200.000 personas. El equivalente de la población de Móstoles o Almería. Ese es el número de ingenieros que deberán incorporarse al mercado laboral en los próximos 10 años para cubrir las necesidades de las empresas. Esto son 20.000 titulados en ingeniería, cada año, durante la próxima década.
Esta es una de las principales conclusiones del primer estudio realizado por el Observatorio de la Ingeniería de España, un organismo recién nacido fruto de una iniciativa conjunta de la Fundación Caixa d’Enginyers, el Ministerio de Industria, varias universidades politécnicas y entidades empresariales de referencia.
El perfil del ingeniero está cada vez más demandado y en sectores cada vez más variopintos. No es extraño ver a un ingeniero industrial lejos del sector secundario, en una empresa de consultoría o finanzas. ¿A qué se debe esto? ¿Por qué son un perfil tan especial? Este periódico se ha puesto en contacto con varios profesionales para responder a esta pregunta, y la respuesta es unánime: su capacidad de solucionar problemas.
“El ingeniero es un perfil muy demandado por la instrumentalización de sus capacidades”, opina Juanjo Negrete, ingeniero aeronáutico en la empresa española GMV. “Lo veo algo natural. Múltiples industrias, no solamente las tecnológicas, se benefician de tener trabajadores orientados a la solución de problemas. Esta capacidad de adaptación y creatividad es útil para tareas tan diversas como diseñar el perfil del ala de un avión u optimizar el sistema de reparto para un mayorista de charcutería”.
Juanjo cursó Ingeniería Aeronáutica -y un máster en la misma especialidad- en la Universidad Politécnica de Madrid. Antes de terminar sus estudios ya tenía trabajo en la empresa en la que trabaja actualmente. Tras varios años programando el sistema de control de los satélites Galileo, actualmente desarrolla el software para controlar y operar los satélites de la misión Proba-3, el cronógrafo solar de la Agencia Espacial Europea.
“Durante el último curso de mi máster en Ingeniería Aeroespacial llegaban más ofertas laborales que alumnos había para cubrirlas. Todo esto llegaba a través de los contactos que tenían los profesores con las empresas. En mi caso, mi empresa me ofrecía poder desarrollar mi TFM acerca del mismo trabajo que estaba realizando como becario durante seis meses. Después de ese periodo, al igual que a la mayoría de los becarios que entran en mi empresa, me contrataron”.
"Un perfil poco específico"
Otro de esos becarios, en la misma empresa y facultad, fue Víctor Moreno, quien coincide en el diagnóstico con su compañero: “Se tiende a creer que el ingeniero es un perfil muy específico y muy entrenado en unas tareas fijas. Por ejemplo, se cree que el aeronáutico sabe de aviones, el informático de ordenadores, el industrial de procesos industriales… Pero no”.
“Realmente el perfil del ingeniero es bastante poco específico. La mayoría de las materias son muy compartidas y lo que se nos enseña es a tener herramientas para resolver problemas. Creo que simplemente por eso se necesitan ingenieros. El perfil del ingeniero es muchísimo más generalista de lo que el público cree y está especializado en la resolución de problemas, por eso ahora es tan buscando en el mundo financiero y de la consultoría”.
Víctor actualmente trabaja en la misión Hera de la Agencia Espacial Europea, la encargada de estudiar el cráter provocado por el satélite DART en el asteroide Dimorphos. “Siempre supe que me quería dedicar al espacio, simplemente había muchos caminos que me podían llevar a dedicarme a esto, y uno de esos caminos era la ingeniería aeronáutica. Habiendo elegido otros caminos podría haber terminado trabajando en lo que trabajo ahora pero los hubiera disfrutado menos”. Al igual que Juanjo, consiguió trabajo en cuanto terminó sus estudios.
Un industrial en consultoría
Antonio Cobos es uno de esos perfiles cada vez más habituales de ingeniero que se ha pasado al sector de servicios. Actualmente, trabaja en una consultora del sector ferroviario. Tras varios años programando sistemas eléctricos, decidió dar el salto. “No tenía del todo claro a qué me quería dedicar, simplemente inicié mis estudios deseando aprender y recorrer ese camino. Evidentemente, según te vas acercando al final de tus estudios empiezas a plantearte cuestiones laborales. Pero en mi caso no ocurrió antes”.
—¿Por qué crees que la demanda de ingenieros no deja de subir en el mercado laboral y en sectores tan variopintos?
—Para ser ingeniero se requiere una serie de cualidades o aptitudes humanas transversales a lo estrictamente técnico. Al final, el día a día de un ingeniero se resume en resolver problemas. También tenemos una importante capacidad de organización, de ser capaz de estructurar todo el trabajo, medir tiempos y asignar recursos. Estas aptitudes son tan necesarias en trabajos técnicos como en otros sectores.
Antonio no tuvo problemas para encontrar trabajo tras sus estudios. Cursó Ingeniería Industrial en la Universidad de Málaga. “Estaba haciendo un TFG relacionado con programación de autómatas y por mediación de mi profesor encontré trabajo en Madrid. Pero esta no es la realidad para todo el mundo, si bien es más sencillo encontrar trabajo nada más empezar que en otras carreras. Pero sí que he conocido a gente que le ha costado un poco”.
Explotar cosas
A diferencia de los anteriores consultados, Javier Palencia sí tuvo algunas dificultades para encontrar trabajo. “Me llevó siete meses encontrar trabajo, y más de un año en encontrar trabajo en mi sector”. La explicación a esto es el sector en cuestión, el mismo que le llevó a cursar Ingeniería de Minas: los explosivos.
“Estudié la carrera con la esperanza de dedicarme al sector al que estaba enfocado, pero tampoco me cerraba puertas a otros sectores”. Ahora, Javier trabaja colocando explosivos en minas y pulsando el detonador para una de las empresas más importantes del sector.
Muchos compañeros suyos no han seguido sus pasos y ahora desarrollan sus carreras muy lejos de las explotaciones mineras: “Creo que es debido a la dificultad y dureza de la carrera, que como resultado forma a personas bastante polivalentes y con una cultura del trabajo intensa. También he visto casos en el que la gente acaba tan harta de la ingeniería después de la carrera que no se quiere dedicar a ello y prefiere aventurarse en otros sectores”.