Nada perturba la calma de Otero de Sanabria (Zamora). Si un coche pasa por la carretera se oye en todo el pueblo, igual que los pasos de este periodista. En medio de esta calma, lo único que se mueven son los gatos y el brazo izquierdo de Ángel dando pinceladas de barniz a las gruesas vigas de madera que sujetan su nueva terraza. ¿De reformas? “No, no. Esta es nueva. Yo vivo ahí”, y señala la casa de enfrente.

Este hombre es uno de los 24 habitantes censados que tiene esta pequeña localidad de la comarca de Sanabria, que se hizo famosa precisamente por ser la más pequeña de España en tener una estación de Ave. En realidad, dicha parada no está pensada exclusivamente para Otero, sino para toda la comarca: Puebla, Palacios, Remesal, Mombuey y un largo etcétera de pueblos cercanos. También es la estación de Ave más cercana a Portugal, pero que no se enteren los pobres extremeños… Con todo, no deja de ser llamativo que una localidad tenga la misma cantidad de comercios que de estaciones de tren de alta velocidad. Sí, uno.

La estación Sanabria AV —ese es su nombre— fue inaugurada en octubre de 2020 y forma parte de la línea de Olmedo-Zamora-Orense-Santiago de Compostela, es decir, el famoso Ave a Galicia que tanto tardó en llegar. La línea fue planificada para el año 2007 pero la crisis financiera de 2008 y los consecutivos cambios de Gobierno retrasaron su inauguración más de una década.

La estación Sanabria AV vista desde la carretera. Jaime Susanna

La llegada del Ave a Sanabria supuso un soplo de aire fresco en la provincia, sin embargo, no consiguió revertir la sangrante despoblación que sufre la región. Hablando en plata, Otero se sigue muriendo año tras año. Solo una familia tiene niños pequeños, según comentan los vecinos. Las únicas personas jóvenes que viven aquí trabajan en una residencia de ancianos en Mombuey. No hay cuartel de la Guardia Civil, ni consultorio médico, ni supermercado, ni farmacia, ni bar… El único negocio activo es un pequeño estanco-bodega.

“Llegó a haber hasta 1.000 cabezas de ganado”, prosigue Ángel mientras da pinceladas a la madera. “Vacuno y ovino. Aquí, agricultura nunca ha habido mucha, pero ganadería sí”. De hecho, él era ganadero hasta que, un buen día del 2011, el Gobierno llamó a su puerta. “Me expropiaron la explotación que tenía para hacer la estación”. Sin derecho a réplica, pero con una jugosa cantidad de dinero de por medio.

—¿Cuánto le pagaron, se puede saber?

—Alrededor de 580.

—¿580.000 euros?

—Sí.

—No está mal… Y claro, con ese dinero se hace usted esta casa.

—Bueno, y también he comprado pisos en Sevilla.

—¡Madre mía!

—¡También me lo he currao, eh!

—Sí, sí. Eso nadie lo niega.

La elección de Sevilla no es casual. Ahí vive y trabaja su mujer, una reputada periodista de Canal Sur que, curiosamente, se llama como él: Ángela. Ella es natural de Gijón; él, nacido y criado en Otero. Las vueltas que da la vida. “De esta zona hay muchos periodistas. La Lucía esta…”. ¿Méndez? “Esa misma. Nació en Palacios”. Pues efectivamente. Wikipedia lo corrobora.

Campanario de la iglesia de Santo Tomás Apóstol. Jaime Susanna

Como decíamos, Otero tiene la misma cantidad de comercios que de estaciones de Ave. Pero hay algo de lo que tiene más: iglesias. Hay dos y no son precisamente pequeñas ni parcas en ornamento. Si hay algo que destaca entre los tejados de los chalés es el campanario de la iglesia de Santo Tomás Apóstol, un hermoso templo de líneas sencillas datado del siglo XV y que guarda sorpresas. Lo verdaderamente impresionante está dentro.

En su interior hay un enorme y colorido retablo renacentista que muestra imágenes de la pasión de Cristo. Asimismo, todo el techo interior de la iglesia está decorado por pinturas de fuentes, animales y plantas. Es tal la armonía simétrica y estilística que un hasta un TOC daría su aprobación. Normal que se la llame la Capilla Sixtina del arte sanabrés.

Dos turistas frente al retablo renacentista de la iglesia Santo Tomás Apóstol. Jaime Susanna

Tina es la encargada de guardar las puertas del templo todos los días. Hace tres años que el Obispado de Astorga y la Diputación de Zamora llegaron a un acuerdo para trasladar la misa de domingo al otro templo del pueblo, el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, y abrir Santo Tomás Apóstol todos los días a las visitas turísticas. “Esta mañana ya han venido seis personas”, afirma Tina echando un ojo a su cuaderno. Y eso que estamos a jueves.

—¿La construcción de la estación ha traído más visitas a la iglesia?

—A ver, es que nos han pillado unos años muy malos por la pandemia. Este es el tercer año que está abierta. En 2020 hubo bastantes visitas pero de gente de la comarca. El año pasado ya hubo un poco más. Sí, yo creo que sí que ha tenido algo de impacto.

En lo que transcurre la conversación con Tina, dos mujeres foráneas entran a visitar el templo. “Se ve más gente en el pueblo, pero no se han abierto negocios ni nada”, prosigue la mujer. “En la estación hay movimiento. La gente se va a Zamora, a Madrid. La mayoría de la gente lo que hace es dejar el coche allí”. ¿Y los que llegan sin tener coche aquí? “Llaman a un taxi de Puebla. Creo que hay dos o tres”.

Andén de la estación Sanabria AV. Jaime Susanna

En la Estación Sanabria AV reina una calma todavía mayor que en Otero. Si uno grita un sonoro hola solo recibe respuesta del eco. Así pues, nadie impide el acceso a los andenes a este periodista para hacer fotos. El sol inunda las vías, las cuatro. En los andenes no hay un alma. Normal. El tren que va a Ferrol todavía tardará varias horas en pasar por Otero.

De vuelta al vestíbulo de la estación, finalmente, aparece Javier, el guardia de seguridad. Pero, ¿lleva usted aquí todo el rato? “Sí, es que en la garita no se oye nada”. Misterio resuelto. Mientras pide los datos de este periodista, cuenta que lleva haciendo el turno de tarde aquí desde que se inauguró la estación.

Es de Arcillo de Sayago, un pueblo al sur de la provincia de Zamora igual de pequeño que Otero, pero más apartado, si cabe. “¡Ese sí que es bonito! Deberías pasarte por ahí y hacer un reportaje”. Apuntado queda. Hasta entonces, ¿puedo hacerle una foto? “Claro, dale”.

Javier, guardia de seguridad en la estación. Jaime Susanna

El estanco ha abierto tarde este jueves. Jesús tenía cosas que hacer, y un par de horas de cierre no va a trastocar mucho sus cuentas. El establecimiento lleva abierto algo más de 20 años, según relata. “Abrió antes del 2000, seguro”. Él no es el dueño del establecimiento. Los propietarios también regentaban el último bar —y tienda de ultramarinos— del pueblo, en la casa que se ubica justo enfrente del estanco.

“Tenían de todo”, recuerda Jesús. “Eso era El Corte Inglés en 10 metros cuadrados”. Pero de aquello ha llovido. Hace lo menos 24 años que cerró aquel negocio y dio paso a este estanco-bodega que, además de artículos para fumador también vende productos de la región. El espacio es minúsculo pero digno de ver por su orden y lo bien aprovechado que está. Pero Jesús pide que nada de fotos. “Hemos tenido ya 10 robos o así”. No se hable más.