seguros acaban por dudar a la hora de elegir su futuro: su designio marcará toda su vida —o no, que nada es irremediable—.
Si hacemos una búsqueda rápida en internet, podemos comprobar que este es un tema complicado y por el que se preocupan bastantes alumnos. Hay test que te dicen con qué carrera eres más compatible, otros que te ofrecen las 10 o 20 webs que te dirán cómo encontrar tu grado ideal, etcétera.
Para tomar esta decisión, lo mejor de todo es mirarse a uno mismo al espejo y preguntarse qué te gusta. Lo ideal sería elegir una carrera que coincida con nuestros gustos, para la que seamos todo vocación —spoiler: eso no hará que te guste más lo que estudias—.
Pero hay que pensar en otros aspectos también: por ejemplo, es fundamental saber qué se nos da bien. Si escribir no es nuestro fuerte, no nos vayamos a una carrera de letras, por mucho que nuestra pasión sea el periodismo —ojo, que todo se entrena—. Si la música es tu vida y encima puedes enfocar tu carrera profesional en ella, adelante.
Cuando te mires al espejo, pregúntate también cómo eres y cómo será tu futura profesión. La enfermería puede ser tu vocación y tus fuertes estudiando son química, matemáticas y biología, pero si te da miedo la sangre, por el camino vas a tener un problema. Si eres introvertido, no elijas una carrera en la que necesites un poco de descaro, como pueden ser las relacionadas con la publicidad. Si eres de los que no puede tener el culo quieto, no elijas una formación que te aboque a la oficina.
Y, sobre todo, no tomes ninguna decisión por lo que haga tu amigo, tu hermana, lo que harían tus padres o lo que te aconseje la vecina del quinto. Acepta consejos y escucha, pero la decisión final debe ser tuya, del alumno, que es quien pone en liza su futuro.
A partir de aquí, vistos los consejos que todos hemos dado y recibido, lo mejor es consultar las claves de tu elección con los orientadores de su centro. EL ESPAÑOL ha hablado con Álvaro Ruiz, orientador de SEK Ciudalcampo.
Así se trabaja en los institutos
El orientador es una pieza fundamental en los institutos. A veces los infravaloramos y hay miedo a hablar con ellos por diversas cuestiones. Pero no sólo se les puede consultar en segundo de bachillerato, es aconsejable que el trabajo entre orientador y alumnos sea constante desde los primeros cursos del instituto.
"Con los alumnos comenzamos trabajando a través de distintas herramientas. Por ejemplo, es importante verse a sí mismo en un futuro", comenta Álvaro Ruiz, orientador del centro SEK Ciudalcampo en conversación con EL ESPAÑOL.
"En el departamento de orientación se trabaja mucho el saber 'quién soy'", explica en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.
Lo primero que recomienda el orientador, no obstante, es "empaparte de lo que hay en el mercado. Tienes que empezar poco a poco en ese trabajo".
El siguiente paso que aplican en este centro se basa en la inteligencia emocional. "Primero con la identificación de emociones y luego en bachillerato se centra en las salidas obviamente".
Para que los chavales conozcan los distintos tipos de grados y dobles grados que se ofrecen, se les suele llevar a las ferias que organizan las universidades. Ahí pueden conocer de boca de otros alumnos y egresados qué hacen en la carrera y qué salidas profesionales tiene. Se lleva a los chavales a Feria. "Es ahí donde el alumno se posiciona en dónde me veo yo", expone Ruiz.
En este sentido, también tienen "canales específicos de comunicación". "Pueden acudir, por ejemplo, a conferenciasen o ir a eventos y conocer, por ejemplo, a algunas universidades privadas".
Aquí vislumbramos algo diferente. Si tus padres se pueden permitir enviarte a una universidad privada, quizás tengas que pasar por una entrevista de admisión. En ese sentido, los equipos de orientación también trabajan con los alumnos de cara a preparar estas pruebas. A tener en cuenta por los aspirantes: "Sobre todo, tranquilidad, no es una entrevista de trabajo ni un examen", comenta el orientador.
