Eloy Ureña lleva 30 años siendo granjero avícola en Fayón (Zaragoza). Él, como muchos ganaderos, se dedica a criar los pollos que les suministran las empresas integradoras de España: les da de comer el grano, cuida de sus necesidades para que crezcan saludables y, tras ello, la integradora vuelve a llevarse los animales para sacrificarlos con el objetivo de satisfacer el consumo humano. Así, en cadena, granjeros, integradoras y distribuidores trabajan para que el pollo pueda llegar a los mercados. Sin embargo, la Unión Europea (UE) ha añadido un nuevo actor en esta operación de suministro avícola: Marruecos.
Desde el pasado 30 de junio, en este sentido, la Comisión Europea en el Reglamento de Ejecución 2022/1040 ha decidido autorizar la entrada de partidas de productos cárnicos de aves de corral desde Marruecos. O lo que es lo mismo, a partir de ahora se podrá importar pollo desde el país magrebí, un hecho que muchos granjeros como Eloy no terminan de entender y que puede poner en riesgo la viabilidad de 5.000 granjas en España. “Lo peor de todo es que el pollo marroquí es más caro que el español”, sostiene el también responsable del sector avícola de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).
“Ahora mismo el kilo de pollo, de media, cuesta en España 3,24 euros y es caro, porque antes de la crisis que estamos viviendo valía 2,50 ó 2,60 euros. Pero el kilo de pollo en Marruecos cuesta, haciendo el cambio de dírhams a euros, 4,10 euros. Casi sería mejor si les exportáramos nosotros a ellos”, explica a EL ESPAÑOL Eloy Ureña. Por ello, desde COAG sospechan que esta decisión atiende a una suerte de “especulación”, porque piensan que se quiere usar a Marruecos como un “país lanzadera”. “Es decir, si Marruecos tiene la puerta abierta para exportar a la UE, puede importar pollo procedente de países terceros como, por ejemplo, Brasil –cuyo pollo es más barato que en España– para luego exportarlo a la UE. Así entenderíamos la reciente decisión adoptada por la Comisión. Y lo mejor estos pollos de países terceros no cumplen las condiciones sanitarias”, añade.
Sea como fuere, esta nueva normativa de la UE no sólo ha regulado el régimen comercial de carne avícola con Marruecos. La Comisión también ha aprobado la solicitud de Reino Unido para que comience la importación a la UE de partidas de aves de cautividad y de sus productos reproductivos desde la Isla de Man y Jersey. “Lo curioso es que en una reunión que mantuve el pasado 24 de mayo con los grupos de diálogo civil, los que prestan asistencia a la Comisión Europea en políticas agrarias, nos informaron de lo de Reino Unido, pero no nos dijeron que se iba a autorizar la importación de pollo marroquí”, asevera el responsable del sector avícola de COAG.
Este pollo, según sospecha COAG, “igual ni es marroquí”, porque éste sería “más caro”. No obstante, podría provenir de otros países en el que sea barato y que Marruecos sólo sea la “lanzadera”. Resultado: llegaría pollo desde Marruecos, no marroquí y muy barato. Una circunstancia que preocupa a otros granjeros como la gallega Loli García: “Si el pollo que se va a importar desde Marruecos al final es más barato que el de España, esto afectará profundamente a los ganaderos españoles porque con la recesión que hay en el país, el consumidor podría recurrir a estas aves. Podría ser la puntilla para un sector en el que estamos sufriendo por la subida de los costes de producción”.
Los requisitos sanitarios
Pese a todo, que la UE vaya a añadir a Marruecos al anexo XV del Reglamento de ejecución 2021/404 –el anexo de la Lista de terceros países, territorios, o zonas de estos, desde los que se autoriza la entrada en la Unión de partidas de productos cárnicos de ungulados, aves de corral y aves de caza– es una medida que lleva años gestándose, pero que siempre se había frenado por la falta de pruebas de que el país magrebí cumpliese con las exigencias zoosanitarias.
