Como cada día, Álvaro Alegría Cebrián y su compañero se levantaron para acudir al trabajo. Ambos, soldadores, se habían trasladado durante la mañana de este jueves a la factoría de Iniciativas Energéticas S.L., más conocida como “La Biodiésel” de Calahorra, con el fin de soldar uno de los hilos del tanque de combustible de la planta. Pero a las 12:53 todo cambió. El tanque explotó y se llevó consigo las vidas del “querido, alegre y trabajador” Álvaro y del otro trabajador, de origen rumano, cuya identidad aún no ha trascendido.
Tanto Álvaro Alegría (La Rioja, 1989) como el otro soldador, de 41 años de edad, trabajaban en Talleres Margal, la empresa familiar de Eduardo, padre de Álvaro. Ésta, al igual que la planta de biodiésel se encuentra en Calahorra, y está especializada en el “mantenimiento de empresas”, sobre todo, de aquellas que que necesitan de la carpintería metálica de acero inoxidable y de metalistería, como era el caso de Iniciativas Energéticas S.L.
Y allí estaban Álvaro (33 años) y su compañero cuando su profesionalidad no les eximió de la tragedia. Ambos trabajadores se encontraban en la zona en la que ocurrió la detonación, donde hay cuatro depósitos de unos 400 metros cúbicos cada uno, de los que dos contenían biodiésel y los otros dos aceite crudo, que se utiliza durante el proceso industrial de producción del biocombustible. Los dos hombres estaban en el corazón de las llamas, las mismas que han truncado los sueños de Álvaro y su colega de profesión.
Álvaro, de hecho, era un hombre muy “querido, alegre, trabajador y deportista”, cuentan a EL ESPAÑOL los vecinos de Calahorra, el municipio riojano de casi 25.000 habitantes donde han ocurrido los hechos. Muchos de ellos conocían a Álvaro de toda la vida. Al soldador le gustaba tanto el deporte que “los fines de semana Álvaro se apuntaba a las pachangas con sus amigos en el polideportivo”, apuntan estas fuentes y, tras ello, por qué no, el hombre salía a tomarse algo con sus colegas de la ciudad.
Apasionado del campo
Pero las pasiones deportivas de Álvaro no se limitaban al deporte en el polideportivo, sino que le encantaba el campo. Lo tenía en el ADN. Su familia es oriunda de Munilla, otro municipio riojano. De esos en los que apenas viven un centenar de vecinos. Pero allí el soldador se sentía como en casa. Allí no sólo podía respirar aire puro, sino que podía practicar multitud de deportes al aire libre, pues era un verdadero “amante del campo”, según explican a este medio, y de la naturaleza.
Allí, junto a su perro, un pastor belga, acudía cada poco a la casa que posee su familia en Munilla con el fin de desconectar. Una casa que, por cierto, Álvaro reformó y reacondicionó para pasar allí su tiempo libre “junto a su familia y sus amigos”. En este pueblo, el soldador aprovechaba para desatar todas sus pasiones campestres: montar en quad, practicar motocross o salir a pedalear por los montes riojanos con su mountain bike.
Álvaro era un auténtico enamorado de la naturaleza. Todo lo que pudiese hacerse en ella le llamaba la atención. De ahí que el soldador no se perdiese ningún tipo de actividad y se aficionase al Airsoft, un juego deportivo por equipos en el que se utilizan réplicas de armas de fuego para alcanzar objetivos.
El accidente
Lo que apuntan los vecinos de Calahorra es que aparte del deporte y de sus aficiones, Álvaro era un trabajador incansable. Pero su empleo como soldador le costó la vida. Uno de los depósitos de la planta Iniciativas Energéticas S.L. explotó mientras trabajaban el soldador riojano y el soldador rumano. Pese a todo, según el portavoz del Gobierno de La Rioja, Álex Dorado, “es pronto para determinar las causas de la explosión”.
Pero, como ha informado EL ESPAÑOL, no es la primera vez que Iniciativas Energéticas S.L. sufre alguna explosión. El 4 de diciembre de 2016 la misma planta ya vivió una primera explosión que, a pesar de no tener víctimas mortales, despertó las alarmas de la población. En ese momento, la biodiésel de Calahorra acumulaba varias denuncias por su gestión del espacio y sus obras ilegales, aunque no se ha podido probar que tuvieran algo que ver con el desastre de esta semana, según ha explicado a este medio una portavoz de Ecologistas en Acción.
Esa primera explosión pudo ser un aviso para evitar la ocurrida este jueves, que se ha llevado por delante las vidas de Álvaro Alegría y el operario rumano, por quienes el Ayuntamiento de Calahorra ha guardado un minuto de silencio durante este mediodía. Los vecinos de la localidad riojana lloran sus pérdidas y, en el caso de Álvaro, ha sido difícil de encajar porque el hombre vivió ahí toda su vida. Creció en el municipio; se educó en el colegio La Milagrosa y en uno de los dos institutos de Calahorra. Álvaro era de toda la vida.
En Munilla, el pueblo de su familia, se han decretado tres días de luto. En Calahorra, este sábado, 28 de mayo, se celebrará el funeral de Álvaro Alegría en La Iglesia Santos Mártires y en el Tanatorio San José de Calahorra a mediodía. Allí, sus padres, Eduardo y Carmen, y su hermano, Alejandro, podrán dar el último adiós al soldador “querido, alegre, trabajador y deportista” fallecido en la explosión de la planta de Calahorra.
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