Dicen las malas lenguas que Alberto Chicote es como el entrenador de fútbol Miguel Ángel Lotina, que equipo que coge, equipo que desciende. En el caso de Chicote, restaurante al que ha ido su programa de Pesadilla en la Cocina, restaurante que acaba cerrando. Cinco descensos a Segunda División tiene Lotina; 18 restaurantes han echado el cierre tras la 'estrategia Chicote'. Claro que esto es un poco injusto. Primero, porque a ambos les toca torear en las peores plazas. Segundo, porque también han cosechado éxitos: Lotina ganó una Copa del Rey (con el Espanyol, en 2006), y Chicote ha ido a más de 80 locales de los cuales algunos han revivido.
Pesadilla en la Cocina se emitió desde 2012 a 2020 en el 'prime time' de La Sexta, un logro nada desdeñable en el cada vez más competitivo ecosistema televisivo. Cada capítulo era como esos libros de Agatha Christie donde sabes lo que va a pasar antes de abrir el libro: en qué momento aparecerá el detective Hércules Poirot, el descubrimiento de un crimen, quiénes serán los sospechosos, que al final Poirot resuelve el misterio.
Así, primero veíamos un restaurante que se parecía más a la casa de los horrores que un lugar donde la gente iba a comer y relajarse. Cocinas mugrientas, clientes indignados, camareros que discuten, otros que directamente se emborrachan, encargados al borde del colapso... y en cualquier momento salía una mesa volando. Después, el sargento de hierro Alberto Chicote llegaba para poner orden y, poco a poco, revertir la situación. Al final se descubría la raíz de todos los problemas y, lo que al principio de la emisión era un caos, acababa por parecer un restaurante de Estrella Michelin.
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Dicen que en la tele se ve siempre uno mejor. En el caso de estos restaurantes parece cumplirse, pero no es oro todo lo que reluce. Muchos hosteleros se han quejado amargamente de los métodos y resultados de Pesadilla en la Cocina (¡hasta se creó una asociación de damnificados por el programa, con una veintena de afectados!).
Eso sí, el único que consiguió llevar su caso a los tribunales fue José Luis Sanz, dueño de La Mansión de Navalcarnero, que habló con este periódico hace un par de años para exponer su punto de vista: ni la reforma que hizo el equipo de Pesadilla en la Cocina se hizo con los mejores materiales, ni todo es tan verídico.
Con el último cierre, ya son 18 los restaurantes a quienes la actuación de Pesadilla en la Cocina, más que salvarlos milagrosamente, les ha dado el tiro de gracia:
El Castro de Lugo (Madrid)
Este bar de Tetuán, un barrio madrileño cercano a Cuatro Caminos, fue el quinto que visitó Pesadilla en la Cocina. Estaba especializado en cocina tradicional gallega. Óscar, su propietario, al parecer tenía un carácter flojo que abocaba a la perdición al restaurante, siendo incapaz de imponerse a unos empleados desmotivados, aunque se quejó de que le pidieron que actuara así. Sea como fuere, lo cierto es que El Castro de Luego cerró poco después de la emisión del programa.
Phoenix (Elche)
Esta sandwichería de Elche tenía una peculiaridad pocas veces vista en un local de hostelería: ni siquiera había cocinero. La persona que se encargaba de preparar los sándwiches, además, las tuvo de todos los colores con Chicote. Era la sexta temporada y la gente ya sabía cómo se las gastaba Chicote, aunque eso era precisamente lo que encandilaba a su audiencia. El restaurante murió entre gritos e insultos.
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La Mansión de Navalcarnero (Navalcarnero)
Posiblemente es el restaurante que le ha dado más quebraderos de cabeza a Chicote. El propietario José Luis Sanz denunció al programa por supuesta negligencia que provocó que el restaurante acabara cayéndose a pedazos. Tampoco le gustó a Sanz que Chicote dijese en el programa que su local era "el picadero de Navalcarnero". Al final, Sanz perdió todas sus batallas: La Mansión de Navalcarnero cerró y los juzgados dieron la razón a Pesadilla en la Cocina.
Da Vinci (Alicante)
Chicote visitó el Da Vinci en el segundo programa de la primera temporada. Todo parecía bonito, con dueños y Chicote encantados de la colaboración y el trabajo realizado. No obstante, el restaurante acabó cerrando y Rafa, hijo del propietario, confesó que su padre echaba la culpa a Pesadilla en la Cocina. Al final, como en el fútbol, los resultados acaban condicionando la visión general que se tiene de lo sucedido.
Mosto Tejero (Jerez de la Frontera)
Alberto Chicote llegó a este restaurante de Jerez y, desde el principio, quedó claro que no iba a conectar bien con las ganas de juerga que había en el local. Juanete era un volcán que, más que controlar a sus empleados, los enfurecía más. Tanto que fue la primera vez que se vio a Chicote ejerciendo de guardaespaldas: tuvo que frenar una más que segura pelea entre camareros. El programa se emitió de forma póstuma, pues ya había cerrado para esa fecha.
La Habana (Gijón)
Este restaurante asturiano poco tenía que ver con la alegría de vivir cubana a que hacía referencia su nombre. Fue uno de los últimos programas de Pesadilla en la Cocina, ya en la séptima temporada, y Chicote no se andaba con chiquitas. La coordinación y la comunicación eran un desastre y esta sidrería no tuvo más remedio que cerrar en mayo de 2020.
