Había un problema con aquel cartel: los socialistas, llamados a empapelar las calles con cientos de copias, se lo llevaban para casa. Enrollado, casi dispuesto para enmarcar como si fuera una orla o un póster que clavar con chinchetas sobre el gotelé. José Ramón Sánchez (Santander, 1936) coloreó la utopía alcanzada por Felipe González el 28 de octubre de 1982. Un mural donde figuraba un presidente en chaqueta de pana en comunión con su pueblo. La promesa de un edén democrático para una España con kilómetros de vías por delante.
El PSOE volvió a llamar a su puerta en 2004, pero rechazó el ofrecimiento de hacer lo mismo con José Luis Rodríguez Zapatero porque la gente se lo podía "tomar a coña". Las modas son las leyes. Ahora, los dos figuran junto a Pedro Sánchez en el cartel que el partido del puño y la rosa ha reeditado 40 años después de su primera victoria electoral.
La noche en que González y Alfonso Guerra, invitado in extremis al acto preparado por el PSOE este viernes, se asomaron por la ventana del Palace, José Ramón paseó a sus hijos por todo Madrid como el que celebra un triunfo continental de su equipo. "Iba por la M-30 haciéndonos fotos con las vallas publicitarias, de aquí para allá", rememora su hijo, Daniel Sánchez Arévalo, cineasta de éxito, ganador del Goya, director de películas como AzulOscuroCasiNegro, Primos o La gran familia española.
[Así fue la campaña electoral de las Elecciones de 1977]
José Ramón Sánchez atiende a EL ESPAÑOL desde su casa de Santander. "Soy un viejo con su historia", dice al desgranar su particular cuento de la Transición. El de un artista efervescente de la órbita socialista a quien Javier Solana propuso el cartel para una gran fiesta de la izquierda en 1977, su primera incursión para el partido.
—Juan Genovés ha quedado un poco como el pintor de la Transición y usted es el ilustrador de la Transición con sus carteles para el PSOE.
—Sí, la verdad es que en la Transición hubo muchos pintores. Juan Genovés hizo las cosas del PCE, Miguel Ángel Pacheco para Comisiones Obreras... La ventaja que tuve es que yo era muy popular como ilustrador de libros infantiles. Lo que hice para las campañas del PSOE se parecía a las ilustraciones de los libros infantiles, todo muy ingenuo, colorista, bonito, familiar, intimista. La gente sintió los carteles mucho más cercanos que los otros que había del puño cerrado, más violentos...
—¿Cómo le encargan el cartel del PSOE para las elecciones de 1977?
—Yo era amigo de Javier Solana, lo había conocido a través de Peridis, que entonces era mi vecino y ahora es como mi hermano. Un día me invitaron a cenar en casa de Peridis y vino Solana a tomar una copa. Me habló de que estaban preparando una concentración de todas las fuerzas de izquierdas en el barrio de San Blas. El caso es que no sabían cómo anunciarlo y yo hice un cartel con un grupo de gente viniendo a la lejanía, con árboles a los lados, sol radiante, palomas volando, los niños de la mano de los padres, muchas mujeres...
Se llamó 'La fuerza de la libertad' y fue una fiesta asombrosa, con 150.000 o 200.000 personas. El cartel acabó subastado y dieron mucho dinero por él, pero yo se lo presenté a Solana como un regalo, sin saber si les iba a servir o no.
Después de eso, estaba un día reunido con otros del PSOE que llevaban la campaña electoral y me dicen que si hacía un cartel con el mismo tono. Se me ocurrió el cartel de Felipe con el pueblo, y lo titulé 'El candidato y el pueblo'.
—¿Quién se lo dice? ¿Julio Feo?
—Julio Feo estaba en la reunión, sí. También Jesús Dorado, que era vecino mío, Alfonso Guerra...
—¿Cómo reaccionan cuando les entrega el cartel? El único de los del 1977 que es una ilustración es el suyo.
—Podía haber sido un desastre, pero fue un bombazo. Cuando les llevé el cartel de Felipe con el metalúrgico, el pescador, la campesina y el ejecutivo me dijeron "esto va a ser un bombazo cuando le pongamos arriba 'Vota PSOE'". No digo que sea el mejor, pero era un cartel que encandilaba, era el único. En aquel momento todos los carteles eran fotografías y el PSOE fue muy valiente para convertir mi dibujo en carteles y vallas. Tuvo un éxito extraordinario.
—¿Le gustó a Felipe González?
