La inexplicable muerte de 'El Fali' y otro marinero en un pesquero con el mar en calma: "Digan la verdad"
El 'Vilaboa Uno' se hundió en minutos. No había mala mar y el barco estaba parado. 24 horas después de la tragedia, los familiares quieren respuestas.
4 abril, 2023 02:58Mayka y Gema Sampedro Faliato no podían contener la rabia apenas unas horas después de conocer la peor de las noticias: su hermano mayor, Francisco Sampedro Faliato, de 57 años y conocido cariñosamente como ‘El Fali’, había fallecido en la madrugada del lunes, después de que el barco arrastrero en el que trabajaba como marinero desde hacía más de 30 años naufragara frente al Cabo Mayor de Santander, situado a apenas seis millas náuticas de la ciudad portuaria.
“Nadie es capaz de explicarnos qué ha sucedido. Hemos llamado a Salvamento Marítimo, a la Guardia Civil, a la Delegación del Gobierno, al armador… Nadie sabe nada, y nosotras queremos saber por qué ha muerto nuestro hermano. Queremos saber toda la verdad. Les pedimos a las autoridades y al dueño del barco que digan la verdad”, asegura Gema a EL ESPAÑOL.
La frustración y angustia de las hermanas de ‘El Fali’ ante el desconocimiento de las causas del trágico suceso es compartida por las familias y amigos de otro marinero ghanés, también fallecido en el naufragio y cuya identidad aún no ha trascendido; y la de un tercer pescador, de nacionalidad peruana y de nombre Walter, cuyo cuerpo no ha aparecido. En el ‘Vilaboa Uno’ estaban embarcados 10 hombres. Los siete restantes, lo contaron de milagro. Uno de ellos se encuentra en estado grave, con hipotermia.
Transcurridas 24 horas desde el hundimiento del ‘Vilaboa Uno’, todavía nadie ha salido a dar explicaciones sobre qué sucedió exactamente a bordo del viejo arrastrero poco antes de las 4:10 de la mañana, hora en que Salvamento Marítimo registró la primera llamada de auxilio. Al parecer, una gran vía de agua en el casco habría provocado que el barco se hundiera a toda velocidad. Apenas 43 minutos después, a las 4:53, el mar se lo había tragado por completo.
La pregunta que todos se hacen es: ¿Por qué se abrió esa vía de agua? Según los testimonios recogidos por este periódico de varios pescadores del puerto de Santander que faenaban a la misma hora del naufragio, “el mar estaba como un plato”. La meteorología no pudo ser un factor.
Además, de acuerdo con el armador, el arrastrero se encontraba parado con la maquinaria apagada, esperando a que amaneciera para comenzar a pescar. El último registro del AIS (las siglas en inglés para Sistema de Identificación Automática) del ‘Vilaboa Uno’ fue a las 3:12 en las coordenadas 43.58175°, -3.75225°; a una velocidad de 0,5 nudos —es decir, detenido— y con rumbo 76 grados.
Sólo una hora después, la situación había cambiado drásticamente: el patrón, Eduardo, llamaba a Salvamento Marítimo pidiendo auxilio. “Llevaba mucha tralla ese barco”, afirma por su parte un veterano marinero en el entorno de la lonja de Santander, quien prefiere mantener el anonimato.
A punto de jubilarse
‘El Fali’ salió a faenar la noche del domingo al lunes como de costumbre. Arrastreros como en el que trabajaba salen de noche y, cuando encuentran pesca, se quedan los días que haga falta en alta mar. “Estaba de lunes a viernes en el mar. Si pescaban, ahí se quedaban, porque sino pescan, no comen”, dice Mayka refiriéndose a su hermano.
Muchos de los marineros se enrolan en los mismos puertos para los meses que dure la costera, como se llaman las temporadas de pesca. La actividad, al igual que el campo, atrae todos los años a cientos de inmigrantes subsaharianos y sudamericanos anónimos que aspiran a salir adelante con sueldos de entre 800 y 1.000 euros. Comparten cubierta con autóctonos procedentes de largas sagas familiares que se dedican al oficio, en condiciones cada vez más precarias y un futuro incierto. El ghanés era uno de los primeros; ‘El Fali’, de los segundos.