Irlanda (Ferrol)
En septiembre de 2019 cerró el Irlanda, un local muy conocido en Ferrol, sobre todo después de que Chicote dejase su sello por allí. Manoli era "una dueña aficionada al erotismo", su marido estaba "superado por las circunstancias" y, para colmo, había deficiente comunicación con la plantilla. Nada que hacer.
El Vivaldi (Barcelona)
Este restaurante ubicado en pleno barrio de Sants tenía la estética y las esperanzas de convertirse en un referente de la tradición italiana. Giuliano, su dueño, "había perdido la ilusión por el trabajo" y su hijo, también Giuliano, era el que buscaba darle un impulso que lo relanzara. Los números no salían y terminaron por cerrar años después de la emisión.
El Rincón de Montse (Daganzo de Arriba – Madrid)
Montse decidió, tras la experiencia en Pesadilla en la Cocina, cambiar el nombre del local. El Cucharón Daganzo, que así lo rabautizó, demostró que sus problemas no estaban en la denominación. Bien es verdad que fue de los restaurantes más cambiados tras la intervención de Chicote, pero de nada sirvió.
Baltias (Madrid)
Fue otra de las veces que Chicote tuvo motivos para temer por su integridad física. El dueño del restaurante era un hombre desmotivado, pero su chef pecaba de lo contrario: le sobraba energía. Además, no se tomaba demasiado bien con las críticas. Por eso, en un momento en que Chicote le tocó, este tozudo chef amenazó con pegarle un puñetazo.
Juan de Austria (Madrid)
Cuando Chicote llegó al Juan de Austria se sorprendió al ver uno de los restaurantes más feos a donde había acudido con su equipo de Pesadilla en la Cocina. De este programa se recuerda especialmente el susto que se llevó Chicote al ver el duro enfrentamiento entre el propietario con su hija. Entre unas cosas y otras, este asador estaba condenado al fracaso.
Hot Beach (Alicante)
Este local de la Comunidad Valenciana albergaba una de las plantillas más peculiares que se ha encontrado Chicote en toda su carrera. Los primeros huéspedes inesperados eran las cucarachas, que transitaban por el local con la libertad y alegría del resto de clientes. Además, tenían penes de chocolate reciclados. Chicote no daba crédito, y el tiempo le dio la razón.
La tarantella (Barcelona)
Seguramente, el programa más emotivo de cuantos se emitieron. Chicote se encontró con algo mucho peor que cualquier problema en la cocina: murió el padre de Nicola, jefe del negocio. Además, el propietario del local donde se ubicaban amenazaba con desahuciarlos. Todos pusieron de su parte, pero a veces el destino tiene su propio plan. Otro italiano que se iba al garete en Barcelona.
Cool Palace (Rivas-Vaciamadrid)
La intervención de Pesadilla en la Cocina pareció exitosa en un primer momento. Farid, dueño junto a su esposa de este restaurante iraní, invirtió cientos de miles de euros en la remodelación y hasta cambiaron la carta, introduciendo nuevos platos. Estaban desesperados porque se veían abocados al fracaso, pero en la emisión del programa se mostraron esperanzados con el futuro. Al final, su gozo en un pozo.
El Rusiñol (Aranjuez)
Este programa dejó para el recuerdo una de las mejores frases de Chicote: "Este pescado tiene menos chicha que la pata de una grulla". Era la séptima temporada y Chicote necesitaba tirar de ingenio para no repetirse, y vaya si lo conseguía. Los que no consiguieron remontar fueron los dueños de El Rusiñol, que cerraron para abrir nuevos negocios de hostelería en la misma Aranjuez.
La Cueva de Juan (Paiporta - Valencia)
"Chicote vuelve, vuelve a mi lado / Chicote vuelve, vuelve otra vez a mí", cantaba con su guitarra y su armónica Emilio, dueño del restaurante, al final de la emisión del programa. Viéndolo, uno podría pensar que todo fue un éxito. Sin embargo, cuando se emitió el programa los dueños del negocio ya eran otros y tuvieron que desvincularse de todo lo mostrado rápidamente.
Taberna Lolailo (Valencia)
A Chicote no le gustaba nada de la Taberna Lolailo: ni el talante de sus dueños, ni la comida que servían, ni cómo trataban a los clientes (a quienes llegaban a increpar cuando les transmitían su descontento). Al final, Chicote reformó todo lo que pudo y le dejaron, pero el resultado fue el que se esperaba antes de su trabajo: cerrado.
Casa Pili (Castro-Urdiales- Cantabria)
Alberto Chicote fue a Casa Pili en el segundo capítulo de la sexta temporada. La dueña Pili mostró una autocrítica inusual en el programa, tanto que llegó a vomitar al probar la comida que ofrecía su propio restaurante. Además, también se ganó el cariño del público. Sin embargo -y para sorpresa de todos los seguidores de Pesadilla en la Cocina-, Pili comunicó a través de Facebook que no le quedaba más remedio que cerrar definitivamente el negocio. Al menos, le quedarán los mensajes de ánimo.