Eduard Fernández, Francisco Paesa en el cine, tras la muerte del espía: "Me han llegado pésames"
"Rodamos una vez de noche en París y estábamos seguros de que estaba en algún sitio, mirándonos", cuenta a EL ESPAÑOL el protagonista de 'El hombre de las mil caras' (2016).
3 agosto, 2023 03:06Eduard Fernández no para de recibir pésames. Y eso que al actor no se le ha muerto ningún amigo cercano, su familia está bien y el cadáver en cuestión dejó de estar caliente hace tres meses. Además, aunque le hubiera encantado, jamás conoció al muerto. Sólo una vez tuvo la sensación de tenerlo cerca, en París, durante una noche de rodaje de El hombre de las mil caras (2016). "Estábamos seguros de que estaba en algún sitio, mirándonos, es que igual estaba... Yo miraba muy fijamente a los extras, pero no había ninguno que pudiera ser él", recuerda en conversación con EL ESPAÑOL el hombre que, durante algunos meses, fue Francisco Paesa, el tipo al que jamás conoció, el muerto que invade su teléfono de pésames.
Tampoco llegó el SMS que tantas veces esperó tras protagonizar la película, el biopic de un espía que pudo ser diseñado al alimón por Ian Fleming y Francisco Ibáñez, con aires americanos y carpetovetónicos a la vez, entre lo sofisticado y lo cochambroso, entre Bond y Mortadelo, siempre triunfal en su eterna huída. "Me preguntaba si iba a tener algún día un mensaje en el teléfono con 'baje usted a la esquina de su casa, entre en el bar, soy yo', pero nunca llegó", se lamenta el tres veces ganador del Goya.
La segunda muerte de Paesa parece la definitiva. Según avanzó elDiario.es el pasado martes y confirmó EFE, el espía habría dejado de esconderse definitivamente bajo la gabardina el pasado 3 de mayo. Según la agencia, murió a los 87 años en Bois-Colombes, un plácido barrio al norte de París donde habría residido sus últimos años de vida.
[Muere, esta vez de verdad, Francisco Paesa, 'El Hombre de las Mil Caras': tenía 87 años]
En 1998, una esquela en El País avisó de un primer fallecimiento, en Tailandia, de seis años de duración y 30 misas gregorianas ofrecidas en su memoria. Hasta que lo resucitó Antonio Rubio, legendario reportero de El Mundo, quien el 15 de noviembre de 2004 lo llevó a la portada del periódico fumando dandísimo por las calles de Luxemburgo.
Cada bocanada de humo era nube con aroma a estafa para un hombre que cimentó su leyenda como playboy, dilapidando las fortunas de mujeres ricas como Dewi Sukarno, viuda de un ex presidente indonesi; si bien fue en 1968 cuando comenzó su cabotaje internacional tratando de embaucar al por entonces dictador ecuatoguineano, Francisco Macías, con la construcción de un banco central para el país, recién independizado.
"El muerto está vivo", rotuló el diario que mejor contó las andanzas del personaje más estrafalario del tardofelipismo. Paesa fue colaborador del Ministerio del Interior en los años de Felipe González, espía, testaferro y pieza clave en la operación simulada para la detención del prófugo Luis Roldán, el director de la Guardia Civil que robó cientos de millones de pesetas durante años. Roldán, fallecido en marzo de 2022, siempre mantuvo que ese dinero acabó en manos de Paesa, que, por su parte, siempre lo negó.
Su última aparición pública fue en 2014, con una incursión sorpresiva en una revista. "Hizo una cosa muy curiosa", sigue Eduard Fernández, "llevaba mucho tiempo oculto, sin que se supiera nada de su paradero. Rodamos la película sobre él, la estrenamos en San Sebastián y el mismo día de la rueda de prensa, por la mañana, salió en portada del Vanity Fair como para decir: 'Yo soy el original y estoy aquí'".
['Paesa/Belloch: historia de dos caras', por Pedro J. Ramírez]
¿Le gustó la película de Alberto Rodríguez? Tuvo 11 nominaciones a los Premios Goya y ganó dos estatuillas, incluyendo la de Mejor guión adaptado por la interpretación del libro con idéntico nombre de Manuel Cerdán, el periodista que junto a Rubio, y orientados por Paesa, localizó a un Roldán a quien toda España buscaba el 29 de abril de 1994, también en París. El resultado fue una de las entrevistas más importantes de las últimas décadas en España. En el largometraje, significa uno de los puntos álgidos.
¿Le gustó la película?, preguntábamos. "No tengo ni idea, aunque es muy atractivo desconocer lo que piensa y siente alguien de quien estás detrás, tratándolo de indagar", cuenta el actor que encarnó al espía que, tras pasar 15 meses en una cárcel suiza por estafa bancaria, se jugó el tipo frente a ETA en el que quizás represente su hito más noble. Se desconoce la tajada que sacó tras venderle a la banda terrorista dos misiles con localizadores de la CIA en 1986, en el marco de la llamada Operación Sokoa, una hazaña fundamental a la postre para desmantelar parte de la cúpula etarra durante su etapa más sanguinaria.
"Es de los personajes más difíciles que he interpretado. Tenía la particularidad de que había muchos datos sobre él, sobre todo de lo que había hecho. Eso a un actor no le sirve de mucho, le sirve a un guionista. Yo suelo escarbar en la infancia, en la psicología del personaje, y sobre él no había prácticamente datos", narra el actor.
¿Qué hacer entonces? "Te dedicas a intuir. Me pareció que, detrás de una figura extraordinaria y apasionante para interpretar, tenía una falta total de empatía. No sé si era un sociópata, pero había algo de no tener la capacidad para ponerse en el lugar del otro, para bien y para mal", estima Fernández sobre un atributo "impagable para su profesión". "Podía hacer lo que le diese la gana, sin ninguna culpa. Era alguien a quien le gustaba jugar y a quien le ponía el riesgo y la dificultad y era muy bueno en lo suyo", insiste. "A Paesa lo guardo con mucho cariño".