Galo confiesa que ha entendido a las bravas que el Creador tiene un plan para todos y este domingo 8 de mayo no tocaba que fuese el último día de su vida. "Dios no quiso que muriese", tal y como afirma con vehemencia, este ciudadano de Ecuador, de 35 años, mientras accede a que EL ESPAÑOL le entreviste en su habitación del Hospital de Los Arcos de San Javier. Y lo cierto es que milagro ha habido, pero médico, ya que Galo llegó al Servicio de Urgencias desangrándose por el cuello con tal ferocidad que dejaba en mantillas cualquier escena de una película gore: "Mi compañero de piso me quiso degollar".
En ocasiones, compartir vivienda no es sencillo, pero en Torre Pacheco los supuestos problemas de convivencia entre el ecuatoriano Galo y el hondureño Hernán se han saldado con una agresión similar a las que se están viviendo en Madrid entre bandas latinas. Todo ocurrió en un piso de la calle Mayor, cuyo propietario se dedica a alquilar las cuatro habitaciones del inmueble a inmigrantes que tratan de labrarse un futuro trabajando -de sol a sol- en el campo: una historia que se repite cono un bucle en muchas localidades de la Región de Murcia.
"Pagamos 150 euros al mes por habitación", tal y como precisa este empleado en una empresa de servicios agrícolas, donde se desloma a diario para que a su hijo no le falte de nada. "Hernán llegó al piso en marzo". En este inmueble compartido, como suele ser habitual, cada inquilino debía cumplir una serie de normas básicas de convivencia.
"De lunes a viernes, hay que mantener limpio el aseo, recoger la cocina cuando uno se hace de comer, fregar los platos, los fines de semana hay que hacer limpieza a fondo...", enumera Galo, poniendo ejemplos de las reglas de convivencia que había para estos cuatro inquilinos: todos inmigrantes, tres de ellos procedentes de Ecuador y uno de Honduras.
- ¿Cómo se llevaba usted con Hernán?
- Galo: Él fue el último en llegar al piso. Nuestra relación era normal, pero siempre veía que se dejaba la cocina sin limpiarla después de comer, no fregaba los platos, los vasos, ni los cubiertos. Lo dejaba todo mal. Durante el primer mes y medio, no le decía nada, me ponía a limpiarlo yo, hasta que llegó un momento en el que le pedí que hablásemos en la cocina. Y le dije: 'Así no se puede vivir, tienes que mejorar la limpieza y el orden'.
- ¿Cómo reaccionó su compañero de piso?
- Galo: Invitó a comer a su cuñada y a su prima y no recogió nada. No sé si lo hizo adrede. Otro día, cuando llegué de trabajar por la tarde, me encontré que el grifo del aseo estaba abierto desde por la mañana. En aquella ocasión hablé con los otros compañeros para ver quién había sido y resulta que fue Hernán. Entonces le pedí que fuese más responsable y que no se dejase abierta la llave del lavabo. Él me pidió la factura del agua para pagarla, pero yo le dije que no se trataba de eso, sino de ser ordenado.
Poco a poco se acumulaban los rifirrafes diarios entre este ciudadano ecuatoriano y el hondureño, a cuenta de unas reglas de convivencia que todos respetaban, excepto el veinteañero Hernán."Yo le hablaba con educación y él miraba para otro lado y decía que cumpliría las normas". Sin embargo, todo parece apuntar a que Hernán se iba calentando con cada sermón que le echaba Galo: un hombre mayor que él, con más experiencia en la vida y que ha trabajado duro para asentarse en España.
"Llegué a Toledo en 2007, procedente de Guayaquil donde era conductor de una mototaxi". El sueño europeo de Galo empezó en un almacén de conservas: "Soy un currante y una persona honrada".
En 2010 se vio obligado a marcharse de Castilla - La Mancha porque hicieron una reducción de personal en el almacén y puso rumbo a la Región de Murcia, donde soportó las condiciones laborales leoninas de las empresas de trabajo temporal (ETT): "Tenía que renovar el permiso de residencia y el requisito para hacerlo era tener un contrato de trabajo, así que me fui de jornalero, primero a Los Alcázares, y después a Torre Pacheco".
