Miguel López Ortiz, frente al Mausoleo de Cánovas del Castillo del Panteón de España, en Madrid.

Miguel López Ortiz, frente al Mausoleo de Cánovas del Castillo del Panteón de España, en Madrid. Cedida

Reportajes

La hazaña de Miguel López en la universidad: saca 39 matrículas de honor en las 40 asignaturas de su grado

El joven de 22 años acaba de terminar el Grado en Historia en la Universidad de Sevilla con calificaciones de récord. EL ESPAÑOL repasa su vida con él.

7 julio, 2023 02:50

Cuando Miguel López era un niño, su abuelo le leía cada noche libros e historias antes de dormir. Por ejemplo, “El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien o el Decamerón, de Giovanni Boccaccio”, se sincera el joven a EL ESPAÑOL. Y es que José Luis López era profesor de Filosofía en la universidad y no sólo le encantaba leerle a su nieto, sino contarle historias de la Historia, con mayúsculas, hablar con él... En consecuencia, el pequeño adquiriría la pasión por las humanidades gracias a él, a sus padres y a sus otros abuelos –en especial a su abuela paterna, María de la Nieves Gómez, profesora de Historia de la Educación en la facultad–.

“Yo crecí en ese contexto y aparte de ir al colegio, el CEIP Maestra Isabel Álvarez (Sevilla), me formaban en casa, pues en mi familia había muchos docentes”, cuenta a este diario Miguel López Ortiz (Sevilla, 2000), el joven de 22 años que acaba de cerrar su carrera con calificaciones de récord. De 40 asignaturas que conforman el Grado en Historia en la Universidad de Sevilla, el estudiante ha logrado 39 matrículas de honor, algo excepcional y extraordinario en cualquier currículo académico. Una hazaña.

Miguel sólo tropezó en una asignatura, Técnicas y Metodología de la Historia Moderna y Contemporánea, del primer cuatrimestre del cuarto curso. En ella, el joven universitario sólo obtuvo el 10, pero sin matrícula de honor. “No fue algo que me alegrase y aún dudo un poco de la manera en la que se me puso esa calificación. Pero no quiero entrar mucho en eso. Son cosas que pasan y ya”, explica el joven con naturalidad y madurez.

Miguel López, en la entrada de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla.

Miguel López, en la entrada de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla. Marina Ortega Serrano

Ahora, desde un tren camino a Madrid para disfrutar de su verano, Miguel López cuenta que la siguiente parada académica de su vida será iniciar en septiembre el Máster en Estudios Históricos Avanzados de la Universidad de Sevilla, que le abrirá la puerta de “pasar una estancia de cuatro meses en la Universidad de la Sorbona de París desde enero hasta finalizar el curso”, dice, ilusionado.

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Pregunta.– Miguel, estoy obligado a hacerle la pregunta del millón: ¿cuál es la clave para sacar 39 matrículas en una carrera y cuántas horas estudiaba al día?

Respuesta.– Siendo realista y a diferencia de lo que la gente pueda pensar, yo no pasaba 15 horas estudiando al día, pero tampoco vagueaba. En periodo ordinario solía estudiar unas tres o cuatro horas al día, y en exámenes algo más, evidentemente. Pero para mí, más que estudiar como tal, la clave ha sido la lectura. En todas las asignaturas nos daban una bibliografía que yo consultaba. Hacía lectura comprensiva. Tampoco estudiaba como tal y gracias a eso y a que tengo buena memoria, pude obtener estas calificaciones.

Cabe destacar, no obstante, que Miguel López era y es algo más que un ratón de biblioteca. El joven de 22 años no ha perdido tampoco la oportunidad de dedicarle tiempo al ocio para despejar la mente. “Me gusta mucho ir a tomar cervezas por Sevilla con los compañeros de la facultad y también disfruto mucho de la fiesta. De hecho, nunca me pierdo ninguna Feria de Abril ni tampoco ninguna Semana Santa, época en la que no toco ni un libro. Y es que desde que soy niño pertenezco a la Hermandad del Jesús del Gran Poder y he sido nazareno, etc., y durante esa semana desconecto”, revela el exitoso estudiante.

Universidad, sudor y vocación

Gracias al éxito de cosechar 39 matrículas de honor en las 40 asignaturas de la carrera, a Miguel López le ha salido prácticamente gratis su grado universitario. “Cada año, sólo he tenido que pagar las tasas administrativas, que son 6 euros y pico. Es decir, los cuatro años de universidad me han valido poco más de 24 euros”, se enorgullece el joven que ha maximizado los recursos con los que cuenta el sistema universitario español. En él, por cada matrícula de honor que obtenga un alumno, el siguiente año estará exento de pagar una asignatura que tenga los mismos créditos universitarios. Una oportunidad que no ha desaprovechado el joven sevillano.

Aun así, aunque Miguel López no haya pagado sus matrículas en la universidad con dinero, sí que lo ha hecho con esfuerzo, sudor y dedicación. Como si el joven hubiera pagado cada céntimo que cuesta la carrera con las incontables horas que ha estado estudiando para marcar el récord. Sin embargo, el recién graduado ni siquiera tuvo que pagar su primer año. La cultura del esfuerzo ya reinaba en la vida de Miguel antes de iniciar la carrera.

