Esta semana regresó a la pantalla chica la emperatriz de las mañanas televisivas. Ana Rosa Quintana volvía a ponerse al frente del magacín que lleva su nombre tras 11 meses peleando contra el cáncer, y lo hacía declarando que durante todo este tiempo ha contado con la ayuda inestimable de un entrenador oncológico. Muchos entonces se preguntaron en qué consiste esta figura, cómo trabaja y cuáles son los beneficios que puede aportarle a una persona enferma de cáncer. En EL ESPAÑOL hemos hablado con Ángel Meléndez, que dirige junto a su pareja, Emanuela Sotgiu, Oncologym. Ambos son entrenadores oncológicos y dejaron en suspenso sus planes de boda para lanzar su negocio y dedicarse plenamente a lo que más felices les hace, el trabajo con pacientes enfermos de cáncer.
"Los primeros estudios que respaldaron los beneficios del ejercicio físico en el paciente oncológico se lanzaron hace 30 años, pero sobre todo en los últimos 10. En 15 años la ciencia ha avanzado muchísimo y ha demostrado que el ejercicio tanto antes, como durante y después de los tratamientos oncológicos es muy importante", cuenta Ángel, lamentando que, a pesar de ello, aún no se receta lo suficiente "desde los servicios médicos". "Entrenadores, fisioterapeutas y nutricionistas debemos ir de la mano con el mismo fin: la mejora del paciente y hacer de este proceso tan complicado lo más llevadero posible y con los menores efectos secundarios".
Para formarse, Ángel se matriculó en la primera edición que la Universidad Autónoma lanzó, una formación titulada Ejercicio físico y paciente oncológico: "Ahí nos dieron una visión general de los tipos de tratamiento, a nivel psicológico también te dan pautas, y nos enseñaron a conocer la fisopatología de la enfermedad. Fue un maravilloso punto de inicio", cuenta el entrenador, asegurando, no obstante, que "en plena faena", en el ejercicio diario con los pacientes, es donde más aprende: "Dos personas que tenga el mismo sexo, la misma edad, mismo diagnóstico y tratamiento pueden tener efectos secundarios diferentes. Por eso tenemos que estar ahí para adaptar el entrenamiento".
Un día de trabajo
¿Cómo funciona el día a día del trabajo con un entrenador oncológico? En primer lugar se hace una valoración pormenorizada del paciente en la que se miden sus "niveles de fuerza, el nivel aeróbico y el de movilidad", además de valorar el estado anímico y la calidad de vida de cada uno. También resulta muy importante conocer si tienen experiencia previa, es decir, si eran o no personas deportistas antes de recibir el diagnóstico. Según los datos recabados, los entrenadores diseñan una rutina, un plan específico para cada paciente, y este siempre está sujeto a variaciones: "Nosotros preparamos la sesión, pero cuando tenemos al paciente delante, ya sea de forma presencial u online, lo primero que hacemos es comentar cómo se siente, y según eso la modificamos o no. Hay momentos en que el ejercicio se puede ver interrumpido, si hay fiebre, mareos, vómitos, o las defensas están muy bajitas", aclara el experto, cuya máxima profesional, revela, gira en torno a una frase que leyó una vez y se le quedó marcada: "No tratemos la enfermedad, tratemos a personas".
Ángel y Emma entrenan a pacientes con distintos tipos de cáncer, pero el grueso lo componen aquellos que están atravesando un cáncer de mama. "Nos llega la gente con muchos miedos e incertidumbre, nos dicen ‘no sé si lo voy a poder aguantar’, pero el ejercicio es apto para prácticamente todo el mundo y, cuando la persona ve que lo tratamos de forma progresiva, lo primero que nos dicen es que a nivel energético, de estado anímico, se sienten mucho mejor". El beneficio de superar esa barrera "empodera" a sus pacientes "al mejorar su nivel de fuerza, reducir los dolores articulares y preparar el cuerpo para enfrentar los tratamientos y la cirugía".
Ejercicios sin dificultad técnica
Los ejercicios que un entrenador oncológico pauta no tienen "una dificultad técnica elevada" y deben ser accesibles pues "la mayor parte de pronósticos se dan en personas desentrenadas, que vienen de vidas sedentarias y cuya primera toma de contacto en muchos casos con el ejercicio es con nosotros", afirma Ángel. "Trabajamos con remo, sentadillas, trabajo de hombros; y todo con cargas, ya sean mancuernas, barra, bandas elásticas o toallas. Dependiendo de la intensidad con la que queramos trabajar y de la experiencia de la persona, usaremos un material u otro".