En la localidad pachequera, cuya población de 37.299 habitantes está marcada por las fuertes tasas de inmigración, Galo logró la ansiada estabilidad laboral y un techo en un piso compartido, con otros dos compatriotas de Ecuador. Este domingo, Hernán, un veinteañero que se dedicaba a retirar restos de poda de cítricos, casi acaba supuestamente con todos los años de esfuerzo de su compañero de piso: Galo.
- ¿Qué pasó este domingo 8 de mayo en la vivienda compartida que tienen en la calle Mayor?
- Galo: El domingo fui a jugar al voleibol y cuando regresé al piso, sobre las diez y media de la noche, me encontré a Hernán con un amigo, tomando 'servesa' en el salón, con música, y con la televisión puesta. Entonces, le dije que era tarde para estar con la música porque el lunes yo tenía que levantarme a las cinco y media de la madrugada para ir a trabajar: 'No son horas para tener 'prendida' la luz de la 'sala', te puedes meter en tu habitación y sigues: apaga la tele, la música y punto'.
- ¿Cómo se lo tomó su compañero de piso?
- Galo: Hernán me reventó una botella de 'servesa' en la cabeza cuando me giré a por el mando de la tele y acabé tirado en el suelo. Después, cogió un cuchillo de cocina para degollarme con la complicidad de un amigo, que se encargaba de agarrarme de las piernas para que no me pudiese mover. Y mientras tanto, Hernán procedía a cortarme el cuello diciéndome: 'En mi país se arreglan así las cosas'.
- ¿Cómo logró sobrevivir a semejante agresión?
- Galo: Hernán no tenía corazón porque yo le dije: 'Tío, por favor, no me mates que tengo un hijo pequeño'. Y me contestó: 'Te voy a cortar el cuello', '¡Te mueres!' Le dijo a su amigo que me cogiese por las piernas para degollarme porque yo les iba a delatar por agredirme. Alcancé a defenderme metiendo un dedo de la mano izquierda en la garganta para que no me cortase la yugular y cuando empecé a sangrar por el cuello, me hice el muerto para que no me rematase.
Justo en ese momento, Mario, otro de los compañeros de piso, camionero de profesión, salió de la ducha, y escuchó los golpes y los gritos procedentes del salón. "Si mi amigo no llega a entrar a la 'sala' no estoy aquí contando esto", admite Galo, tumbado en la cama de una de las habitaciones del Hospital de Los Arcos de San Javier, donde ingresó en estado grave, con un corte que le nacía desde la oreja hacia la tráquea, otros dos en el brazo derecho, en los dedos, moratones en las costillas…
"Estaré eternamente agradecido a Mario", insiste, todavía condolido por las graves lesiones de las que se están recuperando. "No sé cuántos puntos me han puesto en el cuello, pero los médicos me han dicho que tengo que seguir hospitalizado porque se me han infectado algunos".
- ¿Qué ocurrió cuando Mario entró al salón y se encontró con Hernán supuestamente degollándole?
- Galo: Salió corriendo a pedir ayuda porque me vio desangrándome sobre el suelo y uno de ellos empezó a perseguirlo. Cuando llegó a la calle se encontró con la Policía Local y unos agentes subieron al piso para ayudarme.
Los dos sospechosos salieron corriendo y dejaron a Galo sobre un truculento charco de sangre. Uno de ellos se ocultó en un ascensor del bloque y el otro se escondió en casa de unos familiares. Por suerte, la Policía Local de Torre Pacheco los arrestó tras realizar una intensa batida por la zona. También encontraron el arma blanca: un cuchillo largo de cocina, con el mango negro, y una hoja válida para cortar carne y pescado
La Guardia Civil se ha ocupado de trasladar a Hernán, y su supuesto compinche, ante la autoridad judicial. "Solo le dije que hiciese sus labores como inquilino: limpiar la cocina cuando hace de comer, fregar los platos, ser ordenado… Se lo dije de buenas maneras, le fastidió y quiso asesinarme con la ayuda de su amigo", reflexiona Galo, sin poder dar crédito a que casi pierde la vida por los supuestos problemas de convivencia con su compañero de piso. "Saber convivir nos beneficiaba a todos. Él no vivía solo. Espero que cuando me recupere se haga Justicia".