—A Felipe... digamos que le pareció un poco infantil, como tirando a ilustración de libro infantil. Hasta entonces él había salido en fotos, era muy fotogénico y todas las campañas eran fotos de él. Hacer un retrato de Felipe le chocó un poco. Además, verse en medio de aquellos cuatro personajes, que tenían otra estructura de cara, como de cuento, y su cara mucho más realista... Pero al final le encantó porque la campaña fue muy buena.
—Incluso hoy, no parece un cartel electoral.
—Me dijeron que había un problema, que el cartel era tan bonito que la gente del partido no lo pegaba en las calles sino que se lo guardaba como recuerdo. Yo me di cuenta el verano siguiente a las elecciones, cuando fui a la casa solariega de un amigo y en la habitación de los niños tenía de decoración los carteles del PSOE. "¿Cómo le pones estas cosas a los niños?", le pregunté. "Es que les encanta", me decía él. El secreto es que le gustó a los niños, a los adolescentes, a los mayores y a los viejos.
—En 2004 también quisieron que le hiciera el cartel a Zapatero, pero les dijo que no.
—Sí, me llamaron para que colaborara en la campaña de las elecciones que ganó Zapatero...
—¿Le llamó Pepiño Blanco?
—No, no me acuerdo de su nombre, era un chico que después fue presidente de la Fundación Pablo Iglesias, un peso pesado. Yo le dije "mira, lo mío funcionó hace 25 años, pero ahora la gente se lo puede tomar a coña, como si no hiciéramos más que repetirnos con una campaña infantil. Nos van a dar bofetadas por todos lados". La comisión me dijo que igual tenía razón. Yo sé cómo funcionan las modas, claro que tenía razón.
—¿Para este cartel le han vuelto a llamar?
—Sí, me pidieron permiso y me dijeron que si quería hacerlo yo, pero estoy retirado, me duele la espalda. Esto lo hice hace 45 años, cómo voy a hacer algo parecido ahora con 86. Lo he visto y me parece que está muy bien.
—En el cartel pone "1982-2022: 40 años de democracia". ¿Adolfo Suárez no cuenta como democracia?
—En octubre del 82 es cuando ganaron las generales con más de 10 millones de votos. Los años de Suárez... pregúntaselo a ellos. Yo no soy nadie, no tengo nada que criticar, solo soy el que hizo aquella campaña. En la de ahora han metido en el cartel a los tres que han sido presidentes del Gobierno.
"Es un mundo de locos"
Bromea Daniel Sánchez Arévalo con que alguna vez le ha llamado la atención a su padre por "vendernos algo que no existe", un "mundo imposible con tus carteles, dibujos, la campaña para el PSOE, esas familias felices en parques, todo muy bucólico". Vecinos y compañeros del colegio, los tres hijos de José Ramón se criaron con los hijos de Felipe González. Todavía alberga recuerdos de alguna visita a La Moncloa. Old times. Daniel ahora se congratula con el éxito que cosechan los tuits que reivindican el trabajo de su padre. Seguimos hablando con él.
—¿Cómo ve la evolución del PSOE? Primero Felipe, luego Zapatero y ahora Sánchez.
—Aquellos pesos pesados de la Transición ya no existen, somos unos viejecitos. Este es otro mundo, otra cultura, otra manera de entender la política. Yo no soy capaz de decir que aquellos eran los buenos y estos los malos. Son los que hay ahora y punto. La gran realidad es que cada época genera sus líderes, y el PSOE que gana las elecciones del 82 era un partido de una solidez y con unos talentos tremendos. No hay más que ver adónde ha llegado Javier Solana, embajador mundial con un nivel increíble. Ahora Borrell está haciendo lo mismo en la Comisión Europea, pero estos dos señores son de aquella época.
—¿Sigue votando al PSOE?
—Yo soy muy rojo porque nací en una familia de obreros. Para mí, la izquierda es el socialismo. El comunismo no. Acabó siendo una dictadura y así nos va ahora con alguien que quiere resucitar el comunismo. Yo voy a seguir votando siempre el socialismo aunque ya no sea como fue. Tampoco el socialismo de antes era como el auténtico, que es el que inventó Jesús de Nazaret. El socialismo es cristianismo, bebe de las fuentes del Evangelio, que no de la Iglesia.
—De los actuales del PSOE, ¿quién le gusta?