Un entrenador oncológico posee una especie de Atlas de geografía humana, como la novela de Almudena Grandes, y por su profundo conocimiento de la fisopatología de la enfermedad pueden incluso diseñar planes de ejercicio para pacientes con metástasis osea. En esos casos, aclaran, lo primero es conocer el estado de la persona tras hablar con su equipo médico, "y luego hacer una valoración teniendo en cuenta diferentes aspectos en cuanto al entrenamiento: no pueden hacer complexiones axiales ni movimientos de cizalla", desarrolla el entrenador, y añade: "Pero sí es beneficioso y no está asociado a un aumento de fracturas, siempre que el movimiento esté supervisado y controlado".
El testimonio de una paciente
Vanesa tiene 42 años y padece un cáncer de mama por el que recibe tratamiento hormonal hace un año. Hace cinco meses encontró Oncologym, la empresa de Ángel y Emma, a través de Instagram, y se lanzó a probar: "La medicación tiene efectos muy agudos sobre tu cuerpo y tu estado de ánimo, yo no me encontraba bien y quería hacer algo más por mí además de seguir el tratamiento. Entonces me animé y contacté con Ángel, pensando que si no me gustaba siempre podía dejarlo", cuenta a EL ESPAÑOL. En su caso optó por las sesiones online, lo que le facilitaba poder realizar el ejercicio desde su casa aunque no se encontrara en plenas facultades.
Así, Ángel trazó para Vanesa un plan de entrenamiento basado en trabajo con bandas de Pilates: "Empecé a hacer todo lo que es la técnica de los ejercicios, que van desde la punta de la cabeza a la punta de los pies y, cuando ya la tenía interiorizada, poco a poco fui incorporando pequeños pesos, una pesa de kilo, kilo y medio, dos kilos, y así progresivamente", cuenta. En su caso, este entrenamiento resultó fundamental para ganar masa muscular pues, debido a la enfermedad, le indujeron la menopausia.
A pesar de la dureza del proceso, Vanesa habla con paz y con fuerza, y dice no poder alegrarse más del paso que dio: "Yo estoy muy contenta porque empecé que prácticamente no me podía mover y ahora ya estoy cogiendo bastante peso, estoy mucho mejor a nivel de síntomas, no me siento tan fatigada, puedo estar horas andando, cosa que antes no podía. Y a nivel psicológico también me ha ayudado". Ser más activa en el proceso oncológico y tomar parte en su propia recuperación es lo que más valora: "No recibo solo un tratamiento, sino que hago todo lo que está en mi mano para mejorar mi salud". Por eso, se lo recomienda a todo aquel que atraviese una situación similar a la suya, usando estas palabras: "Que no tengan miedo, que lo intenten, que el acompañamiento es excelente y realmente te sientes feliz porque tus logros del día a día los celebran como si fueran propios, y eso es una cosa maravillosa. El cáncer también puede ser vida, no solo muerte, muchas personas sobreviven y hay profesionales que están preparados para hacer un acompañamiento muy amoroso, diría, muy delicado y respetuoso con el paciente".
Ángel reconoce que palabras como las de Vanesa son el leitmotiv de su esfuerzo diario: "Poco a poco vimos que nuestro trabajo tenía aceptación, que la gente se empezaba a sentir bien, y por eso lo apostamos todo y seguimos al 100% dedicados a lo que más nos gusta, que es el ejercicio para el paciente oncológico. Es una maravilla ver cómo las personas van progresando. Esas cositas son las que nos llenan". Como buen entrenador, eso sí, se despide dejándonos deberes: "En nuestras manos tenemos nuestra salud, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), alrededor del 40 por ciento de los diagnósticos de cáncer se pueden prevenir con ejercicio, si no fumamos, llevamos buena alimentación y nos cuidamos en general. Tenemos que hacer un trabajo de prevención, ver qué podemos mejorar y si el cáncer toca a nuestras puertas saber que hemos hecho todo lo posible. Y, en caso de que toque, vamos a intentar pasarlo de la mejor forma posible reduciendo cuanto se pueda los efectos secundarios".