Valencia

Una guerra, una pandemia, una nevada y un producto en desuso: los pantys y las medias. Son los cuatro males que han situado a Marie Claire al borde del cierre pese a recibir, en tan solo dos años, préstamos por 21 millones de euros de la Generalitat Valenciana. Las aportaciones perseguían justo lo contrario: evitar la caída del imperio levantado hace más de 115 años por Francisca Íñigo, alias la fabricanta.

La célebre marca española de medias y bragas echó a andar en 1907 impulsada esta mujer. Fue ella quien convenció a su marido, Celestino Aznar, un comerciante de mulas y caballos, para distribuir confecciones por el país, además de los propios animales. 

La idea resultó un éxito, y el acierto de la emprendedora permitió a sucesivas generaciones de mujeres trabajar en el mismo lugar donde todo empezó: la recóndita Vilafranca, localidad ubicada en la frontera de Castellón con Teruel de tan solo 2.200 habitantes. En Marie Claire, durante los años 90, llegaron a trabajar 1.300 personas, el grueso de las comarcas de l'Alt Maestrat y Els Ports.

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La compañía, lejos de sus años dorados, llevaba décadas languideciendo, y la Generalitat Valenciana decidió intervenir para evitar el desastre. Creó el denominado Fondo Valenciano de Resiliencia, adscrito pero independiente al Instituto Valenciano de Fianzas, para auxiliar a compañías estratégicas que no pudieran acceder a las herramientas estatales similares. Su única operación hasta la fecha ha sido financiar a Marie Claire, que cumplió los requisitos por su ubicación en un enclave despoblado.

La adminstración autonómica brindó los primeros 9 millones de euros para la compra de Marie Claire en 2021 por parte de B2Tex, matriz de Think Textil, proveedor de Inditex. Fue condición sine qua non la desaparición de los anteriores gestores por la desconfianza en su modelo de negocio y el impago a las trabajadoras en el que habían incurrido.

El dinero llegó tras el impacto de la pandemia y el de la borrasca Gloria. La gran nevada desplomó el techo de la fábrica y la obligó a cerrar durante semanas, y el seguro tardó años en pagar, generándole serios apuros de liquidez.

Empleada de Marie Claire. Biel Aliño

Pero la compañía necesitó de inmediato una nueva inyección. Alegó que se encontró un stock sobrevalorado y una compañía sobredimensionada, además de un nuevo contratiempo: el sobrecoste energético derivado de la invasión rusa de Ucrania. Solicitó un nuevo crédito de 12 millones de euros, y su concesión fue anunciada hace justo un año, en junio de 2022.

Pero solo doce meses después ha optado por presentar un concurso de acreedores que la puede llevar al cierre, y a la Generalitat Valenciana a perder en dos años 21 millones de euros. Además, la compañía ha anunciado un ERE que reducirá a mínimos la estructura en Villafranca, que pasaría de 220 trabajadores a solo 75.

Según reconoció la propiedad en un comunicado, su viabilidad futura depende de la llegada de nuevos inversores, entre los que ya no habría nuevas aportaciones de la Generalitat Valenciana. El IVF, que afirma que peleará por recuperar las cantidades aportadas, tan solo se prestará a facilitar la devolución de lo prestado si ello supone la supervivencia de la firma.

Manifestación

Este viernes tuvo lugar una manifestación en Villafranca contra el posible cierre de la empresa, a la que acudieron 2.000 personas de las comarcas afectadas de Castellón y Teruel. Exigieron soluciones a las partes implicadas para evitar una herida irreversible en las comarcas que viven de Marie Claire.

Las voces más críticas afean a la Generalitat que brindara liquidez pero no empleo cuando pudo hacerlo, con la adjudicación de un mayor volumen de producción de batas y mascarillas durante la pandemia. También que forzara la marcha abrupta del anterior equipo directivo en lugar de aprovechar la experiencia de los principales directivos, aunque fuera para puestos secundarios.

Los afectados por el ERE lamentan que las diferentes direcciones de la mercantil no han sabido reorientar el negocio hacia productos rentables, habida cuenta del desuso de las medias y pantys y la pérdida de competitividad por los menores costes de la competencia asiática.

