No es algo nuevo en la historia. Todas las cortes en la Edad Antigua y en la Edad Moderna tienen dos formas de comunicarse: la oficial y la no oficial. En 2022, en el reinado de Felipe VI, las cosas no son muy distintas. Una cosa es lo que dice el departamento de relaciones con los medios cuando un periodista llama por teléfono para consultar un tema y otra, muy distinta, cuando la Corona quiere un mandar un mensaje alto y claro. Para conseguir esto último no se usan las notas de prensa ni las comunicaciones oficiales. Para eso están los corrillos en los actos y las comidas entre compañeros. Esto es y será siempre la mejor forma de comunicar.
Aunque parece que el sol brilla sobre el monte de El Pardo –la última visita de Estado de los Reyes a Alemania ha sido un éxito rotundo-, los nubarrones que vuelven desde el pasado parecen amenazar tormenta sobre el palacio de La Zarzuela. Y para que esas lluvias no sean torrenciales, inunden y se lleven por delante todo lo trabajado hasta ahora, Casa Real está haciendo un arduo y laborioso trabajo de comunicación en modo off the record.
A sus 84 años y estando a más de 7.000 kilómetros de distancia, el rey Juan Carlos sigue siendo la mayor amenaza para la estabilidad del reinado de Felipe VI y en su equipo se temen que lo peor está todavía por llegar. "Algo está preparando en su mansión de la isla de Nurai, que tiene un precio de 11 millones de dólares. Vamos, pobrecito, ya me gustaría vivir a mí allí como él vive. Lo peor es lo que se avecina, porque algo gordo va a venir: se habla desde una entrevista con algún amigo suyo periodista –que podría ser perfectamente Carlos Herrera– o hasta que esté grabando una serie documental al más puro estilo Pedro Sánchez", cuenta a EL ESPAÑOL | Porfolio una fuente cercana al equipo de Felipe VI.
"Además, en Casa Real están prácticamente seguros de que los 60 millones de dólares que le regaló a Corina, esos que luego intentó recuperar, son calderilla para lo que se temen que pueda salir. No olvides que él está viviendo en Abu Dabi, solo y todo lo que tú quieras, porque si pasa en España más de seis meses tiene que empezar a declarar, y eso es algo que no quiere. Está residiendo allí porque le da la gana", añade esta misma fuente.
El asesor traficante
El Rey es consciente de que su reinado siempre pende de un hilo. Todo el trabajo realizado en Alemania, toda la labor de limpieza de imagen y de intentar alejarse del pasado, queda completamente destrozada cada vez que alguien de su familia es noticia. Mientras que los políticos se votan y se olvidan si no salen en la esfera pública –¿quién se acuerda de Pablo Casado?–, a Felipe VI le une con su padre y sus hermanas algo mucho más fuerte: la sangre.
Y es la sangre la que le hace jefe del Estado y la que hará que su hija llegue a Reina algún día como dicta la Constitución de 1978. En España, de dónde eres y de dónde vienes es algo complicado de olvidar. "Así que están temblando porque algo se avecina. Si es que allí está asesorado por un traficante de armas, ¿qué te puedes esperar?", indica la misma persona.
La fuente habla de Abdul Rahman El Assir, el mercader de armas hispano-libanés, que se encuentra en busca y captura internacional por defraudar en España a Hacienda más de 14,7 millones de euros y que visita con frecuencia al Emérito en su casa. Se trata de una amistad que comenzó en los años 80 y que nunca trataron de esconder. Es cierto que hubo un tiempo en el que se distanciaron, pero en la actualidad, con la privacidad que le da el complejo en el que reside Juan Carlos en Abu Dabi, han vuelto a cultivar su amistad de forma habitual. "Desde Zarzuela se le avisó en el pasado que no era buena idea volver a unir lazos con El Assir, pero como no hace caso a nada de lo que se le dice. El Emérito sigue buscando consejo y compañía en un traficante de armas perseguido por la justicia española", cuenta la fuente visiblemente enfadada.
Abdul Rahman El Assir tiene 72 años y es un conocido empresario armamentístico internacional al que se le atribuye un papel muy importante en los negocios de armas españolas en las últimas décadas.
"El emérito sigue buscando consejo y compañía en un traficante de armas perseguido por la justicia española"
El 4 de octubre de 2018 tenía que presentarse ante los juzgados de la Audiencia Provincial de Madrid para ser procesado por un presunto fraude millonario a Hacienda. Tras no volver a aparecer en dos citas más ante la justicia, el tribunal dictó una orden de búsqueda y captura internacional y su ingreso en prisión. Algo que sigue vigente en la actualidad. La Fiscalía solicita una condena de ocho años de prisión y el pago de casi 90 millones de multa.
Pero el amigo de Juan Carlos no sólo tiene problemas judiciales en España. En Francia fue condenado en rebeldía por el escándalo de corrupción Karachigate, relacionado con la venta de armas a Pakistán. La justicia gala dictó una búsqueda y orden de detención contra él vigente desde mediados de 2020. "Y ésa es su mejor compañía ahora mismo, así que puedes imaginarte lo tranquilos que están en Casa Real por la situación", sentencia la misma persona.
Peligrosos cambios de opinión
En Zarzuela no se fían mucho de las decisiones y de lo que el emérito le cuenta a la familia ni a sus amigos. No sería la primera vez que no cumple su palabra tras haber hablado con su hijo. Uno de los mayores problemas son los cambios de opinión de Juan Carlos. Un ejemplo es lo que ocurrió cuando el Emérito viajó a Sanxenxo el pasado mes de mayo, una visita con la que el equipo de Felipe VI todavía tiene pesadillas. Para viajar desde Abu Dabi le dijo a su hijo que lo iba a hacer en vuelo regular hasta Oporto, y se enteraron de que llegaba a Vigo y en un avión privado cuando aterrizó. Al parecer el enfado de Felipe VI fue espectacular.
La última vez que se vieron padre e hijo la cosa estuvo muy tensa. El encuentro tuvo lugar en el funeral de Isabel II en Londres, el pasado 19 de septiembre. El protocolo de la Casa Real británica decidió que el actual Rey y el anterior compartieran lugar en la Abadía de Westminster, pero no intercambiaron ni una sola palabra. El rostro de Letizia durante toda la ceremonia era el perfecto reflejo de la situación y la incomodidad que sentían los actuales monarcas, conscientes de que en España se iba a hablar más de aquella imagen de los cuatros reyes juntos, que de la soberana fallecida.
Juan Carlos se alojó en el mismo hotel que su mujer, la Emérita Sofía, el Claridge's, el lugar dónde siempre se instalaban cuando en tiempos más felices viajaban a la capital inglesa. "Pero ahí es donde muchos medios se equivocaron, porque también fue decisión de los ingleses por una cuestión logística y de seguridad", aclara la misma persona.
Así pues, el mensaje que Zarzuela quiere que llegue alto y claro a los medios de comunicación es que Juan Carlos está en Abu Dabi por decisión propia y que nadie le impediría un regreso, pero que en la Casa Real no quieren saber nada del pasado. Ahora sólo quieren mirar hacia delante esperando que la próxima tormenta que va a estallar no les moje demasiado.