A María Salmerón se le vino el mundo encima cuando un juez le dio el pasado mes de mayo 15 días para que ingresara voluntariamente en prisión. ¿El motivo? No acudir varias veces entre 2012 y 2014 a un punto de encuentro familiar a entregar a su hija, cuando contaba con 13 años de edad, a su exmarido.
Éste fue condenado en 2008 a 21 meses por malos tratos, pero nunca llegó a entrar en la cárcel. "Ella no quería irse con su padre y yo respetaba su voluntad, yo nunca le impedí nada", argumenta María, en conversación con EL ESPAÑOL.
Jamás imaginó que la que acabaría privada de su libertad sería ella a sus 58 años, pero así ha estado desde el pasado 9 de junio. Aquel día ingresó voluntariamente en el Centro de Inserción Social (CIS) de Sevilla, situado en Alcalá de Guadaíra, tras ser condenada a nueve meses de cárcel por desobediencia por el incumplimiento del régimen de visitas.
Un CIS es un establecimiento penitenciario para usuarios que cumplen sus penas en régimen abierto o que se encuentran en un proceso avanzado de reinserción. Realmente ella ha cumplido allí sus seis meses de condena, la prisión como tal no la ha pisado.
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De ahí que reconozca que no lo ha pasado tan mal porque no es "persona de salir" y se ha sentido en todo momento muy respetada por todos sus compañeros. "Me decían que no tenía que estar allí".
"Si no pensaba en mi situación real era más llevadero porque no había cometido ningún delito", asegura María. Eso sí, cuando se paraba a pensar en el motivo por el que se le había condenado, reconoce que creía que "era una pesadilla, que no era real, sino que era un mal sueño".
La libertad condicional
Ayer le fue concedida la libertad condicional al cumplir tres cuartas partes de su pena y reconoce que fue un alivio quitarse la pulsera telemática con la que ha convivido desde que le dieron el tercer grado en la primera junta de tratamiento al cumplir todos los requisitos. Realmente, a tiempo completo en el CIS sólo estuvo los diez primeros días.
Después podía salir los fines de semana y al poco tiempo ya podía ir a trabajar. María es auxiliar de enfermería y trabaja en una residencia de ancianos. Cumplía su jornada laboral por la mañana, por la tarde se iba para su casa y por las noches tenía que volver al CIS a dormir.
"Una pesadilla desde hace 20 años"
Realmente reconoce que su pesadilla comenzó hace más de 20 años cuando denunció a su exmarido por malos tratos. Desde entonces su vida se ha convertido en un laberinto jurídico con numerosos procesos judiciales para que la Justicia respetara la voluntad de su hija Miriam cuando era una niña.
La sevillana ya fue condenada en 2010 por incumplir el régimen de visitas, pero el Gobierno, entonces del PP, le concedió hasta tres indultos parciales, el último en julio de 2016, cuando le conmutó la prisión por 30 días de trabajos comunitarios.
Incluso fue galardonada el 25 de noviembre de 2015 por el Gobierno con un premio que entregó el entonces presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, con motivo del día internacional contra la violencia de género y en reconocimiento por haber prestado su testimonio en la serie 'Amores que duelen'.
En aquellas fechas Salmerón fue capaz de reunir a todos los líderes andaluces, Susana Díaz, Juanma Moreno, Juan Marín, Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez, que expresaron su solidaridad hacia su caso en el Parlamento andaluz.
Salmerón achaca su ingreso en prisión a la negativa de la ministra de Justicia, Pilar Llop, de concederle el último indulto que pidió y no se corta al hablar del tema. Sigue creyendo en la Justicia, aunque no en los jueces, a quienes culpa de todo lo ocurrido. Ni tampoco en el Gobierno. "¿Quién entra en este país en la cárcel por una condena de nueve meses? Solo yo", se pregunta y se contesta ella misma.
En aquel momento, la ministra justificó que la medida de gracia fue denegada por "imperativo legal" y porque tenía "reincidencia y antecedentes penales" y María insiste una y otra vez que estaban prescritos.
"Los jueces con la nueva ley del 'sí es sólo sí' están revisando de oficio todas las condenas de violadores y, sin embargo, a mí no me revisaron los antecedentes que habían prescrito", explica a este periódico. En concreto, achaca su situación al Juzgado de lo Penal número 15. "Si lo hubiera revisado mi hoja histórico penal estaría limpia".
Los tres meses restantes
En cualquier caso, ya quiere mirar hacia adelante y tener una vida normal junto a su hija. Ella está cursando la carrera de Periodismo y ya con 22 años nadie puede obligarla a que vea a su progenitor, con el que no mantiene ningún contacto desde que tenía 14.
En un comunicado que hizo público cuando su madre ingresó en prisión, aseguró que su "peor pesadilla se había hecho realidad" al observar paralizada "cómo se cerraban tras ella las puertas de ese sitio que su maltratador -su padre-, pese a ser condenado, nunca pisó".
Realmente, no podía evitar sentirse culpable al reconocer que era ella la que nunca quería verlo. "Fui yo la que le supliqué cientos de veces a mi madre que no me llevara a ese infierno".
María, por su parte, ha dicho en más de una ocasión que, a pesar de todo lo ocurrido en estos 20 años, no se arrepiente de lo que hizo porque eso permitió a Miriam "crecer en un ambiente sano y sin violencia". Ahora esta mujer sólo piensa en vivir más liberada en todos los sentidos.