Sobre la presión familiar, el orientador destaca que "es un juego de equilibros. Está lo que la familia considera que es bueno para su hijo y aquello en lo que el alumno considera que puede brillar. En unos casos es más fácil y en otros es más complicado".
Lo que quiere el alumno
Y es que huelga decirlo: es el joven quien, tras analizar las distintas posibilidades, debe elegir qué hacer con su futuro.
"Para eso tenemos un ejercicio específico", afirma Ruiz. "Tienes que tener en cuenta qué se me da bien, qué me atrae y qué me gusta".
No obstante, hay un pero a todo esto, porque la vida no es idílica: "Hay que trabajar con las expectativas".
Ejemplifica el orientador con el caso de los alumnos que quieren ser empresarios. "Ellos lo que piensan es que quieren ganar mucho dinero, pero no ven más allá".
De hecho, en este sentido, una de las búsquedas que más se realizan en internet es "cuánto dinero voy a ganar si estudio tal carrera".
Otra expectativa que hay que rebajar es la de aquellos que hacen Relaciones Internacionales o carreras similares. "Todos se ven trabajando en la ONU. Cuando les dices en qué consiste el grado...", apunta el orientador.
Por eso "es importante ver los planes de carrera. Hay herramientas como las que ofrece la Comunidad de Madrid, que se la pueden descargar los alumnos y salen los grados que existen, las asignaturas que tienen...". "Hay que traerles a la realidad".
Aquí es importante que los alumnos pregunten a los adultos de su alrededor. "Si tenéis la oportunidad, cuando estéis cenando con vuestros padres y sus amigos, preguntarles qué hacen, en qué consiste su trabajo, su día a día, para saber qué puede ofrecer".
Un año sabático
Muchos alumnos se ven saturados por la gran oferta de grados que existe en España. "Es brutal", dice Ruiz.
Muchos acaban por verse con un abanico tan amplio que les imposibilita decantarse. "Yo creo que en esa situación nos hemos visto muchos", dice el orientador, que apunta que, aun así, los alumnos ya vienen guiados, en su mayoría, por la rama que eligieron para bachillerato.
El caso contrario no es común. "Siempre hay alumnos que llegan con una vocación clara, pero no es lo habitual. La mayoría llegan con ciertas ideas, pero nada más".
Si llegado el momento no se sabe qué elegir, tampoco hay que hacer dramas. Ante la duda, "también hay que dar la opción a la Formación Profesional, cada vez más implantada en España, o a los años sabáticos".
Esta segunda opción "no es un fracaso". "Si te los montas bien, puedes estar en un país extranjero trabajando en una ONG hasta que se aclaren tus dudas. Una de nuestras alumnas más brillantes del año pasado hizo eso y ahora va a estudiar la carrera que más le apetece".
Si la elección se cree que no es la adecuada, siempre se puede dar un paso atrás y elegir una nueva carrera. "Eso en ningún caso es un fracaso. Hay estudios que dicen que uno de cada tres alumnos hace un cambio de carrera. El mercado cada vez nos demanda más cambios y no siempre permanecemos en el mismo sitio. No pasa nada porque un año demos marcha atrás".
"Es verdad que existe mucho miedo a equivocarse. Pero a veces es mucho mejor pararse a pensar, y luego ir como un cohete que no ir convencido", afirma.
Hacer primero un ciclo superior de Formación Profesional también es una opción mientras se piensa en la carrera. "Cada vez empiezan a coger más importancia. Es verdad que la FP siempre ha sufrido un estigma en España, frente a los países nórdicos que tienen una relación más alta de estudiantes. Con el trabajo que se está realizando cada vez va ganando más adeptos. Además, con las formaciones duales se tiene mucha experiencia".
Como consejo final, Álvaro Ruiz apunta que hay que conocer a uno mismo, pero, sobre todo, "hay que destacar que el trabajo debe empezar pronto".
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