Marie Claire trató de centrarse en productos de mayor valor añadido. Llegó a un acuerdo con Reckitt Benckiser, la firma propietaria de Dr. Sholl, para fabricar productos de parafarmacia. Pero la colaboración entre ambos se rompió. Lanzó además productos vanguardistas como bragas menstruales, sujetadores de lactancia o fajas compresivas recomendadas para la recuperación de una cesárea. Pero no llegaron a representar una parte significativa de la producción.

Eugenia de Montijo

Publicidad de la marca inicial, Eugenia de Montijo.

Los buenos tiempos de este templo del empleo femenino quedan ya muy lejos. Antes de llamarse Marie Claire, la empresa tomó por marca el nombre de Eugenia de Montijo, la aristócrata española que fue emperatriz de Francia como consorte de Napoleón III. El catálogo de vicisitudes al que se enfrentó aquella empresa de principios del siglo XX da verdadero vértigo. Durante sus primeras décadas sobrevivió a los efectos de dos guerras mundiales y a la Guerra Civil española, tras la que tuvo que renacer.

Su innovación fue constante. Abanderó el uso del nailon y supo modernizarse cambiando de nombre en 1960, cuando adoptó la denominación de Marie Claire -en presumible homenaje a la revista ya existente del mismo nombre-.

Tras este giro, todavía en los estertores del franquismo, realizó una potentísima campaña de marketing. Sus lemas y melodías coparon los medios de comunicación y su anuncio llegó a tener el privilegio -previo pago- de ser el primero del año en la televisión. Marie Claire, Marie Claire, un panty para cada mujer, sonaba continuamente en la época. No menos célebre, aunque más básico, era su otro juego de palabras: No son medias, son enteras.

La entrada de España en la Comunidad Económica Europea, culminada en 1986, fue un duro golpe para muchas empresas al enfrentarse de pronto a una gran competencia en el Viejo Continente. Pero en Marie Claire tuvo el efecto contrario: la consagró como líder europeo del sector hasta alcanzar en los 90 el pico de los 1.500 trabajadores y 90 millones de euros de facturación. 

Pero pronto llegaron los problemas. Tras celebrar el centenario, surgió la crisis de 2008, a la que ya llegó con una estructura sobredimensionada y con una fuerte competencia, agravada por los menores precios que ofrecían sus rivales gracias a la deslocalización. A los herederos de los fundadores les costó acometer despidos en los malos momentos, y provocaron una estructura sobredimensionada que llevó a la firma al borde del precipicio.

Y así se encontraba, tras varios traspasos erráticos en su capital, cuando la adquirió B2Tex en 2021 gracias al primer crédito del IVF.  En la fábrica "había muchísimo por hacer", según aseguró la empresa al tomar el control. Su organización era propia todavía del siglo XX, aseguraban. Cada producto tenía su línea de producción independiente, y también sus oficinas por separado, junto a la maquinaria. "Era como tener varias empresas dentro de una misma", explicaban.

Almacén de hilos de Marie Claire. Biel Aliño

Los nuevos dueños optaron por integrarlas para unificar procesos, de modo que pasaron a estar juntas todas las máquinas tejedoras, independientemente de que hicieran calcetines, bragas o medias. Ello perseguía una operativa de más eficiente y con menos trabajadores.

Muchas de las máquinas tienen varias décadas de antigüedad, pero no por ello fueron descartadas. La innovación en el sector viene más por el tipo de hilo que se utiliza y el diseño que se le da a la prenda, algo de lo que todavía son capaces las tejedoras de Marie Claire, según aseguraron los propietarios entrantes.

La reorganización de B2Tex dejó libre buena parte de los 58.000 metros cuadrados de las instalaciones de Vilafranca, que la empresa decidió destinar a la logística para cerrar la planta que tenía para ello en Borriol. El panorama resultante fue el de una fábrica concentrada en un área reducida de unas grandes instalaciones con numerosos espacios vacíos. De la llegada de nuevos inversores depende que no queden vacías por completo.