Cuando Miguel empezó su carrera de entrenador de fútbol base en el Plus Ultra, se llevaba bien con Iván: un técnico que tiempo después fue detenido por tenencia y distribución de pornografía infantil. Podría decirse que de aquellos lodos, es decir, de aquellas amistades, vinieron estos fangos, ya que Miguel terminó siendo expulsado de aquel club, "por actitudes inadecuadas" con los menores de edad, y después de fichar por el Churra la Policía Nacional le ha arrestado por perpetrar cinco supuestas agresiones sexuales a promesas del fútbol murciano de entre 12 y 16 años.
EL ESPAÑOL ha accedido en exclusiva a las diligencias del Grupo de Menores (GRUME) que ponen de manifiesto la supuesta obsesión de Miguel de quedar a solas con sus jugadores para hacer entrenamientos individuales, que siempre incluían contacto físico, con ejercicios de lucha y tracción, cuyo objetivo último era el de satisfacer su presunto apetito libidinoso. De hecho, así lo verbaliza la magistrada del Juzgado de Instrucción número 9 de Murcia, al hacer una breve introducción al entrenador sobre los hechos por los que le va a interrogar engrilletado:
"Las denuncias son de padres y madres, en representación de sus hijos, menores de edad, los cuales denuncian que usted, en su condición de entrenador de fútbol, les ha propuesto por Instagram o por WhatsApp quedar a solas para hacer ejercicios de entrenamiento de fuerza, en los que los niños se ponen bocabajo, usted se pone encima y tienen que levantarlo. ¿No sé si el ejercicio es así? Con la intención de satisfacer un interés libidinoso, de quedar a solas, de que no hubiese nadie delante, pero bueno, ahora usted ya nos dirá".
En su speech, al inicio del interrogatorio, la magistrada hace alusión a las denuncias presentadas contra Miguel V. M., de 29 años, por parte de los padres de cuatro jugadores de la Escuela Deportiva Municipal de Fútbol Churra y uno del Plus Ultra que han provocado un terremoto mayúsculo en el fútbol base de la Región de Murcia.
- Magistrada: ¿Usted estaba contratado con su nómina y dado de alta en su condición de entrenador en estos dos equipos de fútbol?
- Miguel: Nosotros firmamos como un consentimiento, una especie de permiso de que estamos haciendo un servicio allí. No hay un contrato de alta [en la Seguridad Social]. Tenía un sueldo simbólico, como si estuviese en una asociación. Me pagaban unos 200 euros, en mano, por equipo.
- Magistrada: Usted, en algún caso, a este niño, o a los sucesivos que yo le vaya a nombrar: ¿Les ha invitado a hacer estos juegos de fuerza o a quedar a solas o en un garaje o sin nadie delante?
- Miguel: Sí.
- Magistrada: Dígame qué ha hecho o qué no ha hecho.
- Miguel: Yo quedaba con ellos para hablar de otras cosas, no extradeportivas, sino del equipo. Y hacíamos este tipo de ejercicios, pero sin ningún fin.
No opina lo mismo el Grupo de Menores después de analizar los testimonios de las víctimas y las capturas de conversaciones de Instagram y WhatsApp, mantenidas entre el entrenador y jugadores de categoría infantil, cadete y juvenil. En su informe, la Policía Nacional concluye que existe un modus operandi en la forma de actuar de Miguel: un veinteañero que proyectaba una buena imagen tanto dentro del campo, donde atesoraba algún campeonato liguero y hacía buena pedagogía con sus jugadores, como en su vida profesional, ya que estaba preparándose una oposición a Correos tras acabar un grado superior de Gestión Comercial y Marketing.
"Mediante diferentes chats de redes sociales, contacta con los menores con clara intención de citarlos fuera del horario de la actividad propia del fútbol", según analizan los investigadores del GRUME. "En las capturas de las conversaciones que mantiene Miguel V. M. con los menores, se ha podido observar que este intenta mantener un encuentro físico con los menores, bajo la excusa de realizar ejercicios extra de fuerza".
"Otra característica común, observada en las capturas de las conversaciones, es la petición que realiza Miguel V. M. a los menores, indicándoles que el encuentro debe producirse entre ellos dos solos, con frases tales como: 'Y que quede entre nosotros'. En una de las conversaciones, un menor le indica: 'Dice mi padre que vamos los dos'. A lo que Miguel le contesta: 'Hostias, se me fue. No puedo quedar hoy. Recuérdamelo cualquier otro día de la semana'. En casi todas las conversaciones se observa, por parte de Miguel, una gran insistencia en que los menores le confirmen el encuentro".
"De todo ello se deduce que la estrategia que emplea Miguel V. M. para acceder a los menores, consiste en ganarse su confianza mediante la práctica deportiva del fútbol", tal y como concluye el informe policial. "Se comunica con ellos a través de redes sociales, con propuestas de mejora de rendimiento y retos deportivos, entre otros, ofreciéndoles el empleo de ejercicios de fuerza, por parejas, que realizan a solas: Miguel y la víctima menor. Para garantizar su impunidad, los encuentros se producen en lugares apartados y sin que acuda nadie más, manifestando Miguel que debe quedar entre ellos".
