Dos profesoras de un colegio de Madrid se sentarán en el banquillo por insultar y vejar a sus alumnos con síndrome de Down. “Sois unos mierdas”, “gilipollas”, “atontados”, “bobos”, “alelaos”... Son algunas de las lindezas que las docentes profirieron a sus alumnos, de entre ocho y diez años, y que fueron captadas gracias a una grabadora oculta en un peluche de una niña.
Los niños afectados son siete menores con discapacidad que durante meses escucharon vejaciones como “qué asco me das”, “te voy a quitar la sordera de un guantazo”, “qué ganas tengo de darte una hostia”, “me dan ganas de matarte”. La grabadora la instalaron los padres de una alumna tras ver un cambio en su comportamiento, según ha adelantado el diario Abc. “Al cole no, al cole no”, repetía la menor.
El juez que instruye la causa considera que “hay indicios racionales de criminalidad” por la comisión de “un delito contra la integridad moral de siete niños”. Las pruebas presentadas a la Policía Nacional por los padres incluyen declaraciones verdaderamente escalofriantes: “No se puede ser tan inútil. Lo que hace es el gilipollas. ¿A que sí? ¿Te haces el tonto del culo? Pues más tonta del culo voy a ser yo contigo. ¡Te voy a amargar la vida!”.
El juicio contra las dos profesoras todavía no tiene fecha, pero se celebrará previsiblemente a lo largo del año que viene. La Fiscalía pide para cada una de las educadoras dos años de cárcel. Las familias que ejercen la acusación particular elevan la petición a entre tres y cuatro años de prisión. Asimismo, reclaman una indemnización de entre 20.000 y 30.000 euros por el daño psicológico hacia sus hijos, además del empeoramiento cognitivo que habrían sufrido los niños.
También señalan como responsable civil subsidiario al centro educativo, perteneciente a la Fundación Gil Gayarre, que posee a su vez numerosos centros de día y ocupacionales para personas con discapacidad.
A raíz de estas agresiones verbales, los niños llegaron a experimentar episodios de ansiedad, vómitos y pesadillas. Se negaban enérgicamente a ir al colegio. Todo ello puso en guardia a las familias. El colegio, por su parte, aseguró a las familias que no pasaba nada.
Las profesoras encausadas trataban a la niña que portó la grabadora como “niñita de los cojones”. Aunque los hechos se remontan al 2019, las secuelas perduran y “sigue presentado situaciones de baja autoestima y problemas emocionales”. Oro menor dejó de controlar sus esfínteres como consecuencia del trato recibido.
“Este niño es como un mueble” o “dan ganas de darle con la mano abierta”, son algunas de las vejaciones que le profería una profesora. A lo que la otra contestaba: “Yo le daba uno [guantazo] de ida y otro de vuelta”.
Las grabaciones, captadas durante meses, incluyen todavía más agresiones verbales: “Déjala que está muy gorda”; “Le he sacado a empujones al patio y le he hecho dar siete vueltas corriendo”; “Este no vale para nada”. En muchas ocasiones, las docentes amenazaban a gritos.
Las acusadas pelean ahora por invalidar los audios. Entienden que esas grabaciones se obtuvieron de manera “ilegal” y “subrepticia”. Acusan a los padres que ocultaron el micrófono de cometer un delito de revelación de secretos. “Realizaron una extracción interesada, sesgada, parcial y descontextualizada de unos minutos de fechas de grabación no determinadas”.
El citado diario contactó con el colegio, que ha asegurado que fue el propio centro el que denunció estos hechos ante la Policía Nacional en marzo de 2019. Asimismo, el colegio asegura que desde el inicio la Fundación apartó a las profesionales implicadas y que las familias no utilizaron los cauces establecidos para poner las grabaciones en conocimiento de la Fundación ni denunciaron los hechos ante la Policía.