El cáncer es una de las principales causas de mortalidad del mundo: sólo en 2020 se diagnosticaron 18,1 millones de casos nuevos, según la International Agency for Research on Cancer, que también apunta que esa cifra llegará a los 27 millones en los dos próximos años. En concreto, en nuestro país, cada año se diagnostica de cáncer de páncreas a unas 8.300 personas y, aunque no es el tipo de cáncer más frecuente, los expertos apuntan a que, en unos años, el número de diagnósticos por esta dolencia aumentará considerablemente.
Que la investigación a nivel mundial es necesaria en todos los campos de la medicina es un hecho que no podemos negar, sobre todo tras haber vivido una pandemia como la que ha traído la Covid-19, y es por eso por lo que la historia de María Romero cobra tanta importancia. A sus 28 años, es licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y doctora en Ejercicio Físico y Salud por la Universidad Miguel Hernández de Elche y acaba de conseguir un contrato en la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Puerta de Hierro Majadahonda de Madrid como investigadora adjunta.
Se trata del primer contrato de este tipo que hace el centro hospitalario y de los pocos que se han hecho en España, puesto que a la figura del profesional de la actividad y el ejercicio físico aún le cuesta tener un espacio en los centros sanitarios.
El programa de Ejercicio Físico y Cáncer liderado por la Dra. Ruíz Casado tiene ya una larga trayectoria. Ella es oncóloga médica y está especializada en cáncer gastrointestinal, además de ser jefa de sección y haber sido investigadora en diferentes proyectos sobre el ejercicio físico en pacientes con cáncer.
Para el proyecto mencionado, María Romero trabaja junto a ella para llevar a cabo un Proyecto de Prehabilitación Trimodal para el cáncer de páncreas que, tal y como cuenta ella misma a EL ESPAÑOL, “se trata de un conjunto de disciplinas que preparan al paciente para afrontar mejor la cirugía”, concretamente, en este caso, al aquejado por cáncer de páncreas.
El abordaje se realiza en todos los sentidos: ella se encarga de prepararlos mediante el ejercicio físico pero también cuentan con el soporte de un fisioterapeuta, psicólogos y profesionales de la nutrición con el objetivo de que lleguen a la cirugía en mejores condiciones y puedan reincorporarse a su vida al finalizar el tratamiento.
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“Valoramos la capacidad aeróbica, la fuerza física, hacemos algún ejercicio de flexibilidad y estabilidad, pero sobre todo la fuerza y la resistencia, porque a nivel clínico se recomienda para valorar el pronóstico de un paciente”, relata Romero.
Y es que el programa tiene como objetivo que este último se beneficie puesto que es el verdadero protagonista de esta “micro investigación”, como la llama la doctora Ana Ruiz. “Es un estudio piloto, queremos ver si lo podemos poner en práctica en nuestro entorno, porque tiene una repercusión inmediata en el paciente. A pesar de que usamos fórmulas muy estudiadas, a día de hoy, no se pueden llevar a cabo en nuestro sistema de salud porque no hay estructura para hacerlo”.
Y es que es mucho más difícil de lo que parece conseguir 10 pacientes que sigan el programa, tal y como nos confirman las dos profesionales. “La persona que tiene cáncer suele tener muchas complicaciones, no sólo el tumor, sino también diferentes acontecimientos médicos que hacen que sea complicado que se adhiera al programa”.
Lo ideal es que vayan a entrenar dos veces por semana y el resto sigan las recomendaciones de María a nivel físico, puesto que el objetivo educacional también es esencial, como apunta Romero: “Les mandamos recomendaciones para casa y tenemos contacto directo con ellos, se adapta el entrenamiento en cada caso. No es que participen y se vayan”, puesto que cada paciente tiene un seguimiento individualizado. “Es mucho más que entrenar, y eso me parece súper bonito. Además, el paciente agradece que los mensajes sean coherentes, que si le digo que el ejercicio es bueno, su enfermera y su oncóloga, también se lo digan”.
Trabajo en equipo
Es difícil encontrarse con alguien que no haya tenido un familiar o conocido cercano aquejado por el cáncer. La cantidad de médicos que se visitan tras ser diagnosticado a veces distorsionan los objetivos, por eso la oncóloga destaca la importancia del trabajo en equipo.