"Una vez alcanzada esta situación, cuando están a solas y en un lugar apartado, los menores se tumban en el suelo para realizar flexiones y Miguel V. M. se sube a sus espaldas para que con el movimiento de subida y bajada, Miguel pueda satisfacer sus necesidades sexuales, sin que el menor se percate en ese contacto, o si el menor lo sospecha, pueda encubrirlo como parte de los ejercicios de fuerza. Por todo lo anteriormente descrito, esta instrucción considera que Miguel V. M. ha cometido varios delitos de acoso y agresión sexual a menores de 16 años".
[Miguel, el entrenador de fútbol base detenido por 5 agresiones sexuales a menores en Murcia]
El contenido de los chats no ofrece lugar a dudas sobre la intención del entrenador de quedar con jugadores para ejercitarse con ellos, al margen de la disciplina del club. Los relatos de los chavales hablan de sesiones de entrenamientos en un descampado, detrás de un coche, en un garaje... Y con una rutina de ejercicios para mejorar el rendimiento sobre el terreno de juego que no le cuadraba ni a los propios menores. Valga como botón de muestra esta frase que obra en las diligencias: "Se trataban de ejercicios raros, la mayoría de ellos consistía en levantar a Miguel".
Este veinteañero sumaba ya tres temporadas en el EDMF Churra en las que había dirigido a benjamines, alevines, infantiles y actualmente a los cadetes. Miguel se conocía la estructura del club y según las diligencias ya intentaba hasta quedar con jugadores que no estaban bajo sus órdenes. Prueba de ello es la declaración que ofrece el entrenador del equipo juvenil ante la Policía Nacional y donde expone que dos de sus jugadores fueron a pedirle ayuda porque estaban agobiados por las continuas peticiones de Miguel para ejercitarse con él a solas:
"Los menores me dijeron todo esto, con el objetivo de que intercediera por ellos y consiguiera que Miguel cesara de llamarlos para entrenar. Me comentaron que lo hiciera de forma indirecta porque tenían miedo de las represalias que Miguel podría ejercer hacia ellos".
- Magistrada: Normalmente, se tiene un chat de padres con los niños. ¿En ese chat [del equipo] estaban los padres o solo los niños?
- Miguel: Yo tenía un chat con los niños. Pedí permiso a los padres para hacerlo sólo con los niños.
- Magistrada: Y en el club del Churra, ¿a usted le han invitado a irse?
- Miguel: Sí.
- Magistrada: Y en el Plus Ultra de Llano de Brujas, ¿cesó de la misma manera?
- Miguel: Hubo una vez que me fui yo voluntariamente y luego me volvieron a llamar. De todas formas, de Plus Ultra no sé exactamente qué paso.
- Magistrada: ¿Por qué en algunas conversaciones con algunos niños insiste en que queden a solas y que no se enteren los padres?
- Miguel: No quería dar a entender que no se enteraran los padres.
Al final, esos entrenamientos individuales y clandestinos, llegaron a oídos del progenitor de un jugador, de 15 años, que estaba a las órdenes de Miguel en el cadete de la Escuela Deportiva Municipal de Fútbol Churra. El escándalo estalló porque este padre informó a la directiva del club sobre lo que le pasó a su hijo y luego presentó una denuncia en la Comisaría de Policía donde expone lo siguiente:
"El entrenador del equipo de fútbol en el que juega mi hijo, EMDF Churra, el día 12 de noviembre, le propuso quedar antes de un partido, llevándose al menor a solas a un garaje cercano al campo de fútbol, donde el mayor le dijo que se tumbara en el suelo, colocándose el entrenador sobre el joven, a la vez que le decía si era capaz de levantarlo. Comuniqué dichos hechos al club, quien despidió al entrenador, llamado Miguel V. M., siendo conocedor además de que varios de sus compañeros menores de edad han sufrido situaciones parecidas con esta persona".
La directiva destituyó de forma fulminante al técnico, de 29 años, por incumplir el régimen interno del club: está prohibido quedar con los menores de edad fuera de las instalaciones deportivas -excepto en las convivencias que organiza la propia entidad-. La reacción de Miguel fue enviar un mensaje al coordinador general del EDMF Churra, Paco Guerrero, cuyo contenido delata al exentrenador:
- WhatsApp de Miguel al coordinador del Churra: "Paco, perdóname, para nada quiero hacer daño a nadie, ni molestar, de verdad, tú me conoces, sin esto no me queda nada... Reconozco mi error y sé que para nada está bien, pero no soy un violador, ni nada por el estilo... Puf, perdón, de verdad".
