Marilia Andrés Casares continúa bailando sola, ahora más que nunca. La compositora que un día llegó al Olimpo con el dúo formado junto a Marta Botía presenta su tercer disco en solitario, Bailar conmigo. El álbum está repleto de gratitud, aprendizaje, conexión y sinceridad. En total, 11 canciones que retrotraen a la compositora a sus raíces y que fantasea con un mundo en el que las personas se exijan y juzguen menos. A sus 48 años, la artista echa la mirada atrás, a ese camino pasado sin el que no hubiera llegado a ser quien es ahora. Y ahí, claro, el dúo que la encumbró ha jugado un papel crucial, como ella misma acepta en esta conversación.
Este nuevo álbum, dice Marilia, nace de un conjunto de experiencias vividas por ella misma pero también por las personas que le rodean. Así es ella: observa, analiza, siente y compone. Por ejemplo, el último single que presenta, Te estamos esperando, procede de la inspiración que le evocan sus sobrinos. “Ahí hablo de desearle lo mejor a alguien en su viaje, del amor incondicional, y luego me di cuenta de que estaba hablando del niño que todos llevamos dentro”, relata. Un niño, por otra parte, que parece no haber desaparecido de su interior cuando habla de la pasión que siente por la música.
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Pregunta.-En la canción que da título al álbum dice “descubrir que me había equivocado, aprender las lecciones del pasado, deshacer estos nudos que me ato”. ¿A qué se refieres exactamente?
Respuesta.-Todo este disco existe porque existe mi vida anterior. Esa frase resume un poco que, al final, te das cuenta de que tienes que ver cómo puedes mejorar, la humildad de aceptar la equivocación, y eso es algo que podemos encontrar en el día a día. Yo creo que, a veces, tenemos creencias de nuestra propia tradición que debemos replantearnos, de ahí lo de deshacer los nudos. Ahora empezamos a pensar en muchas cosas que dábamos asentadas, sobre todo las nuevas generaciones. El aprendizaje viene de mirar y ver cómo se puede hacer algo mejor pero intentando huir de lo impuesto socialmente.
P.-En tu nuevo trabajo también agradeces a la Familia estelar, tal y como se llama la canción, su existencia. ¿Quién es esa familia para usted?
R.-Esta canción se la dedico a todas las familias del universo. La escribí pensando en conectar con la familia, pero también con el planeta, con tus orígenes, con esas cosas que no vemos. Dependemos unos de otros y solo tenemos una Tierra para compartirla y cuidarla. Aunque parezcamos muy diferentes, en realidad somos una gran familia. Además, esta familia estelar también es la necesidad de compartir, de crear con los demás, esa inquietud que siempre nos acompaña.
Marilia, de mirada diáfana y amplia, se presenta tal y como es en el jardín japonés del Museo Lázaro Galdiano, donde recibe a EL ESPAÑOL. La cantante, como no podía ser de otra forma, todavía rememora sus grandes años de éxito en Ella Baila Sola, el dúo compuesto junto a Marta Botía. De aquello queda la ilusión, dice, de compartir canciones. “Gracias a aquella época que viví estoy aquí y me parece todo un honor poder acompañar a los demás con algo que para mí es una necesidad, como componer”, en sus propios términos.
Ella Baila Sola
Ella Baila Sola nació en 1996 y murió en 2001. Aquellos cinco años de la veinteañera Marilia todavía resuenan en sus palabras: “Aquello fue una gran sorpresa y muy divertido, pero trabajábamos mucho. Fue un aprendizaje profesional maravilloso e intensivo, aunque también la oportunidad que tuve de darme cuenta de que la música me gustaba mucho pero no tanto la industria que le acompañaba”.
Sin pesar en su voz, Marilia repite lo que no han dejado de preguntarle durante todos estos años. En 2001, Marta y ella se dieron cuenta de que su ciclo creativo había terminado, confiesa. “Cuando nos volvimos a unir en 2021 para celebrar el 25 aniversario del primer disco fue la ocasión para dar las gracias por todo lo vivido a todos los niveles”, agrega. En cambio, la compositora prefiere no opinar sobre la reaparición inesperada de Ella Baila Sola por parte de Marta y Virginia Mos en 2019. “Aquello es algo del pasado y yo sigo dando lo mejor de mí. Tampoco puedo hablar de cosas que no son mías”, sostiene.
Marilia no se dio cuenta de la montaña que había subido en apenas unos años hasta que se alejó un poco de la cima. Aquel vértigo no la frenó. Si algo tan bueno le había pasado, ¿por qué no le volverían a ocurrir cosas tan positivas como esa? A fin de cuentas, a Ella Baila Sola le sucedió lo que a tantas parejas: les llegó el momento de replantearse la relación. “Quisimos sujetarlo como fuera, pero cuando decides separarte y dejarlo ir es porque eso es lo mejor. Esa culpa que me queda es algo que me he trabajado para ver que en la vida pasan este tipo de cosas y que lo importante es aprender de ellas”, comenta.
P.-Imagino que la ruptura en 2001 fue un duro golpe también a nivel personal. ¿Cómo recuerda aquella época?
R.-Si lo piensas, levantarte de la cama y que tus canciones las escuchen millones de personas también es para irte al psicólogo [se ríe].
