— ¿Qué tal? ¿Cómo vas?
— Bastante jodido
Así, claro y conciso responde a la primera pregunta. Ante la propuesta de entrevista, Hugo hace rápidamente un hueco en su rutina de pedaleo para poder atender a EL ESPAÑOL. Sin embargo, aunque en un primer momento asegura que puede hablar y responder a las preguntas al mismo tiempo que continúa su marcha en bicicleta, finalmente, decide parar. Y, tal y como expresa, lo agradece. “Estaba en la Sierra de Hornachos y llevaba 20 minutos sin agua. Acabo de encontrar un pueblo y he parado ahora mismo”, cuenta.
Hugo Cuetos es un agente de la Guardia Civil retirado desde el pasado mes de abril. En el año 2015, este asturiano con décadas de experiencia en el Cuerpo sufrió un accidente estando de servicio por el que se le abrió un expediente de aptitud psicofísica. “Tuve un trastorno que yo no sabía que tenía. Se me valoraron las secuelas físicas, pero no las psíquicas”, explica a este periódico. Dos años después de lo sucedido, la Guardia Civil le comunicó el fallo de lo ocurrido: el accidente ocurrió en acto de servicio, él se encontraba donde debía estar y su estado era perfecto. “Como premio, me destinaron forzosamente a Mallorca, me quitaron la especialidad de Tráfico, el pabellón para vivir, me bajaron el sueldo 300 euros e intentaron quitarme el carné de conducir”, enumera.
Desde entonces, y tras serle diagnosticado por los psiquiatras forenses un TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático), Hugo está completamente implicado en la lucha de los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por reivindicar la importancia de la salud mental en la institución. “Yo sentía cosas, pero no soy analista, yo no sé lo que me está sucediendo. Yo necesitaba un salvavidas y lo que me pusieron fue una mochila de plomo. Ahí empezó un infierno”, cuenta. Sin embargo, tiempo después, su lucha ha llegado hasta el punto de lanzarse a la aventura de conseguir un reto que parece prácticamente imposible: recorrer España de norte a sur, un total de 1.643 kilómetros, en tan solo seis días.
La proeza de Hugo comenzó el pasado 28 de agosto. Lo había hablado mucho con su pareja Rebeca, la persona que se ha convertido en su gran pilar durante el recorrido. “Yo le decía: “Rebe, tengo que hacer algo”. A mí me gusta el trasfondo, la bici me hace sentirme útil y me hace salir del problema contra el que estoy luchando”. Por ello, no se lo pensó ni un momento y, aunque desde su entorno más cercano le reprochaba que no serviría para nada, Hugo se lanzó a la aventura. El agente retirado cogió su bicicleta en la localidad asturiana de Bilmea, donde nació, y puso rumbo a Málaga.
Etapa a etapa
En el momento de la entrevista a este periódico se encontraba en el límite entre Córdoba y Badajoz, aunque aseguraba no tener clara la ubicación ya que había perdido la señal GPS. No obstante, lo que sí ha tenido claro desde antes de su salida ha sido el recorrido. En la primera etapa pedaleó desde Blimea hasta Tuleda de Duero, un total de 358 kilómetros. Sobre esta etapa, el asturiano asegura que fue la más dura.
"Fueron 60 kilómetros y 1.700 de acumulado. Cuando llegué a León la comida me sentó mal y tuve dos cortes de digestión", cuenta. Sin embargo, a pesar de todas las adversidades jamás pensó en rendirse y continuó con su camino. Un camino que sigue de cerca Rebe, su pareja. Aunque ella no pedalea, le acompaña durante todas sus etapas buscando los hoteles donde hospedarse.
Desde Tuleda de Duero partió hacia Ávila, completando así la segunda etapa, de 309 kilómetros. A partir de ese punto, puso rumbo a Mérida y completó la tercera fase del recorrido. Desde Mérida, la siguiente parada sería Baeza y finalmente Málaga, lugar que Hugo sitúa como la meta para lograr la hazaña al completo. Durante las cinco etapas, ha tenido que hacer frente a situaciones complicadas. Tal y como él mismo cuenta a este medio, el viento sur en contra se convirtió desde el ecuador de su proeza en su principal enemigo. “Ayer en el Puerto de Tornavacas picaba 45 km/hora”, explica.
Falta de psicólogos
Además del apoyo de Rebe, su compañera de viaje y pareja, Hugo cuenta con el respaldo de todos sus compañeros que, como él, forman parte de Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). Desde esta organización, los agentes llevan años reclamando a la Administración medidas para acabar con la tasa de suicidios dentro del Cuerpo. Cada 26 días, un guardia civil se quita la vida. En el caso de los policías nacionales, se contabiliza un suicidio cada 72 días. "La Guardia Civil tiene 44 psicólogos para 77.000 agentes. La reivindicación es que externalicen estos servicios", demanda Hugo.
Por ello, entre los principales objetivos de su reto está el de recaudar fondos para la entidad PAPAGENO, la asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio. Él mismo asegura que, al principio, no pensaba que su recorrido solidario fuese a alcanzar la repercusión que ha tenido a nivel mediático. "Me decían que qué iba a conseguir. Yo pensaba que se iba a quedar en una cosa más interna, de estar por casa. Pero mira, esto ha ido creciendo hasta el día de hoy", expresa orgulloso.
Desde la AUGC han elogiado la labor de Hugo por poner en valor la necesidad de que "la salud mental requiere atención y ser tratada a tiempo". "Está en juego la propia vida. Las enfermedades mentales, los trastornos de esta índole, el suicidio, actualmente son tema tabú que se han de afrontar y solucionar", han apuntado.
Aunque ya ha sido apodado por muchos como un héroe y un referente para todo el Cuerpo de la Guardia Civil, a él no le gusta el calificativo. "Soy uno más de ellos. Simplemente cogí la bici y me lancé a esta aventura. Sin más", añade.
En este momento, Hugo se encontrará pedaleando hasta el siguiente punto de su ruta. O quizá, si el lector está ojeando el artículo después del 2 de septiembre, ya habrá llegado a Málaga, o incluso habrá regresado a Asturias. Y es que, aunque la pregunta sobre qué será lo primero que haga cuando llegue a la ciudad andaluza le pilla de sorpresa, no tarda en responder. "Yo creo que beberme una buena jarra de cerveza fría", añade. Eso sí, especifica: "Sin alcohol y con limón".