Laura Pego recibió sus notas de la EBAU hace dos años mientras estaba viendo una película con sus padres en Porto do Son (La Coruña). La felicidad inundó aquel momento, pues la joven alcanzó el 13,66 sobre 14. Este 2023 llegó el turno de su hermana Silvia, aunque en este caso la noticia le llegó intentando no estresarse demasiado con la espera, bañándose en la playa. Justo cuando acababa de salir del mar, vio el mensaje: había conseguido un 13,51. Así, estas dos jóvenes quedaron unidas, más allá de por el hilo de sangre, por una de las experiencias que recordarán toda su vida.
“Yo ya sabía que sería un curso difícil porque mi hermana Laura me lo había dicho, así que lo empecé con calma aunque al principio sí que me agobiaba un poco por sacar buenas notas”, dice Silvia al teléfono con una voz tímida por la que se escapa alguna risilla nerviosa. Pronto decidió que lo mejor era ir tranquila a los exámenes que enfrentó en 2º de Bachillerato, pero eso suponía haber estudiado lo suficiente para encararlos de sobresaliente.
En ese sentido, Silvia no lo dudó: “Aunque al principio no sabía qué quería estudiar, pensé que lo mejor era dar todo lo posible para después elegir con la mayor libertad”, comenta la joven. Por eso, este año decidió dejar de ir al gimnasio en el que practicaba kickboxing al mismo tiempo que reducía sus horarios de entrenamiento de patinaje para poder estudiar con calma.
Ella misma se confeccionó un horario de cara a la EBAU, lo que le confirió una calma que más tarde agradecería. “Llegué súper nerviosa y asustada al primer examen, que era de Historia, pero cuando salí ya estaba algo más tranquila”, añade ella misma. Aquella tranquilidad no tenía nada que ver con esta que sienta ahora, al ver que podrá estudiar Enfermería en Santiago de Compostela. Una opción, por otro lado, que surgió de forma casi fortuita y que, según sus deseos, espera que sirva de trampolín para llegar a convertirse en bombera.
Tal y como cuenta Silvia, no fue hasta las típicas visitas a las universidades para el estudiantado que cursa el último año de bachillerato cuando se decidió por esta carrera para la que piden alrededor de un 11,4 de nota. “Cuando nos lo dijeron yo no sabía dónde ir, así que me decanté por la facultad de mi hermana, que estudia Medicina”, explica. Ese itinerario que eligió también incluía la visita a enfermería, y fue esta facultad la que más le empezó a llamar la atención. “Lo más curioso es que aquel día ni siquiera nos llegamos a ver”, comenta su hermana mayor, Laura.
Primero enfermería, luego bombera
En realidad, Silvia quiere ser bombera. No sabe de dónde le puede venir esta vocación, ya que nadie en su familia se dedica a ello. Sí sabe que es algo que tiene claro desde hace unos cinco o seis años. "Quiero terminar Enfermería y luego opositar a bombera. Por ahora me inclino más de ciudad que forestal, pero ya lo iré viendo”, agrega.
Esta es la misma mentalidad que mantiene al ser preguntada por la posibilidad de especializarse en Enfermería. Prefiere esperar e ir viendo cómo vienen dadas las cosas. Silvia, que ahora tiene 17 años, es de esperar, de ir con calma, algo que siempre le ha funcionado. Por eso, tampoco es capaz de determinar si optará por alguna beca de movilidad internacional durante sus estudios universitarios.
La madre de estas jóvenes trabaja en una fábrica y su padre en una empresa de descarga, lo que confirma que las vocaciones no son hereditarias. Sea como fuere, los dos progenitores se sienten inmensamente orgullosos de sus hijas y las calificaciones obtenidas en la prueba de ingreso a la universidad. Lo mismo sucede con sus profesores del IES Porto do Son, en el que estudiaron y compartieron docentes en ese Bachillerato de ciencias que ambas cursaron, en este caso sí, sin dudas ante la elección.
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La mayor, orgullosa de su elección
Nada más ver aquel 13,51 resplandeciente en la pantalla de su móvil, Silvia hizo una captura y la compartió con sus padres, hermana y amistades. “Y luego fui a bañarme de nuevo corriendo”, detalla. Ni las notas ni ese baño lo olvidará, al igual que su hermana Laura, de 19 años y que acaba de terminar segundo de Medicina, olvidará que estaba con sus padres viendo una película cuando apareció el 13,66 sobre 14 en una notificación de su móvil.
“A mí no me afectó demasiado la Covid. Recuerdo que cuando alguien lo cogía, se iba a casa y ya está. Yo nunca lo cogí, así que para mí fue un curso bastante normal, aunque con mascarilla todo el rato”, rememora la mayor de estas dos hermanas. En su caso, aunque siempre tuvo en mente la idea de estudiar Medicina, no fue hasta el último año cuando superó el miedo de enfrentarse a una carrera tan larga y exigente. “Al final, aquí estoy. Yo creo que era más yo, que me negaba a mí misma que lo podía hacer”, cuenta al respecto.
es de esas estudiantes que piensa que cuando “hay que estudiar, hay que estudiar y ya”, algo que no es óbice para que siempre consiguiera sacar tiempo para acudir a clases de
Preparadas para la universidad
Aquello, comenta, ha merecido la pena. “Al menos por el momento, porque sigo estudiando”, dice la joven. Laura ya ha catado la vida universitaria, alejada de sus padres, independiente del lugar que la vio crecer. “La vida en Santiago es muy bonita pero no solo por la fiesta, que es lo que todo el mundo piensa. Quizá suene muy friki, pero yo disfruto mucho de estudiar lo que me gusta”, comenta.
A partir del siguiente curso, ella vivirá junto a su hermana y una compañera más en el mismo piso. Laura y Silvia siempre se llevaron bien, aun contando con los típicos roces de la convivencia. “Yo creo que ni siquiera nos veremos, porque ella irá a clases por la mañana y yo por la tarde”, dice la mayor. Ahora queda por ver si lo que ha unido la nota de la EBAU no lo separa la convivencia lejos del hogar familiar.