Yo creo que en la vida es todo cambio, pero cuando te va bien y es dulce piensas que te puedes quedar ahí. Y no. Llegan los altibajos, que son parte de la vida, y eso es algo que está muy presente en el disco nuevo, esa alegría y la celebración del amor, pero también que no todos los días son igual de buenos. Nosotras lo dejamos porque era algo que tenía que ser así, aunque el cariño que le tengo a mi público siempre está, independientemente del camino que tome.
P.-¿Cómo afrontó esa etapa a nivel personal?
R.-Yo hablé de esto con mi psicólogo, pero ya iba antes de lo que ocurrió. Siempre me ha gustado ir al psicólogo porque me interesa mucho el autoconocimiento y ahora podemos hablar mucho más de salud mental, no es tanto tabú. Esta experiencia me ayudó a darme cuenta de qué cosas me gustaba y cuáles no, y vi que la música para mí es algo sagrado.
Llegué con una pasión por la música desbordante, pensando que tenía algo que sumar. Pronto vi que había ciertas cosas establecidas, muy cerradas, que me hicieron pensar que quizá esto no era lo mío, o no de esa forma. De todos modos, yo me di cuenta de lo ocurrido tiempo después, cuando el éxito se apaga y ves que la gente ya no se te acerca tanto. Ahí, de verdad, fui consciente de que lo importante es lo que a uno le interesa, la respuesta a qué has venido a hacer en la vida.
P.-Quizá por eso ahora canta Me merezco todo lo bueno en este nuevo álbum
R.-Si te digo la verdad, esta canción es un regalo, una especie de mantra-rock que nos permite repetirnos algo que, en ocasiones, no nos permitimos creer. Me divertí al componerla porque pensaba que la cantaríamos juntos, que íbamos a decir algo en alto que, normalmente, no nos permitimos pensar porque somos muy duros con nosotros mismos. Yo, al revés. Me deseo lo mejor porque me quiero, pero a los demás también.
Su camino en solitario
En 2012 Marilia comenzó su proyecto musical en solitario. Atrás, muy atrás, quedaron las ofertas que durante los primeros años del siglo XXI le ofrecían para continuar subida a los escenarios. En cambio, ella prefirió tomar distancia. Necesitaba integrar todo aquello. Así, llegó a reconectar consigo misma, parafraseando sus términos, pero también como una demostración de defensa de su compromiso y amor a la música. Durante todo este tiempo, Marilia ha compuesto para otros artistas y se ha iniciado en el mundo de la pintura y la escultura.
Por eso, cuando volvió a sentir que tenía algo que ofrecer, lo sintió con tal urgencia que no hubo puerta cerrada que aminorara su ímpetu e ilusión renovada. “Yo vengo a compartir algo que sabía que tenía que decir. Al final, en el camino necesito algo muy fuerte en mi interior, algo que valoro y que creo que puedo transmitir a los demás”, resume la cantante.
P.-Por otra parte, en tu canción Pequeña descarga eléctrica dices: “Yo sigo mi camino, lo creas o no. Es como un hilo fuerte, nace dentro y sale por mi voz. Si sumas a mi viaje, si eres una fase, lo sabré”. ¿A quién dedicas estas palabras?
R.-Aquí hablo de que todos somos electricidad y buscamos una conexión para sentirnos vivos, amados, a la vez que esa conexión nos recuerda que, quizá, eso no es lo que queríamos en realidad. Hablo del placer, de conocer a alguien y que se te ponga la piel de gallina. Hablo de permitirnos sentir la descarga eléctrica que puede ser solo un destello, pero también con la libertad de seguir buscando lo que uno quiere. Yo quiero que la gente se permita esto, que piensen que se merecen lo mejor, y que se lo merece con alegría, no juzgándonos ni exigiéndonos tanto.
P.-El amor y la mirada puesta en el futuro es algo que recorre las once composiciones de Bailar conmigo. En “Una cueva en el invierno”, canta, “la intuición me dice algo, quiero encontrar lo que he soñado”. ¿Qué es refugio, una cueva, para usted? ¿Y cuántos inviernos está viviendo?
R.-La música es mi gran cueva, una cueva maravillosa y compartida. Concedernos el hecho de que debe haber una cueva, un espacio seguro en el que poder estar feliz y tranquilo, es lo más importante para andar el camino, porque no está exento de dificultades. Si reflejo los inviernos en años de vida, cada vez los saboreo más. Es un reto hacerse mayor, aunque también me siento joven por dentro. Para mí es un regalazo poder dedicarme a la música, estar donde estoy y tener las oportunidades que tengo en mi vida de conocer personas nuevas, interesantes, cuando en realidad solo soy una persona más de todo el planeta.
Las respuestas sosegadas de Marilia conjugan con los pequeños pájaros que no dejan de piar durante la conversación. A unos metros, en el Paseo de la Castellana, se mueve la vida a otro ritmo que en este Jardín japonés, testigo impertérrito ante las palabras de la mujer que un día tocó el cielo con su voz. Su esencia, finaliza, sigue siendo la misma: “La búsqueda de la belleza a través de la música y de la vida, aunque no siempre sea fácil”.