Sin ir más lejos, en 2017, L’Economiste apuntaba que expertos de la UE habían realizado dos visitas de control a Marruecos, en marzo y en septiembre, y en ellas se llevaron varias “sorpresas” que empujaron a Europa a seguir vetando la importación de pollo marroquí. El vecino país “no reunía completamente”, a ojos de estos especialistas, “las condiciones para una certificación sanitaria de las granjas que producen carne de pollo para la exportación de productos cárnicos hacia la UE”.
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O lo que es lo mismo, estos expertos habían observado fallos en el transporte de los animales, detectado miles de pollos muertos sin control y escasez de laboratorios de análisis sobre su salud. De hecho, se cifraba en un 92% el porcentaje de pollo que escapaba del control oficial de Marruecos. “De esto sólo han pasado cinco años y claro que se pueden cambiar y mejorar las granjas y mataderos, pero nos parece poco tiempo para haber ejecutado cambios tan grandes que permitan un correcto control sanitario de los pollos en Marruecos. Igual lo que han cambiado son los intereses”, esgrime el granjero Eloy Ureña.
“En 2021, por ejemplo, hubo una ola de calor en Marruecos por la que murieron la mayor parte de los pollos de entre 20 y 45 días. Eso en España no nos pasaría jamás. Sería muy improbable porque una de las condiciones obligatorias que tenemos es que los animales estén en buenas condiciones climáticas”, ejemplifica el responsable avícola de COAG. “Además, en España tenemos todo automatizado y vigilado para que se sepa el estado de cada granja. Si alguna ha desarrollado algún tipo de gripe aviar y tiene que permanecer en cuarentena, etc. Y eso en Marruecos no estará establecido en la mayoría”, añade.
En este sentido, Loli García, la granjera gallega, explica que su granja, al igual que las de España, está bajo férreos controles zoosanitarios. “Todas las semanas viene un veterinario de la empresa integradora para controlar la salud de los animales y su bienestar y, cada tres o cuatro meses, tenemos inspecciones de la Xunta de Galicia. Todo esto, y un buen trabajo, genera que el pollo que llegue al consumidor esté en perfectas condiciones”, dice la granjera.
Algo que, como se ha indicado, COAG duda que ocurra en Marruecos. Pese a ello, la Comisión Europea, en su reglamento, dice que el país vecino “ha aportado garantías en relación con el cumplimiento de los requisitos en materia de notificación y presentación de informes sobre las enfermedades” y “garantías relativas al cumplimiento de los requisitos zoosanitarios de la Unión pertinentes, o de requisitos equivalentes”. De ahí que hayan añadido a Marruecos a la lista de países desde los que poder importar pollo.
La crisis y la puntilla
Pese a todo, en el sector avícola español sí que existe la preocupación de que estas nuevas importaciones puedan suponer la puntilla para 5.000 granjas regadas por todo el país. “Nuestro sector, la verdad, lleva encadenando varios años malos. Primero, la falta de turismo durante los primeros años de pandemia provocó que bajásemos mucho la producción porque dependemos mucho de este sector”, indica Eloy Ureña. “Ahora, con el sobrecoste energético (+150%) y de piensos (+35%) hay muchas granjas nuevas que no pueden asumir sus hipotecas y están cerrando”, lamenta el responsable del sector avícola de COAG.
–Teniendo en cuenta que España sufre un proceso inflacionario y que los costes de producción aumentan, ¿es posible que la importación de pollo marroquí pueda ser la puntilla para el sector?
–Puede ser la puntilla, sí. Si llega un pollo más barato, que igual no es ni marroquí, y si nos hacen bajar el precio en los lineales, al final esto será un bomba de relojería. Las integradoras apretarán números y nos bajarán el precio a las granjas y nosotros no podremos seguir trabajando. La verdad, conozco mucha gente que la pandemia le dejó muy mal y esto les podría terminar de afectar.
Por todo ello, COAG “rechaza frontalmente” importar pollo marroquí a España y UE porque “no cumple con las condiciones sanitarias” y porque puede terminar de afectar al sector avícola español empujando al cierre a 5.000 granjas. Pero, “lo peor de todo”, ha explicado a este medio Eloy Ureña, “es que el pollo marroquí es más caro que el español”. Si es más barato, “igual no es ni marroquí”, previene.
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