Náquera es el único pueblo valenciano con un alcalde de Vox. Iván Expósito se impuso en las elecciones municipales del pasado 28 de mayo con el 28,9% de los votos y cuatro concejales. La suma con los 3 concejales del PP le supuso la mayoría absoluta. Pero apenas un mes después, ya le ha estallado la primera rebelión.
Cerca de 800 personas se manifestaron este miércoles por las calles de Náquera, el pueblo donde Vox quiso silenciar el Orgullo, tras el veto del nuevo consistorio a la bandera arcoíris, símbolo del colectivo, en los edificios municipales.
La rebelión estalló el día del Orgullo. Las asociaciones Mirall Camp de Túria y Lambda respondieron a la prohibición con la convocatoria de una manifestación que recorrió las calles de este pueblo situado a las faldas de la Sierra Calderona para reclamar "derechos y orgullo".
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A la concentración, que partió a las 19.30 horas desde la biblioteca municipal y finalizó ante la puerta del Ayuntamiento, asistieron personas de todas las edades: "Venimos a apoyar a nuestros hijos y nietos", manifestaron algunos participantes. Y contó con el apoyo de las asociaciones LGTBI más representativas de la Comunidad Valenciana.
Adela, de 96 años, fue una de las asistentes de mayor edad. Acudió a Náquera junto a su hija María José para asistir a la marcha y mostrar su apoyo al colectivo. "Venimos las dos para que los derechos que hemos conseguido no se pierdan. Pedimos que se respeten los símbolos y que no se pierda nada de lo que se ha conseguido", afirmaron.
La concentración buscaba "mostrar los colores" en esta localidad valenciana por la polémica decisión de Vox. Multitud de vecinos respondieron a la convocatoria aplaudiendo desde sus balcones y colgando la bandera del Orgullo.
"Venimos a apoyar a la ciudadanía de Náquera porque es muy injusto que este pueblo sea conocido por la LGTBfobia de su alcalde. La gente de Náquera es respetuosa e inclusiva, no se merece que un alcalde de extrema derecha quiera devolvernos al armario. Les van a faltar armarios para hacerlo", manifestó Fran Fernández, coordinador de Lambda, una de las entidades convocantes.
El acuerdo entre el partido de Santiago Abascal y el PP para gobernar este municipio de 7.000 habitantes del interior de Valencia incluye la prohibición de colgar banderas LGTBI en balcones y fachadas de instalaciones municipales. Además, el ayuntamiento ha anunciado que sustituirá las concentraciones de 'No a la violencia machista' por 'No a la violencia' o 'Condenamos toda violencia'.
Un día después, el Ayuntamiento negó que prohíba el uso de las señas de identidad del colectivo LGTBI en los distintos espacios públicos de la localidad, pero reiteró que seguirá el protocolo de banderas en los edificios municipales "tal y como se cumple en otras instituciones".
Un día después de conocerse el veto, varias banderas arcoíris aparecieron en balcones de Náquera. Daniel, vecino de la localidad, colgó la bandera que normalmente guardaba en un cajón de su casa por la "injusticia" que a su juicio suponía el nuevo acuerdo de gobierno. Horas más tarde, escuchó en la calle a dos hombres que amenazaban con tirar algo desde la calle al balcón y la retiró.
Pueblo alegre
Náquera ha pasado de ser el primer pueblo de un país europeo en dedicarle una calle a Barack Obama a tener un alcalde de Vox. La idea partió de un alcalde del PP y ocupó multitud de titulares.
El pleno aprobó en diciembre de 2008, un mes antes de la toma de posesión el presidente estadounidense, que el nombre de Barack Obama sustituyera al de José Antonio Primo de Rivera en la avenida que llevaba su nombre, una de las más céntricas de esta localidad.
Ahora, 15 años después, la extrema derecha se ha hecho con el control del ayuntamiento y le da la espalda a la diversidad. Con esta protesta pacífica, los convocantes quisieron demostrar que Náquera es una ciudad respetuosa y que su alcalde, con este tipo de medidas, "no representa a la ciudadanía".
"Estoy viviendo este día con mucha alegría porque por primera vez se mueve algo en este pueblo. Es un acto muy emocionante", declaró a EL ESPAÑOL Igor, un joven de Náquera.
"En el pueblo la gente está alegre con la respuesta que ha habido. Todo el mundo coopera y no se han registrado altercados. Náquera es un pueblo típico de montaña, donde se habla valenciano por todas partes y la mayoría de la gente es tolerante", apuntó.
La Guardia Civil blindó los accesos al pueblo tras tener conocimiento de que colectivos ultras amenazaron en redes sociales con personarse en Náquera y provocar altercados. Finalmente, la marcha se desarrolló sin ningún incedente y discurrió por las calles entre aplausos y miradas curiosas que se asomaban por las ventanas.
Al llegar al Ayuntamiento, los asistentes cerraron la marcha "en paz" ante la casa consistorial. La Policía Local y la Guardia Civil desplegaron un perímetro acordonado de seguridad que impedía a los manifestantes acercarse al edificio.
La marcha contó con la presencia de la ministra de Ciencia y cabeza de lista del PSOE al Congreso por Valencia, Diana Morant, y de los concejales de Compromís en Valencia, Sergi Campillo y Lucía Beamud.
"Abrazar la diversidad"
Diana Morant, en declaraciones a los medios, lamentó que Náquera está en "todos los focos nacionales" porque el gobierno formado por Vox y el PP ha mandado "el mensaje contrario a ser ciudades libres de LGTBfobia y odio". En este sentido, lamentó que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en estos "últimos 20 días ha retrocedido 20 años".
Frente a ello, reivindicó que no se va a retroceder "ni un milímetro" en los "derechos fundamentales de las personas". "No hay derecho más fundamental que el de amar a quien quieras", subrayó. Morant apostó por "abrazar la diversidad de formas de amar" frente a un PP que ha "abrazado las formas de odiar". "Esa es la gran diferencia", dijo.
Finalmente, afeó tanto a Feijóo como al futuro presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, que hayan colgado en sus redes sociales la bandera LGTBI: "Esto no borra lo que ha pasado en los últimos 30 días, no borra lo que han firmado, que han cambiado los principios y derechos por cargos y sillones, y esto no lo van a olvidar las personas".
"Este retroceso pone en peligro la seguridad de las personas, por esos discursos de odio que se han convertido en discursos institucionales", concluyó.