“Las sinergias son importantísimas, sobre todo con quienes conocen los beneficios del ejercicio. Para que la gente que está desvinculada de esto entienda la importancia de la educación, los pacientes tienen que saber que no hablamos de una moda ni algo de locos del deporte. Hablamos de profesionales del ejercicio físico y de salud, de herramientas que tiene la medicina para conseguir mejores resultados, a las cuales los médicos no llegamos porque no tenemos conocimientos básicos de cómo el ejercicio repercute en el cáncer. El sistema público no llega a todo, está claro, así que busquemos colaboraciones con proyectos de investigación o con iniciativas de otros hospitales”.
El apoyo interno entre los propios profesionales también es esencial. María reconoce la labor y el compromiso de Ana: “Sin eso tampoco hubiera sido posible llegar hasta aquí”. Mientras que la propia oncóloga alaba el de su jefe de servicio, Mariano Provencio: “Tiene un compromiso real con los supervivientes de cáncer y en todo momento ha permitido la realización de este tipo de actividades y del soporte de la investigación clínica independiente dirigida a la calidad de vida de los supervivientes de cáncer”.
Lo cierto es que, tal y como asume la doctora Ruíz, “ha habido iniciativas similares a la de la contratación de María, pero es algo a lo que no estamos acostumbrados. La idea es que el ejercicio físico se añada como un tratamiento complementario al cáncer”.
“Se ha comprobado científicamente que sólo por recibir quimioterapia se reduce considerablemente la condición física. Entonces, ¿por qué no entrenamos a los pacientes para que estén mejor? Y luego es que muchos pacientes no sólo tienen el cáncer, sino que también llegan con niveles de masa muscular bajos y al tener tanta fatiga después del tratamiento no se mueven y el músculo sigue deteriorándose. Es una cadena, por eso es tan importante que se eduque en que el ejercicio físico sea seguro y fiable”.
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Uno de los hallazgos de la tesis doctoral de María es que esta figura del profesional del ejercicio integrada en el grupo de profesionales pasa a ser referente para el paciente: “Para ellos, es la sensación de pertenencia a un grupo al que le pasan las mismas cosas que a ti, tener a una persona que te acompaña, que no sólo te entrena, y que si tienes dudas, te hace de puente con el equipo médico para que la comunicación sea más directa y se sientan más seguros”.
Esto provoca que sean los propios pacientes los que requieran en consulta este tipo de programas, como reconoce Ana Ruíz: “Es una necesidad a la que vamos a tener que dar respuestas porque los pacientes lo piden y de alguna forma, es una demanda social”.
Cuando María conoció a Ana
Según palabras de la propia María, Ana llegaba a su vida en 2019, cuando “se hizo la luz e hicimos match”, como recuerda entre risas. La joven alicantina llevaba un par de años investigando para su tesis en la Universidad Miguel Hernández de Elche (“Colorectal cancer patients beyond their disease: hindrances, motivation and positive effects of exercise during chemotherapy”), donde estudiaba los factores que promueven o dificultan la actividad física en pacientes de colon durante su tratamiento.
Pero los ritmos en levante eran demasiado frenéticos para conseguir reclutar una muestra considerable, así que visitó a Ana en Madrid durante dos semanas para ver cómo se trabajaba en el Puerta de Hierro. Allí el ritmo también era frenético, tanto que el tiempo que Ana le dedicaba –y le dedica– a la investigación es en su tiempo libre. “Ella me dijo que a lo único que se podía comprometer era a reclutar pacientes para mi proyecto si me venía a vivir a Madrid”, cuenta María a EL ESPAÑOL.
“A mí lo que me ilusionaba era ver pacientes, la gente siempre valora el tener los datos, y sé que son importantes, pero siento que en dos años de hospital he aprendido muchísimo, porque tratar con ellos es increíble: ver lo que les pasa, analizar su condición física, saber cómo viven durante la enfermedad…”.
Seis meses convertidos en dos años
A principios de 2020, María se muda al centro de la capital: una nueva vida en todos los sentidos. Ana, junto a los oncólogos del equipo, el Dr. Sánchez y la Dra. Gutiérrez, le acabaron derivando 17 pacientes, a los que evaluaban capacidad aeróbica, fuerza física, resistencia, flexibilidad y estabilidad.