Francisco participaba en su última costera. Después de una larga carrera en la que nunca se tomó un descanso; tras miles de travesías por el imponente Cantábrico, tenía previsto retirarse: le faltaban sólo dos meses para terminar la temporada y comenzar a disfrutar de una merecida jubilación rodeado de su familia.
“El mar era su vida desde niño”, dice Mayka. Con pocos años, el hijo de Pancho ‘El Gallo’ Sampedro, ya se escapaba con su padre pescador y sus compañeros, sin que su madre se enterara. ‘El Fali’ se crió rodeado de redes, palangres, barcos y viejos lobos de mar en el barrio pesquero de Santander, donde pasó su infancia y adolescencia antes de mudarse con su familia a Maliaño, un barrio al sur de la ciudad.
“A los 16 ya estaba enrolado en una tripulación”, recuerda la hermana. Desde entonces, la vida de ‘El Fali’ transcurrió entre el mar y su familia: se había casado con Marta, tenía una hija de 15 años, de nombre África; y una hijastra de 28, llamada Lorena.
“Era un tío normal, trabajador, alegre, que no discutía y rehuía el conflicto. En el bar de aquí abajo la cocinera le llamaba siempre el ‘niño de mis ojos’”, asegura por su parte Gema, la otra hermana, a las puertas del domicilio familiar en el barrio pesquero. Desde que conoció la noticia, la madre de ‘El Fali’ está encerrada en casa, tumbada en la cama. “Está dopada”, dice Gema.
“No podemos recuperar el cuerpo porque necesitan verificar en Madrid las huellas dactilares… No nos dejan verlo, tampoco se lo permiten a su mujer. No nos dicen tampoco qué ha pasado… Es una vergüenza”, lamenta Gema.
Dramático rescate
Quienes podrán aportar más pistas sobre qué sucedió exactamente a bordo del ‘Vilaboa Uno’ son los siete marineros supervivientes. Aún recuperándose, han vuelto a nacer gracias a la tripulación del ‘Siempre Nécora’, un pesquero con base en el puerto de Colindres (Cantabria) que trabajaba en la zona y que acudió el primero a la llamada de rescate.
“Cuando Salvamento Marítimo lanzó la alerta por emergencia, nosotros nos encontrábamos a cinco millas náuticas de las últimas coordenadas conocidas del ‘Vilaboa Uno’ y pusimos rumbo para allá. Fuimos los primeros en llegar y ya no había nada. Había corriente Este, la seguimos y, al poco tiempo, comenzamos a dar con pertrechos. Luego encontramos a siete hombres vivos y a un muerto”, relata el patrón del ‘Siempre Nécora’, Pedro Antonio Fernández.
El capitán añade que su tripulación trató de reanimar al muerto en la cubierta del barco mientras se dirigían a puerto, pero ya no había nada que hacer. Se trataba de ‘El Fali’. Un segundo pesquero que llegó al lugar del naufragio poco después del ‘Siempre Nécora’ encontró el cadáver del otro fallecido, el marinero ghanés.
Tras la primera llamada de auxilio, Salvamento Marítimo puso en marcha un operativo de rescate que se prolongó a lo largo de todo el lunes para dar con Walter, el peruano desaparecido. Participan en la búsqueda, por mar, los buques ‘Salvamar Deneb’ y ‘María de Maeztu’ de Salvamento; y por aire, turnándose, un helicóptero Helimer 22 del mismo organismo, otro de la Guardia Civil y un tercero del Gobierno de Cantabria.
Además, un remolcador llegó el lunes a Santander procedente de Bilbao para reflotar el barco, hundido a unos 100 metros de profundidad. Las autoridades temen que, además de la tragedia humana, un vertido del depósito de combustible del barco provoque un desastre medioambiental.