Miguel López, el joven que ha acumulado 39 matrículas de honor en las 40 asignaturas de su carrera.

Miguel López, el joven que ha acumulado 39 matrículas de honor en las 40 asignaturas de su carrera. Cedida

“En la EBAU obtuve un 13,62 sobre 14, lo que propició que la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla me diera el premio extraordinario de ingreso de esa facultad. Eso significaba que no tenía que pagar el primer año”, cuenta el joven. Ese premio lo ganó tras estar en el listado de las mejores selectividades de la región y tras concluir la etapa del instituto. Una etapa que sin duda le marcó. En ella encontró su vocación; encontró su camino.

Miguel había superado, con cierta comodidad, tanto sus años escolares como sus años de secundaria. Es más, reconoce que en algún momento llegó incluso a “aburrirse en clase”, pero por fin llegó el emocionante Bachillerato. “Lo cursé en Humanidades y motivado por los profesores de Latín, Griego e Historia del Arte, me empezó a apasionar lo humanístico. Al ser 4 ó 5 personas en clase nos convertimos en una pequeña familia y aprendíamos mucho”, recuerda Miguel.

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Luego, más adelante, tras superar ampliamente su EBAU, Miguel López podía haber recabado en cualquier otra carrera de Humanidades: Filosofía, Filologías, etc… Pero finalmente él se decantó por la Historia. ¿Por qué? “Porque cuando estaba eligiendo la carrera, recordé una conversación que tuve con el catedrático de Historia, Carlos Martínez Shaw, en la cual me dijo que la Historia aglutinaba el resto de disciplinas humanísticas. Por ello aposté por estudiarla. Además, fue todo muy fácil, porque mis padres, Silvia y Jesús, siempre me apoyaron”, revela el talentoso joven.

Miguel, haciendo historia

Una vez en la facultad, el ascenso del joven estudiante fue vertiginoso hasta conseguir la asombrosa hazaña de rozar la perfección curricular. Daba igual el cuatrimestre, daba igual el año, daba igual la asignatura, daba igual el periodo histórico a tratar… Miguel sólo acumulaba dieces por doquier. Por aquí y por allá. Desde la asignatura más básica de primero de Grado hasta su Trabajo de Fin de Grado (TFG), titulado Pedro Ruiz de Alcaraz: un heterodoxo alcarreño del siglo XVI.

No en vano, Miguel López eligió un personaje histórico de la España del siglo XVI, pues reconoce que es su periodo histórico favorito –al igual que toda la Edad Moderna–. Lo que más le apasiona es todo lo que aconteció bajo los reinados de Carlos I y de su hijo, Felipe II. “Estudiar la historia de España de esa época prácticamente equivale a estudiar la historia del mundo, porque la monarquía hispánica se extendía por todo el globo. Entender las lógicas de lo que pasaba en España era entender las lógicas que operaban en el mundo. De hecho, para muchos autores, esa fue la primera globalización”, resume con pasión.

Miguel López, en el Panteón de España.

Miguel López, en el Panteón de España. Cedida

P.– Miguel, ¿para usted qué es la Historia?

R.– Es una pregunta complicada, porque hay mentes lúcidas y brillantes que no lo han terminado de explicar. Diría que, tal y como se estudia en la universidad, es una ciencia con una metodología propia orientada al estudio del pasado de los seres humanos y esto se consigue a través de utillaje, fuentes… El sentido de la Historia es el conocimiento científico del pasado de manera limitada y susceptible de ser ampliado, como ocurre con cualquier ciencia.

P.– A día de hoy, es un grado con una inserción laboral complicada. ¿Qué le diría a los haters que puedan desanimar a una persona para estudiar el grado?

R.– Tampoco puedo adoptar una posición ingenua y animar a que miles de personas estudien Historia. Si no tienen una vocación firme, mejor no hacerlo. Y aunque el futuro laboral, tanto trabajando como no, puede ser complicado, si uno tiene talento se pueden conseguir cosas. Tendrá un porvenir modesto desde el punto de vista económico, pero feliz en el plano académico e, incluso, espiritual.

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Esa convicción y amor por lo que estudia ha provocado que Miguel López haya marcado un hito. Conseguir 39 matrículas de honor de 40 posibles es una hazaña que se le tiene que valorar a este joven sevillano hijo y nieto de personas apasionadas por las humanidades. “Quería agradecer a mi familia y a todos mis profesores, tanto del instituto como de la facultad. Todo lo que he conseguido es, en parte, gracias a ellos”, dice. Para finalizar, el joven se ha sometido a un breve cuestionario de preguntas rápidas.

P.– ¿Cuál es su libro preferido?

R.– Es una novela: Rojo y negro, de Stendhal.

P.– ¿Su película favorita?

R.– Muerte en Venecia, de Luchino Visconti.

P.– ¿Su bar favorito?

R.– Ésa es la pregunta más difícil de todas (risas). Diremos que El Rinconcillo, en Sevilla, uno de nuestros bares históricos.

P.– ¿Bebida favorita?

R.– El vino, por supuesto.

P.– ¿De qué equipo de fútbol es?

R.– Aunque es raro que un sevillano no sea del Sevilla o el Betis, yo soy del Real Madrid. Eso sí, tengo más simpatía con el Sevilla.