A los seis meses, el programa funcionaba a la perfección, a pesar del estallido de la pandemia, cuando los pacientes pasaron de entrenar con María de manera presencial en Terra Crossfit, un espacio cedido, a la modalidad online, una realidad que muchos agradecieron, tal y como reconoce a este diario Rosa, una de ellas. “Para mí fue un salvavidas, porque podía seguir haciendo algo".
"Según van pasando los meses y las semanas, te das cuenta de lo duro que es el día a día con el tratamiento. Estás con mucha fatiga, dolores o efectos secundarios, pero el lado bueno de estar online es que nos podemos conectar desde nuestra casa a hacer una serie de ejercicios que, seguramente, no hubiéramos realizado presencialmente porque sólo levantarte de la cama es agotador”.
Así que María pidió quedarse más tiempo en la capital para seguir con la investigación. A día de hoy, agradece su decisión y el apoyo tanto de sus directores de tesis, David González y Vicente Beltrán, como de la propia Ana.
“Para mí no tiene precio estar en el hospital: esto es casi como hacer un máster, y luego tener directores que te hagan brillar y te acompañen, también es súper importante”. El talento, capacidad y formación de María fueron determinantes para este último contrato, tal y como nos confirma Ana Ruíz. Observar la necesidad de un profesional de este rango en el Programa de Ejercicio Físico y Cáncer también fue indispensable para comenzar un proyecto como el que tienen entre manos.
¿Por qué páncreas?
Precisamente el cáncer de páncreas no es el que más casos suma en las estadísticas. Pero, precisamente por eso, el proyecto de Ana y María puede orientarse en este sentido: “El hecho de que no haya muchísimos diagnósticos todas las semanas, nos permite plantear la investigación".
"No tenemos tantos medios como para hacer un proyecto de más envergadura o tener una muestra de más pacientes, pero es un tumor que necesita mejorar su conocimiento porque es una preocupación de salud, sabemos que vamos a ver más cáncer de páncreas en los próximos años y, aunque hemos mejorado algunas cosas relativas al diagnóstico y al tratamiento, incluso los resultados, sigue siendo un tumor de elevadísima mortalidad”.
También hay una razón emotiva que cuentan a este diario las protagonistas del reportaje. La mujer de un paciente fallecido por esta enfermedad decidió donar a la fundación la recaudación de su negocio el Día Mundial del Cáncer de Páncreas en 2021. “Nosotros queríamos agradecer esa generosidad de alguna manera, y decidimos impulsar este proyecto y ponerle el nombre de su marido, que pasó a llamarse “Prehabilitación Trimodal en pacientes con Cáncer de Páncreas candidatos a tratamiento neoadyuvante: Estudio piloto. Proyecto Rafa Ballesteros”.
El futuro de la investigación
A pesar de lo que pueda parecer por las continuas noticias que nos llegan a través de distintos canales, no estamos ante una situación crítica de aumento de cáncer, tal y como confirma la propia oncóloga. “La evidencia es que hay muy pocos tipos de cáncer que estén aumentando, otra cosa es la situación que vivimos asistencialmente en las consultas, donde sí que estamos viendo casos que no se diagnosticaron en pandemia y que somos conscientes de que se van a descubrir más tarde”.
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En cuanto al futuro de la inversión económica en investigación, tanto Ruíz como Romero inciden en esa educación de la que venimos hablando, además de las sinergias en las que hace hincapié Ana: “Hacen falta esfuerzos conjuntos de gran envergadura, abandonar un poco los proyectos muy individualistas o pequeños en pro de grandes intentos de mejorar en la investigación, sobre todo de tumores que suponen un reto, como el de páncreas".
Y continúa: "Para eso es muy importante disponer de estructuras supranacionales, como la Comisión Europea, que permite hacer proyectos a gran escala capaces de cambiar el conocimiento realmente. Sacrificar protagonismos en aras del conocimiento común sólido y de gran magnitud, juntar muchos casos y sacar conclusiones muy potentes para poder avanzar”.