—A mí me gustan mucho las mujeres del PSOE. Yo siempre he votado al PSOE porque no voto a las personas, voto al socialismo, a la utopía, a lo que yo creo. Las personas unas veces me gustan más y otras veces menos. En estos momentos me gustaría que Nadia Calviño fuese candidata a la presidencia del Gobierno. Conocí a su padre (José María Calviño) cuando era director de TVE y yo hacía Dabadabada y Nadia es la hija de aquel tío tan estupendo.
—Para el siguiente cartel podrían ser Felipe, Zapatero, Sánchez y Calviño.
—Quedaría muy bien en el cartel, pero yo soy un jubilado, un pensionista, no voy a ser el que lo haga. Esta gente ya no sabe quién es José Ramón Sánchez. Ya no soy nadie. Soy un viejo con su historia. Soy alguien en mi comunidad, que es muy pequeña, pero en Madrid no me conocen.
—¿No le da pena? Usted es de los ilustradores españoles más importantes.
—He sido de los importantes. Tengo el Premio Nacional de Ilustración, ya no me pueden dar más. La generación que creció con esos programas de la televisión o con aquellas campañas tiene ya más de 50 años. Mi hijo mayor tiene 53, Daniel tiene 52, la pequeña, 50. Me da mucha rabia cuando voy a algún sitio y me preguntan si sé quién es este o aquel. Hablan de reliquias del pasado, pero a mí me gusta estar aquí y ahora.
—Me recuerda a algo que dice Garci, algo así como que no le gusta que la gente le hable de sus tiempos porque sus tiempos son los de ahora. Que, de lo contrario, significaría que ya está muerto. Usted trabajó con Garci en Las verdes praderas.
—Garci me dijo: "Queremos un cartel como los del PSOE". Era el año 79. Hice un cartel muy bonito, fue una moda. La verdad es que yo impuse cierta moda. He hecho muchos carteles para cine: para Adolfo Marsillach, el de Las truchas (José Luis García Sánchez, 1978), El disputado voto del Sr. Cayo para Giménez Rico (1986)...
—Y en TVE también tuvo problemas. Le pasó un poco como a Javier Krahe después, que lo vetaron, ¿no?
—Cuando el director de Dabadabada (en ese momento era José Antonio Plaza) me incluyó en la lista del programa, hubo gente de la directiva de TVE que dijo "estáis encargando una cosa a un tío rojo que ha hecho los carteles de izquierdas, y esta es la España de Suárez". El director dijo: "Este señor no es de izquierdas ni de derechas, es un gran profesional que ha ilustrado 100 libros para niños, una persona muy coherente, si me apuráis hasta creyente, porque cree en Dios y en el cristianismo". Se plantó, dijo que Mayra Gómez-Kemp y yo íbamos a ser los capos del programa y que sin mí no lo hacía. Vieron mis libros y dijeron "coño, tienes razón".
—La Transición tenía la amenaza de la dictadura. ¿A qué nos enfrentamos ahora?
—Los problemas de ahora tienen que ver con lo digital, con los medios. Yo no tengo internet, pero si lo tuviera, el día que tú publiques esta entrevista me escribirían 20 personas para decirme que les ha gustado mucho y otros 20 para insultarme. Yo tengo un móvil sin internet, me he quedado atrás, soy un absoluto analfabeto digital. Toda mi vida he trabajado a mano con mis pinceles.
—Pero ¿cree que, 45 años después de la Transición, ha vuelto la amenaza de la ultraderecha?
—Sí, pero, ¡ojo!, que ahora no hay dos España como en la época de la Guerra Civil. ¿Cuántos partidos hay ahora en el Senado? ¿20? ¿30? Pues hay 30 Españas. Cada grupo, aunque sean unos don Nadie, se siente capaz de gobernar. Cualquier político habla de los demás como si fueran una mierda.
Es un mundo de locos, no es que fuera estén mejor que aquí. Hay gente válida, con sentido común, no estamos desgobernados. Yo creo que la extrema derecha nunca va a gobernar, entre otras cosas porque hubo una Guerra Civil con dos millones de muertos. Eso es demasiado fuerte, la experiencia fue terrible. Yo nací en el 36, en una familia pobre, y no conocí el bienestar hasta los años 50. La extrema derecha que la haya, también son ciudadanos, ¿no?, pues que voten. Ya tú sabrás si te dejas guiar o no.
—¿Y si lo consiguen?
—Tengo amigos que votan al PP, que es centro derecha, no extrema derecha, y cuando tratan de convencerme les digo "parad el carro, que no me vais a convencer". Yo nací pobre, tengo mentalidad de pobre, y los pobres solo podemos ser de izquierdas, socialistas.
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