Tan chirriante fue el contenido del mensaje que fue aportado al Grupo de Menores por el presidente del club, Julio Mendiolea, en una comparecencia donde puso en contexto el WhatsApp a los investigadores:
"El lunes 14 de noviembre, el coordinador del club, Francisco Guerrero, y yo, nos reunimos con Miguel en un bajo, para exponerle los hechos y comunicarle su expulsión del club. La conversación dura escasamente cinco minutos, durante los cuales, Miguel, si bien se mostró sorprendido, no intercambiaba palabra alguna, agachaba la cabeza y solo acertaba a frotarse los dedos constantemente. Cuando se le preguntó a Miguel si tenía algo que decir, simplemente respondió: 'No tengo nada que decir'".
"El coordinador, Francisco Guerrero, ese mismo lunes, recibió un WhatsApp de Miguel, diciendo básicamente: 'Pídele perdón a los padres, yo no soy un violador'. Este mensaje lo aporto en captura de pantalla porque sorprende porque en ningún momento de la conversación sobre su despido, se mencionó nada que tuviera una connotación sexual".
Por tal mensaje se le interrogó a Miguel en el Juzgado de Instrucción número 9 de Murcia y admitió que se lo había enviado al coordinador del EDMF Churra: "Se lo mandé a Paco, pidiéndole disculpas por la situación".
- Magistrada: ¿Usted ha hablado con los padres o con los niños después de las denuncias y de haber cesado?
- Miguel: No.
- Magistrada: ¿Usted tiene alguna enfermedad, sigue algún tratamiento o toma alguna medicación?
- Miguel: No.
- Magistrada: ¿Ha sido usted víctima de abusos sexuales cuando era pequeño?
- Miguel: No.
- Magistrada: Cuando han hecho estos juegos, ¿iban vestidos con ropa de entrenamiento?
- Miguel: Sí.
- Abogado defensor: ¿Normalmente se hacen estos ejercicios de fuerza en estos deportes?
- Miguel: Claro. No es raro, pero este tipo de ejercicios, pues a lo mejor se dan menos. No lo hacía en el ámbito deportivo, lo hacía como un reto: en plan más lúdico. No lo hacía en plan futbolístico.
- Abogado defensor: ¿En algún momento ha realizado algún tocamiento a un menor en sus zonas genitales?
- Miguel: No.
- Abogado defensor: ¿O ellos le han tocado a usted?
- Miguel: ¿Tocar? ¿En qué sentido?
- Magistrada: Se refiere a tocar sexualmente: ¿Si usted ha tocado las partes íntimas a los niños o los niños a usted?
- Miguel: No.
Este escándalo que sacude al fútbol base murciano deja un error que no se puede volver a cometer: el Plus Ultra no denunció a Miguel cuando le destituyó hace unos años, a sabiendas de que podría ser un presunto pedófilo. El equipo de la pedanía murciana de Llano de Brujas no recurrió a la Policía Nacional. De forma que este veinteañero recaló en La Albatalía, Alquerías y el EDMF Churra para seguir en contacto con críos.
Así lo evidencian dos testimonios demoledores. Primero el de la madre de un jugador del Plus Ultra que ha decidido denunciar los mensajes que recibió su hijo, cuando Miguel era su entrenador en infantiles [12-13 años]: "Miguel intentaba quedar con mi hijo para realizar entrenamientos de fuerza, en horario fuera del entrenamiento oficial, citándole en un parque que hay al lado del cementerio de Llanos de Brujas, lo que motivó que me alarmase, ya que al seguir leyendo, mi hijo le manifiesta la intención de que su padre le acompañe y Miguel decide suspender el entrenamiento".
"En los referidos WhatsApp, pude leer que Miguel le indicaba a mi hijo que iban a practicar ejercicios por parejas y que por tanto, implicaban contacto físico, lo que me hizo acrecentar la preocupación porque no me pareció normal que Miguel ofertara este tipo de entrenamientos".
"Entonces le envié capturas de pantalla de esas conversaciones de WhatsApp al presidente del Plus Ultra, conocido como Cholo, indicándole que tomase medidas al respecto, porque no me parecía normal el comportamiento del entrenador".
"Una vez que los responsables del club hablaron con él, recibí mensajes de WhatsApp de Miguel para pedirme disculpas, diciendo que en ningún momento pretendía hacer daño a mi hijo, argumentando que si hacía falta venía a mi casa a disculparse personalmente. Yo le respondí que no hacía falta que viniera a mi casa, lo único que deseaba es que no se pusiera en contacto con mi hijo nunca más".
El segundo testimonio que corrobora que el Plus Ultra no denunció a Miguel ante la Policía Nacional es la declaración de su director deportivo: "En su momento, varias madres de los menores que jugaban en el equipo que entrenaba Miguel V. M. me informaron de que el entrenador estaba acosando a sus hijos, para quedar a solas fuera del horario de entrenamiento, y con mensajes de no se lo digas a nadie, con la finalidad de ejercitar la fuerza, motivo por el que expulsamos a Miguel". Pero lo hicieron en silencio, sin dar la voz de alarma a autoridades y clubes.